"Una semana después"
Los días pasaron con relativa rapidez. Poco a poco Antonio se había ganado la confianza y el afecto de los tripulantes que, al parecer, consideraban que el español tenía lo que había que tener para estar ahí, pues en los jaleos que se montaban a veces, no había ninguno del que el castaño huyera; enfrentándose a cualquiera que le retase aunque nunca llegasen a las manos debido a lo mucho que intimidaba Antonio a pesar de su delgadez y el tamaño en comparación con los enormes piratas.
Aunque con quienes de verdad entablo amistad fue con Bill, el cocinero del que, por cierto, se convirtió en aprendiz pues, por cosas del destino, Arthur siempre le mandaba a la cocina. Eso le hacía gracia ya que sabía que Arthur era un autentico mentiroso cuando alegaba que le mandaba allí porque no encontraba otra tarea que encomendarle. Pero esos ojos brillosos y esos gestos de satisfacción cuando comía y pensaba que no le veía, le confirmaba que a ese huraño inglés le encantaba su comida. Y el otro fue el grumete, con quien entablaba animadas conversaciones en las que el niño le contaba parte de su infancia o le animaba con sus inocentes comentarios. Eran casi inseparables, el ibérico le brindaba toda su protección como sí de un padre se tratase.
Algunas veces le tocaba a Antonio limpiar el barco, pero solo unas pocas salas en las que nunca se encontraba el camarote. Al parecer, todo el mundo tenía prohibido entrar solo en esa misteriosa habitación ¿Qué estará tramando? se pregunto una vez el español cuando vio a Arthur disparar en la pierna a uno de sus hombres por entrar sin permiso en el camarote. Algo estaba ocultando ese rubio, y lo primero que le vino a la mente fueron aquellos documentos que guardaba el capitán con tanto recelo. Tenía curiosidad, no lo iba a negar, y para poder saber de que iba la cosa, tendría que ganarse la confianza de Arthur. Aunque eso se le hacía realmente complicado, sobre todo cuando...
-¿Qué? ¿Disfrutando de las vistas?- Preguntó el español con sorna mientras limpiaba el suelo de rodillas, intentando ocultar su cabreo al notar la mirada pervertida del inglés detrás de él, con esas esmeraldas brillantes clavándose en su culo. Es su perfecto culo, he de añadir.
-Yes- Sonrió el de cabellos dorados, apoyándose en el palo mayor, sin apartar los ojos de ese precioso paisaje que le brindaba Antonio- Podría pasarme todo el día así- Comento con un suspiro, como si estuvieran hablando del clima, aunque al castaño no le paso desapercibido el tono pervertido que usó, poniéndose un poco rojo y frunciendo el ceño.
-¿No tienes otras cosas que hacer que dar la matraca aquí?
-Es que nada de lo que tengo que hacer es tan divertido- Respondió jocoso haciendo que el contrario suspirase, dándose por vencido.
Durante esa semana, sus encuentros se habían limitado a la noche, cuando Arthur le encomendaba al español alguna tarea (Aunque siempre se limitaba a la cocina). Pocas veces el inglés había vuelto a forzar al español después de ese fugaz beso. Le tomaba con rudeza y rapidez, en ocasiones de forma incluso más salvaje de lo normal. El rubio no decía nada cuando lo hacía, ni siquiera parecía pensar, como si ya fuera algo que le saliera solo. Algo andaba mal, eso era algo que Toño tenía muy claro. Ya no veía en eso ojos verdes el enfrentamiento, la necesidad de quedar por encima sin importar el daño que pudiese ocasionar...No, ahora solo creía, parecía, ver el arrepentimiento en esas orbes que le observaban desde cerca pero a la vez en la mismísima lejanía que había entre ellos. Pero claro, era Arthur, nada con él era seguro, ni siquiera el saber por lo que pasa por su cabeza.
Algo había cambiado. Y no solo en el comportamiento de el británico, sino también dentro de él, de esa ansiedad que sentía cuando el otro no le tocaba, cuando le decía lo que tenía que hacer y nada más, cuando ni le miraba dedicándose solo a mantener la vista en sus papeles, en los que parecía absorto...Esos papeles... ¿Qué estaría ocultando?
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Océano de Esmeraldas (Hetalia/Yaoi)
FanfictionEspaña e Inglaterra siempre se han llevado mal, quizá demasiado, sobre todo en la época de los piratas, donde todo valía aunque usaras sucios trucos. Pero, ¿y si eso no es más que un sentimiento que ambos intentan ocultar o negar con odio? Una larg...