Zoe se fue furiosa a su habitación, dejando todo desordenado y sucio a su alrededor. Se tiró sobre la cama, sintiendo una oleada de frustración. No podía creer lo que había pasado, y la situación le resultaba abrumadora.
"¿Qué me está pasando?" reflexionó, mirando al techo con una mezcla de enojo y confusión. "Mi profesor de economía, que además es mayor, muy mayor, me besó y se arrepintió porque soy una chica. Necesito hablar con alguien, pero no me animo a contarle todo esto a Brenda. Sé que es mi mejor amiga y que nunca me juzgaría, pero me da pena cargarla con esto."
Se hundió en el poderoso sueño de Morfeo hasta la mañana siguiente, agotada por la noche de insomnio y angustia.
Su sueño se vio interrumpido por el sonido insistente de su móvil. La voz de Brenda, aún cargada de sueño, llegó a través del teléfono.
-¡Holaaa! -dijo Zoe con voz de dormida.
-¡Zoe, ven ya! Tendrías que estar aquí hace media hora -respondió Brenda, su tono impaciente.
-No voy a ir al colegio, no tengo ánimos -contestó Zoe, cerrando los ojos.
-¿Y te crees que yo tengo ánimos para ir al colegio? Ándale, mueve tu enorme trasero y ven -insistió Brenda.
Se escucharon unas voces de fondo antes de que la llamada se cortara abruptamente. Zoe miró el reloj: eran las 8 a.m. "Mientras me ducho y me visto se harán como las 9," pensó. Con poco entusiasmo, se levantó y se metió en la ducha.
A las 8:30, ya había terminado de ducharse y se puso unos jeans azules básicos y una musculosa. No tenía ganas de ir, así que optó por un look relajado. Peinó su cabello y lo dejó mojado para que se secara solo. A las 9:01, se subió al taxi con destino al colegio.
Llegó milagrosamente a las 9:15. Se dirigió a la dirección para justificar su llegada tarde y, después, al salón de clases. Al entrar, recordó que era la clase de Dylan. Con la esperanza de evitarlo, se sentó junto a Brenda, quien la saludó con un sonoro beso en la mejilla.
-No sabes, el profesor tiene un pésimo humor. Ya suspendió a dos alumnos -comentó Brenda.
-Ah, qué raro -respondió Zoe, aunque en el fondo sabía que no era extraño en absoluto. Dylan parecía estar en un estado de ánimo particularmente oscuro.
-¿Zoe, no quieres venir esta noche a bailar? Ya sabes, mañana no tenemos clases y me pareció una buena idea salir a despejarnos y divertirnos -sugirió Brenda.
-Sabes que no me gusta salir. No quiero. Además, no estoy con muy buen humor -dijo Zoe, tratando de evitar la invitación.
-¡Por eso mismo! Aprovecha que tus padres no están y no tienes que pedir permiso -insistió Brenda-. Ya que no estás de buen humor, ¿qué mejor que salir y divertirte?
-No quiero, Bren. En serio te lo digo -repitió Zoe, con un tono de voz más firme.
Justo en ese momento, Dylan interrumpió con un grito.
-¡Silencio! ¿O quiere que la suspenda a usted también, señorita Zoe?
Zoe se quedó sorprendida por su reacción. ¿Qué le pasaba? Pensó mientras se dirigía rápidamente hacia la salida del aula. No quería quedarse a solas con Dylan ni un minuto más. Brenda la llevó a casa y se despidió antes de regresar a la suya.
Al llegar a su casa, Zoe comenzó a limpiar el desastre de la noche anterior. Mientras ordenaba, encontró el anillo de Dylan tirado en el sillón. ¿En serio tiene que estar esto aquí? pensó con irritación. Decidió que no iba a devolverle el anillo ni iba a permitir que viniera a buscarlo.
A las 10, su móvil vibró con un mensaje de texto.
Bren: Dale, Zoe, salgamos. Quiero que te distraigas.
Zoe pensó en la propuesta. Aunque no le entusiasmaba la idea de salir, necesitaba distraerse y conocer gente nueva. Agarró su móvil y le respondió a Brenda.
Zoe: Lo pensé un poco mejor y no es mala idea, pero no tengo nada que ponerme.
Bren: Paso por ti en 10 minutos y te acompaño a comprarte ropa.
Zoe se fue a arreglar un poco el cabello, que estaba enredado. Luego salió de su casa para esperar a Brenda. Juntas fueron de compras, y Zoe se compró un vestido negro que, aunque dejaba poco a la imaginación, le pareció hermoso.
De vuelta en casa, se duchó de nuevo y se secó el pelo con el secador, haciéndole unas ondas con tenazas. Se delineó los ojos y se aplicó un brillo labial. Al terminar, se tomó un par de fotos. Elegió una que le gustó y la puso como foto de perfil en WhatsApp, con la frase: "A veces, si no tienes nada que decir, lo mejor es hacer silencio."
No pasó mucho tiempo antes de que su móvil vibrara nuevamente. Revisó los mensajes y vio que uno era de Dylan.
Dylan: Muy sexy para ser real. Eres chiquita para sacarte fotografías así.
Zoe se indignó al leer el mensaje. ¿Quién se creía Dylan para decirle qué fotos podía tomar? Decidió responderle.
Zoe: Misteriosamente soy real. Bueno, papá, la próxima te pido permiso.
Relato de Dylan
¿Qué me estaba pasando? No había dormido en toda la noche, atormentado por los pensamientos sobre Zoe. Mi mal humor se reflejó en el colegio y, cuando vi la foto de su WhatsApp, no pude evitar escribirle. La confusión me envolvía, y sabía que la única manera de despejar mi mente era salir.
Me duché y me vestí con una camiseta blanca y pantalones grises. Lo bueno de ser hombre es que no tengo que maquillarme, pensaba mientras me preparaba para salir.
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Quemada por la pasión
Fiksi RemajaEsta es la historia de Zoe una adolescente de 17 años que se enamora de su profesor de economía Dylan Scott de 28 años. Ella odiaba el colegio hasta que lo conoció a el, un sexy y apuesto hombre dispuesto a llevarla al mismo cielo con solo acercarse...