"Soy inquieta y áspera y desesperanzada. Aunque amor dentro de mí, eso sí lo tengo.
Pero no sé usar el amor. A veces me araña como si fuese una garra."
(Narra Frank)
Frank:-¿Entonces no estás comiendo?-Le pregunto al weirdo mientras me cepillo los dientes para quitarme los restos de semen de la boca.-Estás hecho mierda, tío.-No sé bien cuál es el motivo que me lleva a hablarle. Follar con un hombre no es lo mismo que hacerlo con una mujer, no se supone que debiera comportarme como si se tratara de algo natural, pero en los últimos días me las he pasado encerrado en mi pieza sin ir a la escuela ni a ningún otro sitio, y ahora simplemente siento que todo me importa una mierda más que nunca. Él me mira sorprendido mientras guarda su equipo de Educación Física en su mochila. Los sanitarios del gimnasio están totalmente vacíos, claro.
No esperaba una respuesta de su parte, pero sin embargo me asombran sus palabras.
Gerard:-No lo llevo bien. ¿Y a ti tu padre te sigue pegando?-Su tono de sarcasmo me hace enfadar, así que lo jalo por la camiseta y lo pongo contra los azulejos, pero al momento lo suelto; no tengo ganas de gastar energía en estupideces, y presiento que el hijo de puta se da cuenta de algún modo. Él continúa en sus asuntos cuando de pronto veo por el espejo que debajo de sus muñequeras asoman cortes profundos en ambos brazos. Frunzo el ceño, algo confundido; Way no es la clase de weirdo depresivo o suicida, eso se le aplica más a su hermano. Él más bien parece del tipo de nerd aburrido con una vida ni buena ni mala, simplemente monótona, y que espera casarse, tener hijos y trabajar en algo grande. Jamás hubiese sospechado siquiera que estaba en eso del self-harm.
Creo que se da cuenta de que lo observo porque se apresura a ponerse un suéter. Se dirige hacia la puerta y cuando parece que va a marcharse, gira sobre sí mismo y me mira.
Gerard:-Lamento que tu padre te golpee. Sean cuales sean sus razones, no es justo.-Sus palabras me dejan perplejo, pero más me hacen sentir expuesto y, por consiguiente frágil.
Frank:-No necesito tu lástima, puta, así que ¿por qué no buscas alguien más a quien dársela?-Él actúa como si mis palabras no le llegaran y responde en tono sarcástico.
Gerard:-No siento lástima por ti. No podría incluso si quisiera. Dudo que alguien pueda hacerlo. Eres tan hijo de puta, que te aseguro, no le inspiras pena a nadie.-Sin darme tiempo a decir nada más, se marcha y permanezco apoyado en el lavabo sin poder evitar sentirme extraño. Es decir, tuve muchas novias, tanto más aventuras pasajeras, pero nunca antes había sido con un hombre, y en especial, nunca antes la persona sabía tantas cosas sobre mí, mientras que él puede leerme como un libro abierto, lo cual me preocupa de sobremanera. ¿Cómo dejé que la situación llegara a esto? Sacudo la cabeza, sin intenciones de pensar en ello y me marcho.(Narra Mikey)
Mamá suspira y cierra la puerta a sus espaldas de un golpe. Mi vista permanece fija en mis pies.
Sra. Way:-¿Qué quieres? ¿Qué es lo que quieres Michael? ¡Dilo de una maldita vez! Qué es lo que no te he dado, ¡rayos! A qué va todo este "ataque de rebeldía" que te estás montando, por qué estás tan empecinado en hacerme perder la cabeza.-No le miro ni me muevo.-¿Es por esa chica, Miranda?
Mikey:-Su nombre es Morgan, y no tiene nada que ver en esto.
Sra. Way:-¿Estás seguro? Porque todos los profesores coinciden en que es una mala influencia, y, la verdad, su apariencia no ayuda.
Mikey:-¿Qué tiene que ver su apariencia? ¿Llevar el cabello rapado y tener tatuajes te hace más culpable? Te he dicho que ella no tiene nada que ver. Además, ¿Qué te hace pensar que no puedo tomar mis propias decisiones?-Le recrimino, notoriamente molesto.
Sra.Way:-Ya, lo tengo. Es un chico, ¿cierto? Estás detrás de algún drogadicto y quieres impresionarlo.-La frustración me arde en la piel. No sé si reír o llorar por lo estúpido de sus palabras, sólo sé que me indigna el hecho de que la gente saque conclusiones sobre mi persona cuando apenas saben mi nombre, como ella hace constantemente. ¿Acaso es tan difícil acercarse a mí y preguntarme directamente quién soy, qué siento? ¿Por qué todos pretenden adivinar lo que me sucede en vez de generar una relación que me dé ganas de contarles? Noto con dificultad que mi silencio aumenta su cólera, pero de todas maneras escojo no decir nada. Intentar hablar con mamá es desperdiciar el tiempo, ella está demasiado obsesionada con sus propias ideas y forma de ver las cosas como para ser capaz de escucharme. ¿De dónde diablos sacan todos que soy gay? ¿La inteligencia no les alcanza para darse cuenta de que la falda fue un acto de rebeldía? Está bien, lo pasé por alto las primeras veces, pero ya está empezando a fastidiarme, porque además, al menos mamá, lo insinúa de manera acusadora, como si en el caso de que lo fuera, dejara automáticamente de ser su hijo. Eso sí me duele. Por más que me las tire de fuerte, me duele, y mucho. ¿Hace falta tan poco para que mi propia progenitora reniegue de mí? Eso pasando por alto el sarcasmo en la pregunta que me suelen hacer de por qué me odio a mí mismo. ¿Cómo se supone que puedo quererme y respetarme, cuando nadie más lo hace, ni siquiera mi madre? No tiene el más mínimo sentido...
Sra. Way:- Mira Michael, mi paciencia, al igual que todo en esta vida, tiene un límite y tú ya lo has cruzado hace rato. No estoy dispuesta a seguir teniendo monólogos cuando me dirijo a ti. Si te hablo, es para que respondas, así que deja de ignorarme y pensar en otras cosas mientras estoy aquí, y préstame maldita atención.-Permanezco completamente inmóvil y con la mirada perdida, viajando a propósito en mi mente para evitar al menos una parte de la ira que me producen sus palabras, engreídas, soberbias y estúpidas. Ella se encoleriza y empieza a abofetearme mientras insiste en que le responda. No hago ademán de ningún tipo mientras esto ocurre sino hasta que suelta la frase disparadora de sentimientos, como el interruptor de la bomba de tiempo en mi interior: "¿¡Además de gay, eres sordo!? Contéstame, MARICÓN." Y de nuevo no soy yo. El monstruo más violento de todos los que viven en mí comienza a arañarme por dentro, desesperado por salir y manifestarse, y se me escapa sin que pueda detenerlo, devolviéndole una enérgica bofetada a mamá, quien me mira directo a los ojos con una mirada que es cincuenta decepción y cincuenta odio, probablemente esperando una disculpa.
Mikey:-No vuelvas a llamarme de ese modo. No vuelvas a hablar de mí. Tú no me conoces, no tienes idea de quién soy, y nunca te has preocupado por ello, así es que cierra la boca, encárgate de tu vida y la de tu hijo prodigio y no me jodas. Ah, y, sólo para que lo sepas, las veces que me marché de la escuela, lo hice porque quise hacerlo, nadie me obligó a nada. Este es tu hijo, y a tu hijo le importa una mierda la escuela. ¿Contenta?-Mi voz suena asombrosamente firme y decidida. Ella permanece en silencio con una expresión indescifrable y me marcho a mi pieza sin pedirle permiso, a lo cual no reacciona de ningún modo. ¿¡Qué diablos fue eso!? ¿¡A caso acabo de hacerle frente a uno de mis monstruos más grandes!? ¿Le grité las verdades a mamá?, más que eso, ¿¡le pegué!? No, no puede ser. Esto realmente no puede estar ocurriendo. Seguro es un delirio mío. Espero en silencio a que algo raro se manifieste y me haga saber que esto es parte de un sueño o una alucinación, pero nada sucede.
Rayos. Efectivamente lo hice. Le pegué, a mi propia madre. Eso me hace sentir extraño... Por un lado, sé que llevo la razón. No tiene derecho a tratarme de ese modo ni a faltarme el respeto o menospreciarme, así es que me alegro de por fin haberle dicho lo que pienso con respecto a ella. Pero por el lado "consciente", si es que tengo uno, me doy cuenta de lo que acabo de hacer. Crucé el único límite que había en nuestra relación, la agredí físicamente, a la mujer que me dio la vida. ¿Y con qué derecho? Está bien, la mujer es una perra conmigo, pero eso no justifica mi actitud. Nada justifica la violencia hacia nadie, menos a una mujer, y menos aún si ella es tu madre.
Me siento en la cama, convencido de que he enloquecido completamente, esta vez va en serio. Tomo el frasco de píldoras de la mesita de noche y lo observo entre mis manos. ¿Qué no puedo comportarme con naturalidad sin esta mierda? No puede ser que un ser humano actúe según lo que le produzca una pastilla. El raciocinio es un don del que todos deberíamos gozar por igual, no es nada justo que gente como yo se convierta automáticamente en un hijo de puta si no reprime sus más bajos instintos con medicación. El caso es que esos instintos no deberían estar ahí... Como sea. Vuelvo a dejar el frasco en su lugar y cuando paso distraídamente la vista por mi pieza, veo que dejé el armario abierto. Allí, en un rincón, bien al fondo, me observa el bajo negro, abandonado hace tanto tiempo, casi suplicándome que lo saque y lo use. Lo cierto es que desde que falleció la abuela Helena, mi interés por la música se vio atenuado. Ella era quien me incitaba a seguir en eso, ella fue quien convenció a mamá para que tomase las clases, ella siempre me apoyaba y creía en mí mucho más que yo mismo. Pero cuando se marchó, todo eso se tornó gris y triste, tonto y sin sentido. Me pongo de pie y lo quito del armario para apoyarlo sobre mi falda. Le retiro el polvo con cuidado, lo enchufo y rasgo despacio sus cuerdas. Probablemente aún suene como antes, pero, como he dicho, desde que Helena no está, toda melodía se volvió melancólica. He oído decir por ahí que uno sólo escucha la música cuando su corazón comienza a romperse, cosa con la cual estoy ampliamente de acuerdo. ¿Por qué entonces sepulté mi bajo en este armario? ¿A caso creí que de ese modo podía mantener alejado el dolor, el miedo, la angustia? Eso no es posible, desembarazarte de un tormento no es tan simple como fingir no ser consciente de su existencia, y cuanto más reniegas de él, más fuerte se hace. ¿Para qué insistir entonces? Me cuelgo el bajo y empiezo a tocar la primer melodía que se me viene a la cabeza, algo totalmente nuevo, algo muy diferente a lo que solía componer antes. Una melodía que es capaz de expresar de forma sencilla el dolor y la ira de haber perdido a mi abuela, junto con el amor que siempre le tuve; por eso decido llamarla "Helena". Al rato, recibo una llamada de Morgan al móvil.
Morgan:-Hey, Mikey. ¿Qué tan mal lo llevas en escala del uno al diez?
Mikey:-Hola. Pues, la verdad, no sabría decirlo. Me siento raro.
Morgan:-Ya, ¿pero te han armado un escándalo demasiado grande?
Mikey:-Sí, mi madre está como fiera.
Morgan:-Vaya mierda, todavía no puedo creer que haga todo eso sólo porque se enteró que salteas clases. A mis padres les importa una mierda. Los citaron un par de veces, pero con el tiempo se dieron cuenta de que seguiría haciéndolo y de que no podían hacer nada por evitarlo, así es que se resignaron. ¿Por qué no pruebas lo mismo? Tal vez funcione.
Mikey:-No. Mamá es diferente. Ella no me dejaría en paz, nunca lo haría. Porque disfruta jodiéndome la vida. No tiene nada mejor que hacer.
Morgan:-Entiendo... ¿Entonces qué harás? ¿Dejarás de saltear clases?
Mikey:-Claro que no. Me joderá de todos modos, haré lo que me venga en gana. Quiero ver qué tiene contra eso.
Morgan:-Ya, como quieras. ¿Entonces qué, muñeca? ¿Mañana te vienes?
Mikey:-¿A dónde?
Morgan:-A mi casa, claro ¿Qué es una fiesta sin putas?
Mikey:-¿Fiesta? ¿Qué clase de fiesta?-Frunzo el ceño, entre sorprendido y asustado por sus palabras. Morgan no es (o al menos, no parece ser) la clase de chica que asiste a fiestas. Es más, dudo que alguien la invitara por su apariencia extraña, su mal carácter y, claro, sus amigos, uno nerd y el otro un asmático de sexualidad dudosa. ¿Por qué habría de dar una en su casa?
Morgan:-Mmm... No lo sé. Si Dijera que es una fiesta de cumpleaños, sonaría demasiado marica, así que...
Mikey:-¿Mañana es tu cumpleaños?
Morga:-Nope, no es sino hasta el sábado, pero para entonces mis padres seguro montarán alguna ridícula reunión familiar. Puedes venir también si quieres, pero no sería demasiado conveniente para ningún ser humano. Créeme que sé por qué te lo digo.
Mikey:-Ya, entonces... ¿Quiénes van?
Morgan:-Me extraña tu pregunta, nena. ¿Qué tantos amigos además de Pete y tú tengo?-El silencio se prolonga durante algunos segundos. Metí la pata. Ninguno de nosotros tiene amigos fuera del grupo, y estoy seguro de que por más que Morgan le dé siempre un tono cómico, no le hace ninguna gracia. A nadie le gusta sentirse solo, indeseado, rechazado o poca cosa. Y cuando uno dice desear estar solo, en realidad sabe que lo está, y pretende acostumbrarse a eso para no sufrir tanto, convencerse de que no necesita a nadie, cuando la realidad es que nadie necesita de uno. Me muerdo el labio inferior, sin saber demasiado qué decir o hacer.
Mikey:-Sí, bueno. Pensé que... Como sea, olvídalo. ¿A qué hora quieres que vaya?
Morgan:-Cuando quieras, nena.
Mikey:-Está bien, entonces hablo con Pete y vamos juntos.
Morgan:-Ya, como prefieras. Pero aguarda un momento: con todo el tema de hoy, dudo seriamente que tu madre te deje venir...
Mikey:-Probablemente lo intente, pero no insistirá demasiado. Nunca lo hace, no con respecto a estas cosas, no te preocupes.
Morgan:-Lo que digas. En cualquier caso, me tienes al tanto, ¿va? Tengo que dejarte, te cuidas.-Me cuelga y permanezco inmóvil durante varios segundos, pensando en todas las cosas que pasaron hoy. Las imágenes de la discusión con mamá todavía se repiten en mi mente, pero mi conciencia está totalmente adormecida. No siento ninguna clase de culpa o tormento al recordar que le di di una bofetada, por el contrario, mi ira crece hasta causarme dolor físico.
Nunca pensé que podía llegar a odiarla, porque más allá de todo, es mi madre. Pero nadie en esta vida me ha hecho sentir tan insuficiente, tan mediocre, defectuoso e inútil. Nadie me ha humillado tanto hasta el punto de sentir desprecio por mí mismo. Nadie ha pisoteado de tal forma mi dignidad hasta reducirme a la nada, nadie ha violentado mi intimidad y mi espacio personal al nivel en que ella lo hace con sus acusaciones ridículas y sus hirientes desprecios, incluso mucho más hirientes que las burlas de los chicos en la escuela. Así que sí, la odio, sin ninguna clase de sentido figurado.
-Ella no me gusta.-La voz de Harley me sobresalta, devolviéndome a la realidad. Ella está de espaldas a mí, viendo por la ventana. Gira, me mira y se sienta a mi lado en la cama.
Mikey:-¿Quién?-Le interrogo, luego de algunos segundos.
Harley:-Tu madre. No me gusta nada. Tal vez no sea su intención, pero es muy mala.-Bufo y me recuesto sobre la cama, sin demasiadas intenciones de discutir sobre ello, ni sobre ninguna otra cosa.-Pero...-Prosigue.-De todas formas creo que no deberías haberla golpeado.
Mikey:-Sí, ya lo sé. Es una mujer y además es mi madre, no tengo ningún derecho de...
Harley:-No lo digo por eso. Ella no tenía que haberte insultado ni golpeado en ningún momento, y sin embargo, lo ha hecho y seguirá haciéndolo. Es tu madre, no tu dueña. Y tú eres su hijo, una persona, un ser humano. No una mascota, o un juguete, o un esclavo. A sí que me importa una mierda todo lo que dices, se lo merecía.-Mi expresión de sorpresa no tarda en hacerse presente. Vuelvo a sentarme y la observo en silencio.-Pero esto te traerá consecuencias. No esperarás darle una bofetada a tu madre y que quede en el olvido como cuando ella te golpea a ti, ¿cierto?-Bajo la mirada a mis manos, recién cayendo en la cuenta de lo que me dice.-A tu hermano no le gustará nada ponerse al tanto de ello...-Mierda. Gerard va a odiarme. Más que eso, me matará.
Mikey:-¿Crees que se lo cuente?
Harley:-Seguramente lo hará, se montará una escenita de "mamá golpeada" y con esa fachada de víctima brutal, pondrá a Gerard en tu contra, eso si no se encarga de esparcir el chisme por todo Belleville.-El nerviosismo se hace presente en mí.
Mikey:-No, no puede ser tan dramática.-Ella me dedica una mirada sarcástica.
Harley:-¿De veras? ¿Aún no te das cuenta de que esa mujer es capaz de todo?-Tiene razón, claro. Pero es que todavía me horroriza, de formas que no puedo explicar en palabras. No sé quién seas, o por qué estés leyendo mi diario, pero imagino que sabrás lo que es sentirse traicionado, atacado, oprimido, odiado, inadaptado, anormal y todo un montón de cosas que podría seguir agregando eternamente. Bueno, un conjunto de estas cosas potenciadas es lo que experimento cada vez que mi madre manifiesta estar en mi contra. ¿Cómo se puede ser tan dañino sin pretenderlo, sin saberlo? O peor, ¿cómo se puede odiar tanto a un hijo como para causarle todo este mal a propósito? No lo sé, simplemente, cualquiera de las opciones es terrible.
Mikey:-Morgan me invitó a su fiesta de cumpleaños.
Harley:-Tss, ni creas que vas a poder ir.
Mikey:-No digas eso, Morgan me mataría. Solo nos invitó a Pete y a mí.-Ella alza elentrecejo.
Harley:-Vaya. No parece precisamente una chica impopular...
Mikey:-No lo sé, ella tampoco se acerca a nadie, no tiene paciencia para la gente imbécil.
Harley:-Ya, entiendo. Pero bueno, si es tu verdadera amiga, entenderá tus razones.
Mikey:-Ah, claro. ¿Y se supone que vaya y le diga que golpeé a mi propia madre? Perdona, pero es algo horrible. No puedo decírselo. Le caerá terrible y seguro dejará de hablarme.
Harley:-Okay. ¿Entonces cuál es el plan?
Mikey:-No estoy seguro. Prefiero no adelantarme a nada; con un poco de suerte, logro ir igual.-Harley hace una mueca de inseguridad y vuelvo a dejarme caer sobre la cama.
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Mama, we all go to Hell
Fanfic"Oh! dolor, este mío. Pero dejádmelo que de mí el se nutre y yo de él vivo". Mi nombre es Mikey Way y voy a contarte mi historia. Bah, no toda ella, eso sería imposible. Pero sí una parte, la que considero que más me marcó y quizás, la más dolorosa...