Prólogo.

13.8K 764 580
                                    

                                              Su madre una vez le dijo que no tenía por qué ocultar las cosas que lo hacían especial. Que las cosas que lo hacían diferente, eran buenas. Que no tenía por qué avergonzarse de ellas. Al contrario, tenía que mostrárselas al mundo y usarlas como escudo. Mientras más supiera las cosas que lo hacían especial, más fuerte iba a ser. Más preparado iba a estar. Mientras más supiera de su don, más fácil iba ser escapar de las personas que querían utilizarlo para el mal.

Pero su madre decía muchas cosas. Y casi siempre estaba equivocada. Estuvo equivocada cuando dijo que su padre iba a volver de la guerra.

Estuvo equivocada cuando dijo que tener algo diferente era bueno. Estuvo equivocada cuando dijo que jamás lo dejaría. Estuvo equivocada cuando dijo que iba a estar ahí para él, siempre.

Sin embargo, 'siempre' es una palabra muy grande para una persona tan pequeña y su madre era pequeña.

Baja, delgada, su pelo perdía el brillo cada día, pero la luz detrás de sus ojos seguía ahí y se encendía como llamas a cada momento. Nunca se extinguía ese brillo jovial en su personalidad y el amor que le tenía a Harry.

Estaba casi desnutrida por la poca comida que podía obtener y Harry pensaba que en cualquier momento, con una sola ráfaga de viento, ella se rompería en dos; se quebraría como las ramas secas de los árboles que han caído al suelo y las pisan sin cuidado. Y, aun así, conservaba la sonrisa deslumbrante y jovial y llena de cariño justo como en fotografías viejas que solía sacar del estante, recordando que los viejos tiempos siempre fueron mejores.

Ella fue muy bonita en años pasados, y aún con el pelo canoso y la ropa holgada y las mejillas huecas y la mirada perdida en los colores de un atardecer que nunca llegó, perdida en los recuerdos, ella seguía siendo hermosa.

Harry siempre pensó que su madre estaba loca, que el tiempo en casa, que el tiempo mirando la televisión, mirando las repeticiones del estado y de la manera en la que todo empeoraba, de la manera en la que todo se había destruido y consumido hasta llegar a la nada y al caos total, la habían vuelto loca de a poco: la habían desquiciado; porque nadie en su sano juicio podía sonreír de esa manera cuando estaban en tan mala condición. Pero ella lo hacía, y de alguna manera, Harry se sentía más calmado. Podía respirar con tranquilidad y le creía.

Pero su madre nunca tuvo la razón, su madre siempre estuvo equivocada.

Su padre nunca volvió de la guerra. Ser diferente nunca fue bueno. Ella lo dejó, no por opción propia: pero, aun así, lo dejó. Y ahora ya no estaba más para él. Harry ya no veía su sonrisa, ni sus ojos llenos de cariño. Ni sentía sus manos huesudas acariciarle los rizos largos y sucios. Ya no le quitaba las lágrimas de los ojos cuando Harry llegaba de la calle, después de haber visto a un niño muerto en las aceras o de haber visto las calles inundadas en sangre. Y ya no la veía, no veía su futuro. Ya no veía cuándo tenía llegar con un pedazo de pan duro para cuando ella se sintiese decaída, ya no veía cuándo tenía que volver más temprano a casa y ocultarse en el sótano junto a ella cuando Los Aliados estaban aburridos y querían atacar. Ya no la veía.

Ya no la veía, en ningún sentido de la palabra.

Y, aun así, ocho años más tarde de su partida, Harry sigue recordando su aroma. Como a cacao y algo limpio, dentro de toda la suciedad gracias a la falta de agua, y algo únicamente a mamá. Harry nunca podría describir ese aroma. Pero sigue presente, burlándose en los vagos rincones de su cerebro, un recordatorio constante de lo que tuvo, de lo que jamás podrá volver a tener.

"Harry, está hecho."

La voz del Capitán de La Alianza lo saca de su ensoñación.

Respira profundamente antes de dejar el lápiz en la mesa. Terminó de dibujar hace más de diez minutos, pero, a veces, le gusta dejar a su mente vagar por el mar de recuerdos ocultos en lo profundo de su cabeza, en aquellos lugares donde nunca nadie podrá verlos y quitárselos como todo lo demás en su vida.

Drop the game. [Larry Stylinson] [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora