Capítulo veintiuno: Locura.

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NARRA JAMES.



¿La llamo? ¿No la llamo? ¿Querrá hablar conmigo? ¿Estará ocupada? ¿Me cogerá el móvil? ¿Y si mejor le mando un mensaje? ¿Pero y si no me contesta? ¿Ya se habrá decidido? ¿Me odiará ahora mucho más por haberle pedido ese tiempo? ¿Hice bien? ¿Querrá saber algo de mí? ¿Debería ir a verla?

¿Estará con Álex?

Esa fue la pregunta que más me costó pensar, pero ¿para qué engañarnos más? Estoy seguro de que sigue enamorada de él, de que lo va a elegir a él antes que a mí. Supongo que siempre supimos que solo debíamos ser amigos, o amigos con derechos en el mejor de los casos. Quizás nos equivocásemos con emprender una relación juntos, como pareja. Quizás era demasiado para nosotros, nuestro cariño solo era puramente amistoso. Quizás jamás se olvidí de Álex.

Quizás no, lo sé.

Jamás se olvidó de Álex. No digo que no me haya querido a mí pero obviamente el primer amor, es el primer amor y ningún hombre podrá competir con el primer amor de una mujer, y yo no iba a ser una excepción. Claro que me quiere y mucho, no voy a negar tal cosa, pero sería un hipócrita si dijese que su corazón no le pertenece por completo a Álex. Siempre lo ha hecho y siempre lo hará. Y ambos sabíamos que este tiempo solo era una forma de dejarlo suavemente y de una manera sutil, pero dejarlo después de todo. Si algo he prendido es que los tiempos no traen nada bueno y te lo digo yo, que me han puesto más cuernos en esos intervalos que los que hay en una plaza de toros.

Pero no quería hacerle daño diciendo que lo dejaba. O alomejor era yo el que no quería asumir tal cosa. Era demasiado doloroso como para ser cierto.

Pero oye, hay que afrontar la vida con la cabeza alta y sin venirse abajo.

Voy a mandarle un mensaje.

James: <<¿Qué tal te va todo?>>

Vale, soy subnormal, es una penosa y patética idea de empezar una conversación. Claro que había tensión y mucha, menos mal que no estábamos en una misma habitación encerrados, ya que esta vez la tensión no era sexual y por ende, iba a ser muy difícil de solucionarla y quitarla del medio.

Sonó mi móvil, Ana me había respondido. En ese momento mi cuerpo había sufrido un arrebato de tranquilidad, pensaba que no me iba a contestar. Pero más atónito me quedó su respuesta.

Ana: <<¿Quedamos?>>

Me esperaba de todo menos esa respuesta. ¿Quedar? ¿Ana quería quedar? Ahora sí que se había quedado. Si no estaba bastante claro ya, ella me lo acababa de confirmar. Cuando Ana quedaba con alguien solía ser para dar malas noticias o para hablar de un tema serio, obviamente esta quedado reunía ambas cosas.

James: <<Claro.>>

Contesté de forma seria. Mejor irme preparando ya para el batacazo y poniéndonos en situación. Aunque siendo sincero, me lo esperaba. ¡Por el amor de Dios! El amor que tienen esos dos no sería capaz de hacerlo desaparecer ni el mismísimo Zeus.

Sí, soy un friki de los dioses griegos, ¿y qué?

Ana: <<¿Quedamos en un bar cercano a tu apartamento?>>

Cuando lo dejé con ella o más bien nos dimos ese tiempo tuve que volver a mi apartamento antiguo, al que había alquilado recién llegamos aquí, ya que no era plan de que Ana y yo viviésemos juntos. Imagina la situación: dos personas que han estado en una relación durante dos años, teniendo todos los momentos inimaginables juntos y que ahora se han dado un tiempo por culpa del ex de ella, siguen conviviendo juntos bajo el mismo techo, durmiendo en habitaciones pegadas, desayunando juntos y compartiendo las tareas de la casa.

¡Suerte, sonríeme! (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora