Capítulo 12: El caos de Pandora.
No lograba comprender nada. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Por qué estaba llorando esa mujer? Y lo más importante... ¿a quién había acompañado el padre de Evan? No sabía si vivían con alguno de sus abuelos o si el que estaba en su interior era el chico.
Los llantos de esa mujer eran capaces de desgarrarte el alma. Me acerqué lentamente, mirándola con cierta cautela ya que no le quería provocar cualquier tipo de alteración que empeorara su situación-. Perdone... ¿es usted Sofía verdad? –Pregunté con dulzura y la mujer me miró con miedo-. ¿Se encuentra bien? ¿Qué ha pasado? –Volví a preguntar con el mismo tono de voz, acercándome un poco más a ella, pero esa pobre mujer no hizo más que aumentar su llanto-. ¿Es la madre de Evan, verdad? Yo soy Ariadna, una compañera de su hijo en la Universidad de Barcelona, he venido a verle, ¿está en casa? –Pregunté finalmente con cura y miedo a su respuesta, acercando mi brazo al suyo para poder acariciarla y así transmitirle un poco de tranquilidad.
-¿T-t-tú e-eres Ariadna? –Preguntó la mujer con toda la cara manchada de lágrimas.
-Así es, ¿está Evan en casa? –Pregunté con el corazón en la garganta. Toda esta situación estaba empezando a no gustarme ni un poco. La mujer soltó un enorme gemido para empezar a llorar de nuevo sin cesar-. Sofía por favor, ¿se encuentra bien? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Evan? ¿Por qué llora?
Mis preguntas no hacían otra cosa que ponerla aún más nerviosa, más lágrimas salían de los ojos de esa mujer-. Mi niño...
-¿Qué le ha pasado a Evan Sofía? ¿Estaba en la ambulancia? ¿Se ha hecho daño? –La ansiedad empezó a crecer en mi interior en el momento en que la madre de mi compañero de las clases de mitología, se lanzó a mis brazos a llorar.
-E-E-Ev-van ha muerto.
-¿¡Qué!? –Exclamé separándome de ella con los ojos completamente abiertos-. P-Pero eso no puede ser, y-yo le he visto esta mañana, he estado con él y absolutamente todo era normal, no le dolía nada, no se ha quejado de nada, ¿cómo es eso posible? –Pregunté empezando a temblar sin querer creerme realmente la confesión de esta mujer.
-No ha sido por eso querida –dijo Sofía con los ojos completamente bañados en lágrimas-. No le dolía nada, Evan se ha suicidado.
Un gigantesco balde de agua fría cayó sobre mis hombros, llevando consigo un enorme peso. Mi mente se negaba a creer que Evan hubiese hecho tal cosa, no era una opción viable dentro de mi cabeza. No lograba comprenderlo. Como siempre, no lograba comprenderle.
-P-Pero... ¿Por qué lo ha hecho? –Estaba completamente en shock. No llegaba a creérmelo, básicamente porque no quería creérmelo. Sabía que era un chico con problemas pero nunca llegué a averiguar hasta qué punto. Me negaba a creer que había hecho algo como eso, le había visto hacía seis o siete horas y estaba...vivo-. ¿Cómo? ¿Por qué? –Murmuré en voz baja con la vista perdida en la mujer destrozada que se hallaba enfrente de mí.
Ante mi pregunta Sofía parpadeó un par de veces hasta darse cuenta del lugar en dónde nos encontrábamos. Respiró un par de veces con profundidad y me tomó por la muñeca con delicadeza-. Ven conmigo dentro de casa, a mi marido y a mí no nos gustaría que este tema se hablara por las calles y en boca de todo el mundo cómo si nuestro hijo fuese un cualquiera.
No logré salir del shock hasta que la frialdad de la casa de los Aegle se coló entre mis huesos. Seguía sin querer aceptar la idea de que Evan estaba muerto. Era algo totalmente incomprensible. Deseaba que alguien apareciera con una cámara oculta indicándome que toda esa situación era una broma pesada, para luego ver a Evan salir riéndose a carcajada limpia totalmente vivo y así matarle yo después por lo asustada que estaba.