Estos meses que llevo viviendo acá con George –sí ya me acostumbre llamarlo así, el otro nombre ha quedado en el pasado- han sido maravillosos al menos para mí, trabajar y sentir que sirvo para algo, que con esto estoy que gano algo de dinero se siente muy gratificante, aparte claro está de que he cogido mucha más confianza en él, somos muy amigos. Aunque definitivamente cuesta aún acostumbrarme a tantos lujos, a tantas cosas que jamás en mi vida pensé tocar, a tanta elegantes que cada rincón del departamento emana. Cuesta acostumbrarse mucho a esta nueva vida que estoy viviendo con él, todo un sueño quizás vivir en el departamento de un príncipe azul, un príncipe azul muy pervertido pues me folla como todo un salvaje. Sí, también cuesta acostumbrarse a ser follado por él todas las noches, a que su polla ingrese en mi agujero sin piedad, hasta podría decir que estoy quedando abierto, demasiado abierto ya que no me hace falta ya mucho lubricante, mi entrada se ha acostumbrado a la gordura de su pene.
El agua un poco caliente cae sobre nuestros cuerpos sudorosos mientras recuperamos la respiración dejando que esa misma agua nos limpie del rastro de semen que hay sobre mi abdomen y escurriendo del interior de mi agujero que había sido bañado de la corrida de él; de la misma manera la pegajosa erección –es limpiada- de George quien rodea con sus manos mi delgada cintura de una manera muy protectora esperando que recupere por completo el sentido y no caiga desmayado al suelo por tanta intensidad de este momento que hemos vivido.... Tres corridas en menos de cinco horas definitivamente es matador.
-¿Estás bien? –pregunta a lo que yo simplemente asiento con la cabeza aún sin poder pronunciar alguna palabra cuerda –mi voz se ha perdido en algún lugar-, y mucho menos podré pronunciar cuando siento como sus labios comienzan a reposarse en mi hombro repartiendo castos besos haciendo que pierda nuevamente la cordura en un camino que con sus labios dibuja beso a beso. Sus manos grandes se frotan en mi cintura instalando la corriente eléctrica que se dirige a cierta parte de mi cuerpo, mis abdominales marcados se contraen. Sí de tanto sexo me han salido abdominales.- Pues yo también estoy perfecto. –
No sé si perfecto se acerque a como estoy ahora, no sé si exista alguna palabra escrita en el diccionario que explique lo que actualmente siento en mi vientre, en mi corazón siente pero he de suponer que perfecto se acerca mucho, aunque también podría decir fantástico, me siento de maravilla, me siento como si tuviera el poder de conquistar el mundo de la mano de él, me siento completo. Sí, en cada mínimo momento me siento bien con él, me siento tan bien que me da miedo a que este sentimiento que crece en mí termine por destruir todo, termine por apagar la llama de la pasión que crece entre nosotros cada vez que estamos solos. Me apego más a su cuerpo como modo de protección, mi manos acarician sus muslos mojados mientras siento como su dureza nuevamente despierta se posiciona contra mi trasero, me remuevo un poco buscando aquellas excitantes caricias de su erección contra la línea que separa mis nalgas que son acompañadas de su caliente aliento que se golpea contra el lóbulo de mi oreja.
-Tranquilo, pequeño. –habla calmadamente, una calma que me sorprende pero a la vez me irrita que yo no pueda estar tan calmado como está él, me irrita también ver como tres veces a la semana se va follar a otra persona que no soy yo por temas de su trabajo, me irrita estos celos que siento en mí hacia él, me irrita no poder decirle nada, me irrita tener que compartirlo, me irrita pensar que es mío cuando en realidad no lo es, no somos nada, nuestra relación en estos meses no ha avanzado mucho. Su barba se frota contra mi hombro desnudo, pequeños gemidos logran escaparse conforme siento nuestros corazones latiendo a mil siguiendo una misma sintonía, yendo a la par mientras yo cada vez siento que estoy flotando en el cielo rodeado de ángeles.- No te follare más porque tienes que descansar. –

ESTÁS LEYENDO
Solo una Noche (Gay)
Romance¿Quién diría que todo cambiaría en una sola noche? Era solamente una noche de sexo, nada más, nunca se me cruzo por la cabeza que le gustase. Era mi cumpleaños número 18 y quería descontrolarme por un solo día así que entre a aquella discoteca...