CAPÍTULO2: SER MÁS FUERTE QUE UN TITÁN
Pensar solamente en lo pesados que estaban mis párpados esa mañana y darme cuenta que en ese momento me encontraba discutiendo abiertamente sobre la lucha de Zeus contra los Titanes, era algo bastante extraño. Mi cuerpo se sentía completamente exhausto e incluso parecía adolorido, pues no había podido pegar ojo en toda la noche anterior ya que mi mente no paraba de preguntarse qué era lo que había hecho mal en todo un año para que Adon no se atreviera a confiarme que era homosexual. Pensar que yo le había contado toda clase de cosas sin ningún tapujo y que él no hubiera sido capaz de hacer lo mismo conmigo me dolía en el alma. Estaba enfadada, con él y conmigo misma por no haberme dado cuenta antes de algo así, pero sorprendentemente no mentía en decir que no se notaba, nunca había dado señales de ello, nunca le había visto emocionado hablando sobre alguien o saliendo con alguien en todo el año, por lo que yo misma asumí que era heterosexual como si aquello fuera la cosa más usual.
Con todas las dudas en mi cabeza sobre mi relación de amistad con Adon, mi mente tampoco hallaba paz a la hora de relajarse, al mínimo segundo de tranquilidad la culpa se instalaba en mi pecho. No había sido capaz de centrarme en ninguna clase de la mañana, pero parecía que mi mente se había relajado un poco cuando había visto que Evan Aegle entraba por la puerta. No por el hecho de que fuera o no atractivo, porqué admitiéndolo podría ser inteligente, pero atractivo o guapo no estaba dentro de la definición del chico, más bien era feucho y delgado, muy delgado. Como decía no era por el hecho de que entrase por la puerta, sino por el hecho de que se sentó justo a mi lado, cuando en el día anterior dejó dos sillas libres entre nosotros. Y la situación aún se hacía más extraña debido a que era la única alumna dentro del aula. Al mirarle le vi una sonrisa de suficiencia en su cara y antes de que pudiera extrañarme por eso, se agachó y sacó sus libretas y su estuche. Una vez colocados encima de la mesa hizo el mismo ritual que el día anterior; sacó tres bolígrafos y los colocó perfectamente rectos. Azul, negro y rojo. Ese era su orden.
El profesor entró en el aula rompiendo mi curiosidad por los actos de Evan. Al girarme para saludar pude hallar en su mirada cierta pena hacia mi persona, y los recuerdos de la clase anterior me golpearon en menos de medio segundo. Ellos estuvieron allí ayer, durante la confesión de Adon y sus sentimientos por Carlos. Al girarme de nuevo para ver con incredulidad a Evan vi cómo me miraba directamente a los ojos con una sonrisa cargada de cinismo e ironía. Las ganas de proporcionarle un puñetazo en la cara habían nacido en mi interior, ¿pero qué era lo que este se creía? Su actitud de ayer comparada con la de hoy era totalmente desconcertante, ¿qué era lo que le hacía sonreír? ¿El hecho de que ayer pasé un mal rato debido a la poca confianza que un amigo me tenía? ¿Era eso lo que le hacía sonreír? ¿Mi tristeza y mi disgusto?
Paula discutía efusivamente con uno de los chicos de atrás defendiendo que Zeus había sido el más poderoso de la guerra contra los Titanes, mientras que el otro defendía a Hades y a Posidón, otorgando que sin ellos, Zeus no habría hecho nada de nada. Mi compañera estaba totalmente indignada y parecía no querer escuchar otra opción que no fuera la suya. El profesor Parker tenía una sonrisa pintada en la cara mientras observaba la escena. Parecía que cuanto más alboroto había, más disfrutaba. Supongo que era porque veía una enorme pasión por los chicos encarada a la asignatura y eso era lo que más le debía gustar, que sus alumnos amaran la asignatura que él impartía.
Su actitud era realmente distinta a la de cualquier otro profesor. Pero era mucho mejor, ya que se mostraba interesado por nosotros, por enseñarnos. Y, nosotros, los alumnos, se lo agradecíamos con momentos como esos, dándole debates pasionales que parecían divertirle sumamente.