Un par de semanas más tarde, a Max le disparan directamente en el pecho.
Por fortuna, Liam y su equipo de investigadores crearon una especie de chaleco antibalas especial —ellos podrían haber usado un chaleco antibalas real, pero ese tipo de cosas ya no sirven en estos tiempos, considerando que el calibre de las balas que usa La Alianza casi pueden atravesar el metal—. Nadie creía que podrían haber evitado que a Max le llegara una bala, considerando que, como él había dicho, ya estaba escrito en su futuro. Pero sí podían evitar su muerte.
El chaleco está hecho de un material un poco más tosco que el metal, pero impresionantemente flexible gracias a un químico que uno de los científicos, amigo de Liam, desarrolló. No es pesado, ni molesto y Max podía moverse fácilmente con él. Por lo que le dijeron que era mejor que se pusiera dos chalecos bajo el uniforme negro de los visionarios, sólo para estar completamente seguros.
Max volvió a casa con un hematoma en su pecho, dolor en todo su cuerpo y sangre seca gracias a una bala que le rozó en el brazo pero que no alcanzó a ser más que eso, un roce. Pero fuera de todo, estaba bien, y lo más importante, vivo.
Niall estuvo inusualmente feliz y amable todo el día. Gracias a la ciencia.
Harry tuvo dificultades para respirar en casi los tres días en los que el equipo de rescate estuvo fuera, en la misión. No pudo dormir bien, y siempre se encontraba con Louis —quien tampoco estaba muy calmado ya que quería estar donde la acción estaba, no sentado en la mesa del comedor esperando a que su turno comenzara—, bebiendo un poco de té antes de conversar de cualquier cosa excepto de la misión. Para ninguno de los dos era un tema fácil.
Sin embargo, cuando todo volvió relativamente a la normalidad y no hubo ninguna baja, las ojeras bajo los ojos de Harry dejaron de ser tan grandes y Louis estaba más calmado, pero igual de aburrido como cuando ellos se fueron.
"Párate derecho," Perrie indica, detrás de Harry. Una mano en su hombro y su pie entremedio de sus piernas, tratando de colocarlo en una buena posición. "Manos a la altura de tus hombros."
"Estoy derecho," Harry reclama, moviendo sus brazos y puede sentir cómo Perrie bufa detrás de él. "¿Qué?"
"No lo estás," la mano de Perrie va directamente a su espalda, entre sus omóplatos, empujándolo ligeramente hasta que Harry está de pie en toda su estatura. "Deja de esconderte en ti mismo. Muestra que eres grande. Que eres ancho, eso te ayudará ante tu oponente."
"No me escondo."
Harry puede sentir cómo Perrie rueda los ojos. "Y también, deja de quejarte."
Ha estado entrenando con Perrie desde que ella está a cargo del gimnasio. No había ido en un principio a aprender algo, sólo a mirar y había ido sólo para ganar un poco de musculatura. Pero una cosa llevó a la otra y ahora está ahí, siendo entrenado por una de las chicas más duras que le ha tocado conocer. Tampoco es que Harry conozca muchas chicas, pero.
De todas maneras, las cosas han ido mejor de lo que esperaba. Ya no es la persona delgada que solía ser, sus mejillas ya no están tan ahuecadas; se colocan rosadas cada vez que se esfuerza demasiado, y no de ese color grisáceo que siempre estuvo presente en su piel por los últimos años. No se le notan las costillas y sus piernas son mucho más anchas gracias al trabajo físico. Además, ha empezado a mejorar sus reflejos gracias al trabajo de boxeo que ha hecho con Perrie —ella dice que no es tan buena como Louis, pero, para Harry, es lo mejor por ahora— y ha estado entrenando también con Christopher, quien se aparece de vez en cuando por el gimnasio y también practica con Perrie sólo las cosas básicas.
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Drop the game. [Larry Stylinson] [AU]
Fanfiction"Cuando el mundo está sometido en el caos, gracias a que tres súper potencias, llamados La Alianza, se juntaron para destruirlo y cuando el grupo de visionarios capaz de detenerlo cuenta con menos recursos de los que creían posibles, sólo hay una pe...