Capítulo doce: Contrato con el diablo.

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—Y esa es la historia de mi vida. Cuando me van pasando cosas buenas, llega una avalancha de malas.

Acababa de terminar de contarle todo a Raúl. Desde que ahora estaba de novia con mi mejor amigo, que mi ex había vuelto y todo lo que ha pasado en estos dos años. Lo de Emily, lo del pelirrojo e incluso lo de David... Y pensando, es sorprendente lo que ha llegado a pasar en tan poco tiempo y la mala suerte que tengo. ¡Si es que esto no es normal!

Dicen que las personas nacen con estrellas, pues yo creo que la que nació antes que yo se llevó también las mías.

—Piensa en que ahora en el trabajo te va bien, vas a trabajar junto a Taylor Swift, yo estaría feliz.

—Tu forma de animar apesta. —Le dije enarcando una de mis cejas.

Si es cierto que por ahora (toquemos madera) me iba bien en el trabajo, pero vamos... no es por ser pesimista pero cuento los días para que eso cambie. Creo que nací con mala suerte y ya se ha pegado a mí como una lapa, supongo que moriré con la misma suerte.

Además, las tradiciones no cambian y que me pasen cosas malas o me vaya como el culo, es técnicamente una tradición, es decir, ya me lleva pasando tantos años que se ha vuelto parte de mi día a día. Debería hacer una fiesta por ello, como navidad o acción de gracias.

—Bueno, pues piensa que tienes a dos tíos a los que te puedes tirar. Significa que eres atractiva y que se te abre un campo de oportunidades.

—El campo se puede abrir todo lo que quieras pero mis piernas no. —Suspiré y me recosté sobre el asiento de aquella pequeña cafetería. —Yo creo que debería alejarme de todos los tíos, solo dais problemas, y encima luego decís que las complicadas somos las mujeres.

—¿Acaso no lo sois? Acabo de salir de una relación y te puedo asegurar de que lo sois y mucho. —Comentó mientras que hacía un gesto muy exagerado con la cara.

—No somos complicadas, sois vosotros. —Le señalé amenazante. —Cuando tenéis a una tía no la queréis y cuando la perdéis volvéis a quererla. ¿Os pensáis que somos un caramelo o qué?

—¿En serio quieres entrar en un debate sobre este tema? —Preguntó con un cierto tono y gesto de reto.

—Por mí no hay problema, así desahogo toda mi ira contigo, que por cierto te la mereces porque no me has ayudado en una mierda.

—Te complicas demasiado Ana, quieres un príncipe azul y un cuento como el de Cenicienta y eso ya no existe. Disney os tiene engañadas a todas. —Negó con la cabeza.

—No te equivoques, yo no quiero ni un cuento ni creo en ellos. Por mí estaría soltera.

—¿Y por qué no lo estás?

—¿En serio me estás preguntando eso? —¡¿Es que acaso no había escuchado todo lo que le había contado?! Sí, sigue estando igual de tonto que cuando tenía tres años, ya sabemos la mentalidad que tiene.

—¿Te digo lo que haría yo en tu caso? —Asentí furtivamente. —Yo hablaba con James y le diría que solo quieres acostarte con él, y así te acuestas con los dos sin estar atada a una relación.

—Tú eres tonto, no sé si te has dado algún golpe en la cabeza recientemente para quedarte así de tocado o es que ya venías de fábrica con tal retraso. —Antes de que pudiese hablar, alcé mi mano y lo interrumpí. —Vienes así de fábrica ¿a que sí?

—¿Por qué te complicas tanto? —Preguntó evitando mis ''insultos''. —Está claro que aún sientas cosas por tu ex, no deberías estar con James si aún te quieres tirar al otro, no es algo de una persona con principios y moralidad.

¡Suerte, sonríeme! (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora