six.

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                                               Dibuja al equipo de rescate un par de veces después de que Max llegara con otro cuaderno, un cuaderno para 'dibujos personales' —como él le había llamado— antes de que fueran a cenar. Tiene casi dos o tres páginas repletas de dibujos, ningún espacio sin rellenar. Y ha dibujado al equipo de rescate, entre otras cosas.

Harry siempre ha sido perfeccionista en cuanto a su don, por lo que se detiene en los pómulos altos de Perrie para dibujarlos a la perfección, rellenos y pronunciados, sobre todo cuando se ríe. Traza la línea del cabello de Max, y lo pinta café, difuminando un poco de color amarillo sobre el café para darle un toque de claridad, esos mechones que se le ven rubios dependiendo de la luz que se pose sobre su cabeza. Dibuja detalladamente los hombros anchos de Rodríguez y se detiene en enfocar su perfil hosco, colocando sombra un poco en el lado izquierdo de su ojos y ceja, dándole la seriedad y el misterio que lo caracteriza.

Dibuja a Niall en su escritorio, deteniéndose en su ceño fruncido por la concentración con las manos entrelazadas delante de él, en su espalda tensa por las horas que ha estado sentado tratando de solucionar un problema y en el cansancio de sus ojos azules. Traza las manos juntas de Liam y Zayn un par de veces, dibujando sus espaldas cuando caminan por los pasillos tomados de las manos, tratando de transmitir, al mismo tiempo, el amor y el cariño incluso cuando sus caras no se pueden apreciar.

Y se detiene por completo en capturar el color de los ojos de Louis, demasiado claros para ser como el mar e igual de peligrosos, demasiado azules para ser como el cielo. Trata de enfocar esa mirada divertida que nunca muere, esa mirada traviesa y peligrosa, y finalmente, termina dibujando su sonrisa. La curva de su labio, un pequeño hoyuelo casi imperceptible que se hace en su mejilla. Sí, Harry es un gran observador.

Sin embargo, pasa la mayor parte del tiempo encerrado en su nueva habitación dibujando, tratando de recordar la cara de su madre, la sonrisa en sus ojos y el cariño cuando lo abrazaba. Trata de recordar a sus abuelos, sus tardes enteras tomando té con galletas y hablando de la vida, y los dibuja sentados en la pradera de lirios cerca de su casa, como la foto que atesoraban y mantenían sobre la chimenea.

Trata de recordar cosas de su niñez también, plasmándolas en el papel delante de sus ojos. Cuando recibió su primer juguete, la felicidad de las navidades, de los cumpleaños, de las festividades, la felicidad de ver la nieve caer y saber que al día siguiente no tendría que ir a clases; en su totalidad, la facilidad de la vida. Cuando aprendió a andar en bicicleta, su primera buena calificación en la escuela, su primer mejor amigo.

Incluso, plasma la tristeza: su primer golpe en las rodillas tratando de correr por la acera, cuando su madre tuvo que viajar por unos días y él la extrañaba un montón, cuando supo que su mejor amiga se había dio de la ciudad y, también, cuando se enteró que su padre había muerto. Dibuja los últimos abrazos, los últimos besos de sus abuelos, en su mejilla, en su frente, en sus manos. El último adiós. El último adiós de su madre.

Porque, a pesar de que puede ver el futuro, Harry no se puede permitir olvidar el pasado.

Al final de la tarde, el cuaderno está lleno de dibujos brillantes. Realmente buenos dibujos y unos cuantos garabatos que hacía cuando ya estaba ligeramente cansado de trazar la misma línea una y otra vez. Escribe su nombre en cada esquina del cuaderno sólo para recordar cómo se escribía, familiarizarse con la H, con la S, y para recordarse quién es él. No es mucho, es sólo su nombre, su firma, pero significa todo para él.

Alguien golpea su puerta y Harry tiene los dedos llenos de pintura, el escritorio desordenado y lápices por todas partes, el agua de la acuarela en su mejilla es una mezcla de colores y no tiene idea de cómo eso llegó ahí. No se alcanza a limpiar las manos o la cara porque hay un segundo golpe, rápido y conciso, así que sólo abre la puerta para encontrarse con el rostro serio de Rodríguez, su espalda recta y sus hombros anchos incluso para tener veinte. La tez pálida interrumpida sólo por un pequeño corte cerca del mentón. El pelo negro al rape.

Drop the game. [Larry Stylinson] [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora