CAPÍTULO 13: "DISENCHANTED" (+18)

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  "Everything seems to be exhausting me, no matter how much sleep or how much coffee I drink or how long I lie down, something inside me seems to have given up. My soul is tired."

(Narra Ray)

Abro los ojos. Continúo tirado sobre el sofá de los Way tal y como recuerdo. Sonrío para mis adentros, sintiéndome feliz de no ser de los que olvidan lo ocurrido mientras estuvieron ebrios. Mikes todavía duerme, hasta ronca. Le miro pensando que es probable que no se despierte en todo el día. La primera resaca es especialmente fuerte, pero más para alguien que nunca bebió. Me siento en el sofá y le sacudo con el pie.
Ray:-Mikey...-No obtengo respuesta. -Mikes...-Gira sobre sí mismo, balbucea cosas sin sentido y continúa durmiendo. Niego con el cabeza, resignado. Me alzo despacio sintiendo un mareo bastante interesante. Camino a paso lento hasta la cocina para servirme un vaso de leche y de paso saber dónde está Gerard. Abro la heladera y me hago con la leche fresca, que bien o mal, relaja mi paladar de tantas bebidas fuertes. Miro el reloj. Son las nueve y media. Eso significa que Donna ya se fue, por lo cual nos vio a los tres tirados como indigentes invadiendo su sala de estar. Pero no se molestó demasiado. En tal caso, ya nos habríamos enterado. Busco a Gerard con la mirada y no lo veo por ningún sitio.
Ray:-Gee, ¿dónde estás? ¿Gerard?-De nuevo ese sentimiento conocido. Algo anda mal. Dejo el vaso sobre la mesada y me dispongo a subir las escaleras llamándole.- ¿Gerard, dónde carajos te has metido? Ya no juegues conmigo.-Recorro todas las habitaciones del piso de arriba. Nada. Ni rastro de Gerard. Bajo velozmente y ya le llamo gritando, entre enfurecido y preocupado. Voy hasta el baño y golpeo la puerta enérgicamente.-Gerard, ábreme por favor. Es importante.-Nada. Silencio absoluto.-Sé que estás ahí dentro...-No responde.-Voy a entrar.-Giro el pomo de la puerta y mi pecho se comprime al notar que está trancada desde adentro.
Ray:-Gee, háblame. ¿Estás bien?-Demora un buen rato antes de responder.
Gerard:-Vete Ray, déjame solo.-Le escucho sollozando.
Ray:-No lo haré. Somos familia. Quiero saber qué tienes.
Gerard:-No es nada, de veras. No te preocupes. Déjame un momento solo, por favor.
Ray:-He dicho que no, mierda. Ábreme.-Silencio.-Gerard Arthur Way Lee, no juegues conmigo. Sabes que no me gusta que me jodan...-Más silencio, sólo roto por su llanto. Me encojo de hombros y arremeto contra la puerta, derribándola sorprendido en el segundo intento. "Vaya. Estas puertas son una broma." Gerard está sentado en un rincón de la ducha, desnudo, mojado, con el cabello desaliñado y los ojos rojísimos de llorar. Apenas alza la vista y me mira inexpresivo.
Ray:-¿Qué estás...-Me detengo de golpe.-Eso rojo del suelo, ¿es sangre?-Sé que es así, pero por alguna razón, me resisto a creerlo.-Gerard, tú...
Gerard:-Vete.-Me espeta fríamente. Al ver que no me muevo, eleva el tono.- ¡VETE!-Trago saliva con dificultad.
Ray:-Quiero ver tus muñecas.-Le exijo.-Enséñamelas.
Gerard:-¿Y para qué? No vas a arreglar nada, no puedes.
Ray:-Enséñamelas.-Insisto.
Él se pone de pie y se cubre con una toalla. La sangre aún corre por sus brazos, que oculta detrás de su espalda, pero no soy capaz de ver las heridas. Me le acerco con paso decidido y le jalo de un brazo sosteniéndolo, dejando en total descubierto su muñeca. Ahogo un grito y cubro mi boca con la mano.
Ray:-¿Qué mierda has hecho Gee?-Susurro con tristeza. Él aleja el brazo de un tirón.
Gerard:-Adelante. Haz lo que tanto te gusta. Siente lástima.
Ray:-¿De qué hablas? Yo no...
Gerard:-Pero te diré una cosa Ray: yo no necesito esa mierda. No necesito tu pena, ¿entiendes? Para eso está Mikey. Ve a compadecerlo, como tanto le gusta. Yo no soy igual. No lo intentes conmigo.-Sus palabras me quiebran en dos. No sé qué decir o hacer, nunca me habían lastimando tanto en la vida. Las lágrimas brotan de mis ojos sin que intente detenerlas. ¿Qué sentido tiene?
Ray:-No siento pena por Mikes.-Apenas alcanzo a decir.-Pero por ti...-Le miro fijo a los ojos.-Creí que eras otra clase de persona. Eras mi ejemplo a seguir. ¿Y ahora simplemente te vas a ahogar en una piscina de tu propia sangre? Sí, voy a decirlo. Siento pena por este Gerard. El que yo conocía se follaba al dolor y seguía adelante porque sabía que las cosas se pondrían mejor. El que yo conocía era el eje emocional de su familia porque ayudando a otros, se salvaba a sí mismo. El que yo conocía estaba orgulloso de ser un weirdo porque sabía que podía ser mejor que la gente normal. El Gerard que yo conocía nunca habría dicho todas esas mierdas que acabas de decir porque sabría que lo amo como a un hermano, y que nunca sentiría pena por él. El Gerard que yo conocía recordaría que su amigo, aunque no lo parezca, también tiene sentimientos, y también se siente como la mierda a veces, como ahora, por ejemplo.
Gerard:-El Gerard que conocías era una farsa.-Suelta en tono frío.-Este es el verdadero. El que está cansado de reprimir sus sentimientos, el que llora cada noche en silencio y por las mañanas sonríe como si nada sucediera, el que quiere no volver a despertar, el que se odia a sí mismo, ¡el que asesinó a su propio padre!-Un sonido sórdido de vidrio estallando suena a mis espaldas. Volteo. Allí está Mikey, con expresión de susto, luego de haber dejado resbalar accidentalmente de entre sus manos un jarro con leche. Gerard tiene la respiración muy agitada, ambos miramos a Mikey, que se da media vuelta y se marcha a paso veloz.
Ray:-Mikes...-Apenas susurro. Claro, no me hace caso.-Mierda, ¡mierda!
Gerard:-Vete. Quiero que me dejes solo.
Ray:-No, quiero que me expliques qué ocurrió. No puedo dejarte simplemente así. No soy tan mierda como crees.
Gerard:-¿Qué parte no entiendes? No quiero hablar contigo, no quiero verte, no quiero que te preocupes por mí. ¡Sólo quiero que te vayas al carajo y me dejes solo!-Me estremezco. Mi corazón se comprime hasta quedar del tamaño de un maní. Duele. Duele demasiado. No soporto el rechazo. No puedo lidiar con él. No sé cómo. Intento responder, insultarlo, algo, pero no puedo.
Ray:-No me iré hasta que te vendes.
Gerard:-No voy a hacerlo.
Ray:-Lo haces... O llamo a Donna ahora mismo y se lo digo todo.-Él me mira con odio.
Gerard:-Si lo haces, no vuelvo a hablarte en la vida.-Me encojo de hombros.
Ray:-De todas formas, no podrás impedirlo, ¿cierto? Tú eliges...-Él permanece de brazos cruzados. Saco el móvil de mi pantalón y le doy al discado rápido para llamar a la Señora Way.
Gerard:-Ya, lo haré. Corta, maldita sea.
Guardo el celular de nuevo y permanezco serio observándole. Abre el armario, toma las vendas y las envuelve torpemente alrededor de una de sus muñecas.
Ray:-¿Te ayudo?
Gerard:-No.-Responde con la voz ronca cuando una de las vendas cae al piso y se moja con el agua y la sangre.- ¡Mierda!-Farfulla. Sostengo su brazo, agarro una venda limpia y comienzo a rodear sus muñecas cuidadosamente sin verle al rostro.
Ray:-Con eso debería estar.-Respondo, alejándome un poco.-De nada.
Él bufa.
Gerard:-Ya. Lograste lo que querías. Ahora lárgate.
Trago con dificultad, volteo sin decir palabra y me marcho de la habitación y de la casa. Camino varias cuadras sin destino alguno, quizás con la tonta idea de llegar a casa, pero luego recuerdo que ni siquiera estoy en Newark. Voy hasta la terminal, tomo el primer autobús y durante el viaje permanezco en absoluto silencio, incluso cuando una niña pequeña del asiento de junto me habla y juega con mi cabello. Me dedico a contemplar el paisaje por primera vez en los diversos viajes que he hecho a este pueblo de mierda. Y no está tan mal. Es muy diferente a Newark, pero no por ello menos hermoso. Parece mentira que la gente viva tan infeliz en un sitio que luce como esos en los que te liberas, estás en contacto con la naturaleza y hasta ves en las revistas turísticas. Pero bueno, las apariencias engañan.
Casi sin darme cuenta, llego a casa. Mamá y papá están almorzando y se voltean a verme con sorpresa.
Sr. Toro:-¿Tú aquí tan pronto? ¿Qué ha pasado?
Bien. Podría mentir de nuevo, pero no me gusta hacerlo, menos a mis padres. Además, tampoco tengo muchas ideas.
Ray:-Todo anda mal. Peleamos.
Sra. Toro:-Qué mal cariño, ¿y eso por qué?
Sacudo la cabeza.
Ray:-No quiero hablar ahora, lo siento.
Sra. Toro:-Ya, como prefieras amor. ¿Quieres comer con nosotros? Te sirvo ahora, no es molestia.
Ray:-No, gracias má. Necesito un momento a solas.
Ella mira a papá, se pone de pie y me abraza. Yo permanezco inmóvil un momento y luego correspondo su abrazo, escondiendo mi rostro en su pecho.
Sra. Toro:-Qué te habrán hecho, mi niño...-Suelta mi madre, más bien como pensamiento en voz alta. Me desprendo de su abrazo y subo las escaleras hasta mi pieza. Ellos se miran sin decir palabra. Me dejo caer en la cama y cierro los ojos. Y lloro. Como nunca antes. Con la angustia que sientes que has guardado demasiado tiempo y que se ha multiplicado. La que parece devorarte desde adentro, la que no tiene comienzo preciso, ni final aparente. ¿Cómo es que llegué a este punto? Demasiada resaca para saberlo, demasiada tristeza para pensarlo. Recibo un texto de Alexz al móvil. Decido ignorarlo por completo. No hay nada que quiera hacer. Sólo llorar. Y es a lo que me dedico, hasta quedar dormido.

Mama, we all go to HellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora