CAPÍTULO 20: "THERAPY" (+18)

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"Yo me muero extrañamente...
No me mata la vida,
No me mata la muerte, no me mata el amor; 
Muero de un pensamiento mudo como una herida...
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor?"

(Narra Gerard)

Gerard:-¿Le controló el pulso?-Pregunto, viéndole cada vez más pálido, con mejillas y ojos enrojecidos.
Doctora:-Es una anestesia general, una muy fuerte. Lo más probable es que duerma hasta mañana, pero depende de cada organismo.-Me le acerco y le toco la frente, cubierta de un sudor frío, gélido.-Estará bien, no te preocupes. La peor parte ya ha pasado. Lo importante...-Desvía la vista hacia mamá.-Es que se aseguren de darle las inyectables, dos por día, en la mañana y en la noche.-Frunzo el entrecejo.
Gerard:-¿Inyectables? Él estaba consumiendo pastillas...
Doctora:-Al parecer no.-Agita un frasco de píldoras que toma de la mesita de noche.-De lo contrario, no habría tenido un ataque de estas magnitudes.-La satisfacción de la mujer al pronunciar estas palabras reflejada en una leve sonrisita me encoleriza. ¿A caso hay algo de gracioso o divertido en esta situación?-Y obviamente, van a tener que buscar la manera de llevarlo con un psiquiatra.
Sra. Way:-¿Qué hay con lo de la Esquizofrenia? Es que ya es lo último que nos falta...-La última frase es apenas un susurro, como un pensamiento en voz alta.
Doctora:-Bueno Sra Way, eso no puedo decírselo con certeza. Lo determinará el psiquiatra después de hablar un par de sesiones con su hijo. De todas formas, insisto en que la mente y su estado son totalmente dinámicos. Que Michael esté enfermo hoy no significa que vaya a estar así para siempre, puede mejorar con el tiempo. Un ataque de tipo esquizofrénico puede ser causado por una experiencia traumatizante y no generar un estado de permanencia. Así es que ahora debo preguntarle: ¿Michael atravesó recientemente alguna situación que se pueda calificar como tal?-Un nudo se me hace en la garganta y mamá y yo intercambiamos una mirada fugaz.
Sra. Way:-Bueno, mi marido... Él tenía un tumor cerebral maligno. Falleció hace un par de meses.-Baja la mirada y el tono de voz.-Y las cosas no marchan demasiado bien entre nosotros.-La doctora asiente con la cabeza poniendo expresión de circunstancia.-
Doctora:-Entonces con más razón necesitará ayuda psicológica. ¿No consideró el efecto emocional que esta situación tendría, especialmente en un chico con características como las de Michael?-Mamá traga profundo, balbucea monosílabos pero no dice nada.-Bueno, de todas formas, siempre estamos a tiempo de corregirlo, así que le recomiendo que lo trate con suma delicadeza. No le hable de nada de lo sucedido, espere a que manifieste cómo se siente, no se lo pregunte. ¿Entendido? Demás está decir que ante cualquier anomalía me llame de inmediato.-Donna asiente con la cabeza y acompaña a mamá hasta la puerta. Permanezco viendo a mi hermano dormir y de pronto recuerdo las veces que nos encontramos en situaciones ligeramente similares a esta. Recuerdo las noches en el hospital cuando ambos éramos niños, o cuando sostenía su mano hasta que se dormía porque tenía miedo. Dios. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo y cuándo llegamos a esto? Basta una mirada alrededor para ver que lo perdimos absolutamente todo. ¿Y por qué? ¿Todo esto fue nuestra culpa? Papá muerto, mamá y sus pastillas para dormir, yo y las navajas, Mikey y su mundo imaginario, todo eso no son más que mentiras, falsas maneras de poder seguir diciendo que estamos bien, cuando nunca lo estuvimos. Pensamos quizás, tontos, ingenuos, crédulos, que alguna de esas tonterías podría ayudarnos, salvarnos, pero no son más que falsas salidas. Nadie puede salvarte más que tú mismo, pero, ¿y qué pasa si ya no quieres ser salvado? El problema es que vivimos pensando que debemos adaptarnos o acostumbrarnos a la tristeza, al dolor. Pasarlos por alto, aprender a ignorarlos, en lugar de solucionarlos. Y no es así. Nunca lo fue. Pero si aprendes demasiado bien tu papel de víctima en la obra que es la vida, el director (ya sea Dios, el destino o quien sea) va a darte dicho protagonismo hasta que ésta termine. No quiero, definitivamente no quiero, ser una víctima. Quiero ser el fuerte, quiero ser quien no se dé por vencido, quiero ser el que diga que todo estará bien y realmente lo crea. Pero soy débil. Y cruel. E inútil. Y no puedo ayudar a nadie, nunca pude.
Permanezco sentado junto a Mikey, que duerme en su cama luego de haber sido sedado con una inyectable por sus delirios y su reacción violenta ante la doctora. No entiendo qué diablos pasó... No sé qué siento, ni qué debería sentir. Solo sé que las emociones que experimento son todas negativas, y tan fuertes, que parecen querer devorarme. Ya no sirve llorar, nunca sirvió. Pero me duele, y lo necesito, y no voy a pensarlo esta vez. Una lágrima tímida asoma a mis ojos, seguda de otra, y otra, y liego otra. Y es tonto, y no tiene sentido, pero es real. Es el verdadero Gerard el que llora ahora, el que se descubre y admite que está destrozado. Soy yo. No más máscaras. No más juegos. Solo yo.

Mama, we all go to HellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora