nine.

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                                                           Harry no ve a Louis por cinco días.

Y tampoco le sorprende, en teoría; sabe que está en una misión de rescate en algún lugar de lo que queda de Estados unidos y está bien, porque eso es lo que hace y es así como se supone que tiene que ser, porque es así como ha sido siempre.

Pero no lo ve por cinco días, tampoco a Rodríguez ni a Max y no han recibido ningún mensaje de que están bien y vienen en camino; es bastante solitario sin ellos ahí, además de preocupante, sobre todo, cuando el primer helicóptero con los rehenes ha vuelto y ellos no.

Pasó en la mañana, la mayoría ni siquiera había despertado para hacer sus cosas del día, toda la base sumida en un silencio, sólo el murmullo de los guardias caminando entre los pasillos de la base. Hasta que el ruido empezó, al principio sólo fueron gritos de comando, instrucciones vociferadas, y después, el ruido se convirtió en las voces de las personas de la base.

Harry ya estaba despierto, una visión había llegado a él a temprano en la madrugada y después no pudo conciliar muy bien el sueño. Había salido de su cuarto, en la ropa que había adoptado como un pijama, encontrándose con Liam y Zayn corriendo apresuradamente hasta la sala principal; él siguiéndolos sin saber qué demonios estaba pasando. Pero ahí, en medio de la sala, estaban los rehenes rescatados junto con dos de los más jóvenes rescatistas del equipo.

"¿Y los demás?" Zayn había preguntado, sin detenerse en formalidades, dirigiéndose a uno de los chicos.

Uno de ellos parpadeó, y el otro miró a toda la multitud congregada en la sala con aire de no saber qué estaba pasando. "¿No han llegado?"

"¿A qué te refieres con eso, Tate?" Liam intervino suavemente, antes de que Zayn pudiera hacerlo. "¿No venían juntos?"

"Sí, veníamos juntos, pero pensamos que habían llegado un poco antes que nosotros." Tate dijo, su voz demasiado temblorosa. Sus ojos grandes.

"Deberían haber llegado con nosotros." El otro chico dijo, frunciendo el ceño sin comprender.

Liam se había acercado a Zayn, tomando su mano y Zayn sólo lo había mirado con cejas alzadas, preguntando sin muchas esperanzas. "¿Crees que haya—?"

"No." Liam había negado rotundamente, siempre con esperanza. "Volverán. Siempre vuelven."

Pero, cinco días habían pasado de eso, y ellos todavía no volvían. Todo demasiado tenso, solitario y preocupante.

Sin embargo, Harry trata de llevar una rutina normal, al igual que todos ahí. Porque, de todas maneras, es lo que tienen que hacer.

Ve a Zayn, en pocas ocasiones, pero lo ve. Y a Perrie, quien se pasa todas las tardes golpeando sacos de boxeo en el gimnasio con una camiseta demasiado larga para su pequeño torso y pantalones de chándal negros. Liam está demasiado ocupado tratando de buscar una cura para alguna enfermedad de la que Harry no tiene idea y Niall habla incansablemente con Naya, tratando de convencerla de que arme un ejército ocultando los detalles más esenciales —Harry, en su mayoría—, pero no tiene demasiado éxito, por lo que Harry puede apreciar.

Sin embargo, por lo que ha visto, la convence de todas maneras y el ejército se armará en menos de lo que Niall espera.

Harry no se lo dice, por supuesto que no lo hace. Considera que es algo que deberá descubrir por sí solo porque no es de vital importancia o urgencia en estos momentos y no afecta a nadie en particular. Es un proyecto a largo plazo, por todo lo que sabe y vio.

Además, ayuda que Niall practique eso de la paciencia y le ayuda a ser más convincente dentro de todo el discurso moral, el cual está acostumbrado a dar y el que no todas las personas se tragan.

Drop the game. [Larry Stylinson] [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora