Capítulo 4: "Humano y caballo"
La divertida noche del viernes parecía quedar ya muy atrás en mi memoria, por mucho que lo hubiera pasado bien con Adonis y con Paula en la cena, los innumerables trabajos que había hecho durante el fin de semana, que en realidad solo fueron tres pero que parecieron veinte, habían acabado con todo el espacio que había en mi mente. En esos momentos parecía más un zombi que un humano decente, y la biblioteca pública de Barcelona se había convertido en mi nuevo hogar, pues me había pasado horas y horas leyendo textos de esta en griego y en latín. Todos los que creían que estudiar filología era algo fácil no conocían a mis profesores. Estaba agotada, tan física como mentalmente, las ojeras ya eran algo común en mi rostro y por mucho que aplicara corrector, estas aún se notaban. Pero aun así estaba contenta, porque lo bueno de no haber casi dormido durante el fin de semana, equivalía a poder dormir cuando llegara a casa durante toda la semana, pues todos los trabajos ya estaban entregados y expuestos.
Sólo una hora me separaba de la relación amorosa que tenía con mi cama, pero al ser la hora de mitología mi sistema lo recibió como un premio por haber superado ese día. Al entrar en el aula todos me sonrieron cálidamente, contentos de poder asistir una vez más a las clases del profesor Parker. Era algo extraño ver a la gente emocionada por dar una clase, pero hacía gracia en cierto modo, ya que todos los presentes probablemente nunca creímos posible que algo como eso pudiera ocurrir.
Me senté en mi sitio, dejando caer mi mochila en el suelo con pesadez, era muy cansado vivir mis días llenos de trabajo, pero por fin se habían acabado...al menos, hasta dentro de un mes.
-¿Día duro? -preguntó la voz de Paula quién se estaba sentando a mi lado. Esta me hizo darme cuenta de la ausencia de Evan a mi derecha, y mi mente recordó la última vez que hablé con él; no paraba de repetirse mentalmente cuan distinta era de los demás. Parecía asombrado y asustado a la vez, pero no pude decirle nada más, pues el chico había vuelto a salir corriendo del aula nada más finalizó la hora.
-Más bien, un fin de semana duro, creo que en todo el fin de semana he dormido cinco horas -le dije a mi amiga con resignación.
-La universidad chica -dijo ella sonriéndome apenada.
-Lo sé, pero lo único que deseo es volver a mi cama ahora mismo.
-¿Lo del viernes estuvo bien no? -Preguntó Paula con un deje de esperanza en sus ojos.
-Sí, ¿te lo pasaste bien con nosotros?
-¡Mucho! -Exclamó ella divertida.
-Me alegro por ello.
Evan entró en el aula y el silencio se internó en ella, o al menos así fue para mí. Aún estaba un poco confusa por la última conversación mantenida con él. Se me hacía imposible no sentirme extraña o expuesta delante de él, pues no sabía cómo debía actuar ya que no sabía a qué Evan me encontraría, ¿al frío y rígido? ¿O al amigable y sociable? Eran tan extremos el uno del otro que se hacía ridículo intentar seguirle la corriente, pues cuando querías darte cuenta, esta ya había pasado por encima de ti, dejándote medio ahogada en el camino, intentando encontrar aire después de la confusión.
-Buenos días –dijo Evan al sentarse a mi lado.
-Buenos días –respondí sin mirarle, mientras sacaba de mi estuche los utensilios que usaría en la siguiente clase-. ¿Estarás contento hoy no? –Pregunté una vez se sentó a mi lado.
Me miró extrañado, sin comprender por qué le estaba preguntando eso y antes de que él pudiera volver a hablar, yo ya me había adelantado-. Digo, hoy toca Posidón, ¿no?