Capítulo veinte: De viaje.

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—No sé si el tiempo que te has dado con James te va a beneficiar o perjudicar. —Contestó Raúl.

Había decidido dejar a Dani y a Álex en casa y quedar un rato con el rubio, después de todo es el mayor pilar de apoyo que tengo ya que no sé donde se mete Miriam. Y además, es un tío, por ende, entiende el punto de vista tanto de Álex como de James, porque sinceramente aún no me ha quedado muy claro el por qué James había decidido darnos ese tiempo y era algo que me hacía comerme mucho la cabeza. Lo único que sabía era que se debía a pensamientos ilógicos suyos. Hombres...

—¿Por qué dices eso? — Me esperaba cualquier comentario excepto ese.

—Está claro que James te ha pedido tiempo porque te ve echa un lío e incluso yo lo pienso, pero en los tiempos se suele pensar más y tanto él como tú podéis también encontrar a alguien que os llene más y terminar por dejarlo. Alomejor solo estáis hechos para ser amigos y, si acaso y precipitándoos mucho, para tener relaciones esporádicas de vez en cuando. —Iba a resultar que el estereotipo de que los rubios o las rubias son tontas era una total falacia.

—Pero yo lo quiero... —Dije con un hilo de voz mientras que le daba vueltas a mi helado ya casi deshecho.

Y era cierto. Yo podría estar echa un lío pero una de las cosas que tenía claras (y probablemente la única) era que sentía algo por James y ese algo era amor. O bueno, quizás esa palabra era demasiado precipitada y ambos nos habíamos apresurado a utilizarla. Quizás solo nos teníamos cariño y recuerdos en común. Quizás era yo la que no me daba cuenta de las cosas...

De acuerdo, había sido una mala idea venir a contarle mis problemas a Raúl porque esto conllevaba a que me comiese la cabeza tal y como empezaba a hacer ya.

—Nadie dice que no os queráis Ana. —Dijo el chico mientras se comía una cucharada de helado. —Pero no de la forma en la que una pareja lo hace. Os queréis porque sois mejores amigos y habéis compartido mucho juntos. Os queréis porque habéis significado mucho el uno para el otro y no tengo duda de que lo seguís significando, pero sinceramente yo no os veo de pareja. Quizás solo sois amigos con derecho y os hacéis llamar pareja. —Mi mirada asesina fue capaza de deshacer su helado y también a él porque su cara se formó llena de un sentimiento de terror y seguramente estaría recriminándose el por qué había dicho eso.

—No digas que hemos sido amigos con derecho, queda muy feo. —He de decir que estaba comenzando a considerar esa idea. Una idea que no había dado por valorada nunca antes.

—De todas formas esto es un pensamiento mío. —Se aclaró la garganta. —No quiere decir que tenga razón, yo no soy lo que se dice un experimentado en el amor.

—Se nota que me conoces y por eso te estás retractando de tus palabras pero no tienes por qué. Quizás tenga razón solo que no lo he sabido ver.

—O quizás me equivoque. —Se encogió de hombros. —Eso solo lo puedes comprobar tú.

—¿Y cómo lo hago? —Pregunté.

—Deberías pasar tiempo a solas con Álex, es hora de que él te cuente sus sentimientos, sus pensamientos y sus acciones del pasado. ¿No has pensado que aún espera para darte una explicación?

—¿No crees que es un poco raro que estemos comiendo helado en invierno? —Cambié abruptamente de tema.

No sé por qué pero odiaba tocar el tema de Álex. Quizás la herida estaba aún abierta, quizás me negaba y cerraba en banda a admitir que Álex seguía enamorado de mí, quizás odiaba tener que descubrir que sentía por él. O quizás, solo quizás, tenía miedo a asumir riesgos. Riesgos que siempre surgían cuando estaba con Álex.

¡Suerte, sonríeme! (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora