CAPÍTULO 7: CASTA, PURA, LISTA Y HERMOSA.
-Pues yo estoy a favor de lo que hizo –dije nada más mis compañeros me dejaron un espacio para hablar, pues este tema había causado mucha polémica, como ya todos los temas hacían. Parecía que sería imposible ponernos todos de acuerdo en una clase, todo el mundo tenía su opinión y todos sabíamos defenderla con uñas y dientes.
-Tú estás mal de la cabeza –dijo Paula mirándome asombrada.
-Estoy con Paula –respondió Evan con su ya característica sonrisa burlesca en su rostro-. Atenea se pasó transformando el pelo de Medusa en serpientes y lo sabes –si esta no fue la milésima vez que no me había llevado la contraria en esa clase, no me la había llevado ninguna. Se ve que se tomó lo de se metería con Atenea al pie de la letra, pues no había hecho otra cosa desde que entró en el aula, llegando incluso a pronunciar palabras mal hirientes hacia mi persona cada vez que le respondía con algún argumento. Y honestamente, ya me empecé a hartar.
-Pues yo lo veo bien. Profanaron su templo sagrado, era lo mínimo que podía hacer para hacerse respetar –respondí-. Además, toda la culpa la tiene Posidón, si hubiera sabido guardarse su virilidad dentro de sus pantalones nada de esto habría pasado, o simplemente pudo haber buscado otro sitio para copular, es que parece que lo hacía para provocar.
-Si Atenea era una estrecha no era problema de Posidón –respondió Evan intentando terminar con mi paciencia.
-No es ser estrecha, es tener orgullo y dignidad. Da gracias a que no le matara.
-Eres igual de estrecha que ella, ¿verdad? –Preguntó y mis ojos no pudieron hacer otra cosa que abrirse con incredulidad. La cara de Evan dudo unos segundos y cerró los ojos intentando asimilar lo que acababa de decirme. Yo solo podía esperar una disculpa por sus palabras. Me había hartado de su comportamiento hacia mí. Al abrirse, sus ojos solo me transmitieron odio-. Igual de creída, igual de injusta, igual de estrecha, la pequeña perfecta Atenea –dijo con asco.
-¿Y a ti que te importa idiota? ¿Quién coño te crees que eres? –Pregunté ya perdiendo los estribos de mis palabras, llevaba más de media hora con la misma actitud. ¿Pero quién demonios se creía para decirme eso? Nunca había tenido las ganas de ahogar a alguien como las que tenía en ese momento, en mi mente mis manos ya estaban alrededor de su cuello mientras él clamaba piedad.
-¡Basta! –Ordenó el profesor Parker-. Se ha pasado de la raya señor Aegle, no toleraré un comentario como ese de nuevo, ¿de acuerdo? Ya pueden empezar todos a respetarse o estas clases terminaran –amenazó a toda la clase para después respirar hondo y poder pronunciar la siguiente pregunta-. ¿Pero qué es lo que os pasa hoy chicos?
-¡Pero es algo muy injusto! –Exclamó Paula ajena a las palabras del profesor quien se llevó las manos a la cabeza exasperado-. Atenea la convirtió en un monstruo.
-Profanó un templo sagrado, cualquier dios hubiera hecho lo mismo y todos lo sabéis. Zeus la habría matado al momento –respondí dando la espalda a Evan. Su comentario me hirió. No tenía ningún derecho en herirme a mí. A lo mejor era una venganza por lo de Posidón, pero yo no le falté el respeto a su persona en ningún momento.
-Pero convirtiéndola en eso hizo que nunca más pudiera estar con alguien y eso es terriblemente injusto, porque ya no es solo tener serpientes en el pelo, ¡es que si miraba a alguien directamente a los ojos lo petrificaba! –Siguió demandando Paula.
-Medusa era probablemente la mujer más hermosa de la antigua Grecia y ella aprovechaba eso a su favor, Atenea le paró los pies en el momento en que esta se pasó tres pueblos. Se puede ser libertina, pero siempre con respeto, cosa que Medusa no tuvo –respondí.