Capítulo veintinueve: Lo complicado que es querer.

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Tres semanas después...


¡Aún no me puedo creer que mi hermano se vaya a casar! Sorprendentemente su futura esposa es Miriam, lo que no entiendo es cómo no me he dado cuenta antes y lo bien que lo han ocultado. Aunque, sinceramente, no me sorprende para nada que hayan acabado juntos. Las veces que los dos se han visto y estaba yo presente, no paraban de lanzarse miraditas cómplices y coquetear. Supongo que después de llevársela a la cama, ella lo ha conquistado de tal manera que ha acabado tan enamorado como para casarse con ella.

Lo que me da rabia es que ninguno de los dos me hayan dicho nada y me hayan tenido engañada e intrigada todo este tiempo. Es decir, yo soy la mejor amiga de Miriam, ¡¿cómo no me lo ha dicho?! Esto es indignante.

Pero bueno, hoy es su día especial. El de ella y el de mi hermano. Un día que siempre van a recordar y que no van a olvidar. En mi opinión, el matrimonio está sobrevalorado. Por ahora no es mi propósito casarme el día de mañana pero ya se sabe que nunca se puede decir 'de esta agua no beberé' porque después es de la que más se bebe.

—¿Y si no me caso? —Miriam estaba demasiado nerviosa. Solo sabía ir de un lugar a otro de la habitación, le sudaban las manos y empezaba a dudar sobre la boda. Dicen que estas cosas son normales antes de contraer matrimonio pero yo muy normal no lo veo... Y me está empezando a desquiciar. —Alomejor no es el hombre de mi vida y estoy cometiendo una estupidez.

—Lo estás haciendo. —Contesté mientras que asentía con mi cabeza firmemente, pero me llevé una mirada reprobatoria de Samanta, la prima de Miriam. —¿Qué? Es mi opinión.

—Ahora mismo lo que menos necesita es tu pesimista opinión sobre el amor. —Contraatacó Samanta.

Tengo que añadir que esta chica no es que me caiga especialmente bien y estoy segura que a Miriam tampoco, pero sus padres se empeñaron en invitarla porque era parte de la familia. Vamos, lo que ocurre en todas las bodas, que siempre se invita a alguien por cumplir y quedar bien ya que no tienes otra elección pero realmente quieres echar a esa persona a patadas de tu día especial.

—Tu presencia tampoco la necesita y desgraciadamente estás aquí. —Añadí.

—Mejor tener a alguien al lado que no la haga desgraciada.

—Lo que menos haces es provocarle felicidad. Eres una aburrida y amargada.

—¿Me recuerdas por qué es tu amiga? —Preguntó dirigiéndose a Miriam mientras que me señalaba con desprecio.

—¿Me recuerdas por qué está en esta boda si ni si quiera sabía de tu vida?

—¿Os podéis callar ya? —Preguntó de forma cansada Miriam. —Es el día de mi boda, ¡deberías estar ayudando a que no me escapase!

—No seas melodramática. —Hice un ademán con la mano, quitando importancia a su comentario. —Por lo que se ve estás muy pillada por mi hermano y lo veo normal, los genes son lo que tiene...

—De verdad, ¿cómo puedes ser su amiga? —Interrumpió Samanta rodando sus ojos.

—Deberías preguntarte el por qué existes y le haces daño de esta manera a la sociedad. —Respondí.

—¿Y si Dani no es el hombre de mi vida? —Preguntó de nuevo Miriam mientras que seguía planteándose la posibilidad de salir corriendo de aquel sitio y sinceramente no me extrañaría.

—Pues te aguantas y firmas los papeles del divorcio. —Le contesté mientras miraba mis uñas de forma desinteresada. —Tampoco se acaba el mundo por ello.

¡Suerte, sonríeme! (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora