nineteen.

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                                                            Cuando Louis se despierta, el brazo de Harry está envuelto alrededor de su cintura y su respiración cálida le hace cosquillas en el cuello. Están casi destapados pero el calor corporal de Harry —y el suyo propio— es suficiente para mantenerlos abrigados.

Louis sonríe para sí mismo, esta no era la primera vez que dormían juntos y, ciertamente, no sería la última. Podría acostumbrarse a esto, sin embargo. Podría acostumbrarse a despertar todos los días con Harry en una posición diferente. A veces, Harry recostado en su pecho o Louis abrazándolo por la espalda; a veces con las piernas entrelazadas. Aún mejor, si Harry se deja crecer el cabello de nuevo, podría despertar con sus rizos haciéndole cosquillas en los labios. Podría acostumbrarse al pequeño espacio de esa cama —que es para una persona, originalmente— que los obliga a estar más juntos de lo que deberían. Podría acostumbrarse a hacer este tipo de cosas con él.

Esta vez, están en la habitación de Louis. Harry están durmiendo cómodamente con una de sus camisetas y ropa interior. La boda terminó alrededor de las cuatro de la mañana, cuando Niall decidió ponerle fin, respetando a las personas que debían hacer cosas temprano y a los pequeños niños que se habían dormido casi a la una de la madrugada. Había sido una gran fiesta, con mucha comida y muchas cosas para beber —incluyendo alcohol. Ed había cantado diferente tipo de música, desde baladas hasta otras canciones más movidas.

Tanto así que Louis bailó con Liam mientras Harry comía y se reía de alguna de las historias de Max. Zayn, a lo lejos, mantenía una conversación a gritos, gracias a la música, con Rodríguez y Niall, dándoles a conocer las armas que llevarían a la misión en Irlanda al día siguiente. Porque incluso cuando era el día más importante de su vida, la guerra seguía sobre sus cabezas y no podían permitirse descansar.

Cassie se mantuvo al margen toda la velada, incluso cuando casi al final, Louis la vio bailar con Niall, sosteniendo una conversación a susurros. No estaban tan cerca como para parecer amantes, pero tampoco estaban muy lejos como para parecer menos que amigos. Cuando Louis se lo comentó a Harry, él sonrió y Louis supo inmediatamente que había visto algo al respecto y no se lo había dicho. Harry lo negó, aún con la sonrisa persistente en su cara, diciendo que sólo se alegraba de que no se estuvieran tratando de matar, y a pesar de que Louis intentó creerle, no lo hizo del todo.

Louis se gira despacio en los brazos de Harry tratando de no despertarlo, quedando frente a él. Le encanta verlo dormir y acariciar su piel cálida en las mañanas, pasar la yema de sus dedos por su mandíbula, arrastrando su mano hasta su mejilla. Pasar su pulgar por debajo de sus ojos, donde se ubicaban las ojeras que han desaparecido con el tiempo. Harry se mueve ligeramente bajo su tacto, su brazo cerrándose más en la cintura de Louis y él sonríe.

"Hey," Louis susurra a un Harry dormido. "Estoy aquí aún."

Harry no se vuelve a mover y Louis continúa acariciando su mejilla con la suavidad de alguien quien nunca ha tocado algo tan hermoso y frágil.

Louis sabe, sin embargo, que tendrá que levantarse dentro de unos minutos. Que tendrá que alistarse para la misión a la que deberá acudir y que deberá dejar a Harry casi por una semana completa. Ahí, solo en una gran base. La felicidad no le dura mucho, incluso cuando trata de desviar sus pensamientos de aquella línea.

Se estira un poco en la cama para besar la frente de Harry, tratando de despertarlo para compartir sus últimos minutos juntos antes de tener que marcharse. Besa sus párpados, sus mejillas y finalmente sus labios. Suave y lentamente, tomándose todo el tiempo del mundo —tiempo que no posee y no va a poseer jamás. Siente la sonrisa de Harry cuando va a besarlo otra vez. Su mano sobre su cintura creando patrones invisibles en su piel.

Drop the game. [Larry Stylinson] [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora