Capítulo 12: "El Campeonato Mundial"

540 35 16
                                    


P.O.V Leia

Caminamos con dificultad ascendiendo por la ladera cubierta de neblina, entre largas filas de carpas. La mayoría parecían casi normales. Durante el trayecto nos despedimos de Diggory y su hijo. Siguiendo nuestro camino llegamos al borde del bosque, en el límite del prado, donde se levantaba una gran carpa de dos plazas. Papá entro primero, mientras nos hablaba desde adentro.


—Estaremos un poco apretados, pero cabremos —dijo—. Entren a echar un vistazo.

Todos entramos por la abertura de la carpa. Lo más gracioso fue la cara de sorpresa de Harry cuando vio el interior de la carpa. Era todo muy hermoso, incluso tenía baño y cocina

Nuestra carpa estaba montada justo delante de una especie de calle que llevaba al estadio. Los vendedores se aparecían a cada rato, con banderas o empujando carros en los que llevaban cosas y chucherías: escarapelas luminosas, sombreros de Irlanda, bufandas del equipo de Bulgaria, entre otras cosas. Caminamos con los chicos entre los vendedores comprando recuerdos.

Ya al anochecer se escucho el sonido profundo y retumbante de un gong al otro lado del bosque, se iluminaron entre los arboles unas faroles rojos y verdes, marcando el camino al estadio.

—¡Ya es la hora! —anuncio papá impaciente—. ¡Vamos!

Tomamos todo lo que habíamos comprado, papá nos fue guiando internándonos en el bosque por el camino que marcaban los faroles. Se oían los gritos, risas y retazos de canciones de las miles de personas que iban con nosotros.

Veinte minutos después salimos por el otro lado, hallándonos a la sombra de un estadio colosal. Se notaba que adentro podrían caber, sin apretujones, diez catedrales.

—Hay asientos para cien mil personas —explico papá al ver nuestras caras de asombro—. Síganme chicos —añadió encaminándose delante de los demás hacia la entrada más cercana.

—Arthur, arriba de todo —dijo la bruja del Ministerio apostada ante la puerta, al verificar nuestras entradas.

Subimos con la multitud, que poco a poco iba entrando por las puertas que daban a las tribunas. Nuestro grupo siguió subiendo hasta llegar al final de la escalera y nos encontramos con una pequeña tribuna ubicada en la parte más alta del estadio. Contenía unas veinte butacas de color rojo y dorado, repartidas en dos filas. Tomamos asiento en la fila de adelante, observando el estadio que se encontraba a nuestros pies.

—¿Qué lees? —le pregunte a Hermione.

—Antes de que empiece el partido, las mascotas de los equipos harán una exhibición —respondió leyendo un folleto.

—Genial —sonrío Ron.

Media hora después, nuestra tribuna se fue llenando con magos y brujas importantes. También apareció Cornelius Fudge, Ministro de la Magia, acompañado del Ministro de Bulgaria.

—No soy muy bueno en idiomas —nos explico Fudge cuando intento presentar a Harry al ministro—. ¡Ah, ahí está Lucius!

Harry, Ron, Hermione y yo volteamos rápidamente. Los que se encaminaban hacia los tres asientos aun vacios de la segunda fila, justo detrás de nosotros, era la mismísima familia Malfoy.

Draco seguía igual que siempre, pareciéndose mucho a su padre, Lucius. Por estos dos no sentía ninguna simpatía. En cambio Narcissa, madre de Draco y esposa de Lucius, estaba muy hermosa, alta, delgada y rubia. Pero me sorprendió que en su cara tuviera un gesto de asco...Forzado.

—¡Ah Fudge! —dijo el señor Malfoy, tendiéndole la mano—. ¿Cómo esta? Ella es mi esposa, Narcissa. Y nuestro hijo, Draco.

—Un gusto —saludo Fudge—. Supongo que conoces a Arthur Weasley.

Fue un momento muy tenso. Papá y el señor Malfoy no paraban de mirarse el uno al otro. Aún cuando Fudge fue a saludar a otros magos, la pelea de miradas continuaba. El ambiente se torno tan tenso e incomodo, que no me pude contener y se me escapo una pequeña risita, seguidas de otras más. No podía evitarlo, cuando me ponía nerviosa me reía. Todos voltearon a verme, inclusive Draco y su madre.

—¿Qué te pasa? —me pregunto Harry preocupado.

—Nada... —respondí calmada.

—¡Vaya! ¿Acaso tu hija esta medicada, Weasley? —se burlo el señor Malfoy.

—¡Lucius! —lo regaño Narcissa por lo bajo.

—Ten cuidado con lo que dices, Malfoy —respondió papá.

—¡Por dios, Arthur! ¿Qué has tenido que vender para pagar entradas en la tribuna principal? —sonrío arrogantemente Lucius.

—A nosotros nos ha invitado el mismísimo Cornelius Fudge —alardeo Draco. Igualito a su padre.

—¡No alardees, Draco! —lo reto su padre—. Y tú, Arthur; me imagino que no te ha alcanzado solo con la casa, ¿no? —siguió burlándose Lucius.

Este hombre se había pasado. No tenía ningún problema de que se metiera conmigo, pero con mi familia, era algo diferente.

—Por lo menos mi padre no tiene que lamerle las medias a nadie —dije dirigiéndome al señor Malfoy—. ¿Qué tuvo que hacer para estar hoy aquí, señor Malfoy? —sonreí arrogantemente—. Esta vez, ¿a quién le dio su ridículo dinero? ¿Al hospital San Mungo? —el señor Malfoy no mostraba ninguna expresión—. Si mi familia esta acá, es porque mi padre trabajo honradamente para conseguirlo. Y me parece que usted no tiene ningún derecho a criticarlo —terminé, dejando sorprendidos a mis amigos.

Yo tenía mi lado Slytherin oculto. Y solo en ocasiones especiales lo sacaba.

—Deberías enseñarle modales a tu hija, Arthur —respondió al final Lucius.

—Mi hija es perfecta así, Lucius —contesto papá mirándome orgulloso.

Finalmente el señor Lucius se fue a hablar con Fudge, ignorándonos. Dejando a su esposa e hijo en sus asientos.

—¿Qué? —pregunte al voltearme y ver a Harry, Ron y Herms mirándome.

—¿Sabías qué te amo, hermanita? —sonrío Ron abrazándome.

—Si, si, lo sé —dije respondiendo el abrazo.

—¡Eres increíble! —salto Hermione uniéndose al abrazo.

—¡Eso fue genial! —sonrío Harry abrazándonos a los tres.

—Bueno... yo también los amo... pero esto es mucho amor por un día —reprocho Ron, soltándose del abrazo.

Cuando nos separamos, voltee para ver hacia la segunda fila. Draco se encontraba sentando y nos miraba con una mirada de profundo desprecio. A su lado, estaba Narcissa y ya no tenía el gesto de asco en su cara. Al verme me sonrío.

—Hola Leia —me saludo con una sonrisa—. Tanto tiempo.

—Hola, Narcissa —le sonreí, sentándome hacia la tribuna. No sin antes captar la cara de desconcierto de Draco, al ver que su madre y yo nos conocíamos.

—¿Qué fue eso? —me pregunto Hermione.

—Su madre y yo nos conocimos antes. No es igual que su esposo e hijo —le explique.

—¡Oh! De acuerdo —respondió al final mi amiga castaña.

El partido comenzó. El buscador de Bulgaria, Victor Krum, atrapo la Snitch. Pero Irlanda gano sacándoles ciento sesenta puntos de ventaja. Fue un gran partido.

Val



"Fraternizando con el Enemigo"(♥Draco Malfoy /Theodore Nott♥)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora