PRÓLOGO

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-Estamos listos, Señor -Afirmó el joven.

-Excelente -Respondió El Líder-, entonces concluye tu trabajo.

El chico regresó su mirada al panel plateado cubierto de botones de distintos colores, tamaños y formas. Recordó su entrenamiento acerca del funcionamiento maquinario y puso manos a la obra. Primero observó las líneas y códigos que se presentaban de forma breve en la pantalla frente a los teclados, después, con una pizca de sabiduría, siguió las instrucciones que se leían en ellos. Apretó tres botones, cuatro, cinco, el tiempo pasaba lento pero por alguna extraña razón, parecía disfrutarlo. "Procesando Etapa Inicial", recitaba la voz robótica de la maquinaria al tiempo que los sonidos comenzaban a tomar fuerza detrás suyo. La enorme caja metálica del tamaño de dos habitaciones comenzó a vibrar fuertemente precipitando la exclusión de lo que fuese que fuera parte del experimento.

-Abre las compuertas antes que el gas los mate -Ordenó El Líder.

¿Los mate? ¿Es que había seres vivos ahí dentro? El joven hizo caso omiso para antes desactivar el gas del interior. Cuando lo hizo, de las pequeñas grietas de la caja fluyeron partículas del mismo gas. Segundos después, cambió de dirección la barra y se ensordeció con los espantosos sonidos que se escucharían a partir de ese instante. Las cadenas chocaron entre sí provocando escalofriantes sonidos. Los cables que colgaban alrededor de la caja comenzaron a conectarse lenta y prolongadamente en ella misma. Las compuertas retumbaron poco a poco y los engranes que sobresalían de ellas comenzaron a girar, provocando una abertura entre cada una... abriéndose. Con el paso del tiempo la abertura crecía, dejando salir de ella las partículas de gas restante. En el interior se podía observar una cegadora luz aparentemente grisácea que se reflejaba en el metal. La cinta del suelo comenzó a avanzar, conectaba la enorme caja metálica con otra más pequeña en la que se podía transportar un peso máximo de cien kilogramos.

Fue entonces cuando todo se complicó. La cinta se frenó de golpe, provocando aparatosos sonidos en el interior de la enorme caja metálica. El chico se giró desconcertado, ¿Era eso normal? Pensó en las millones de situaciones que podían suceder en ese instante cuando sintió un golpe en el hombro. Cayó en la cuenta de que El Líder lo observaba con una expresión de furia. El miedo lo atrapó, ese hombre era capaz de cualquier cosa. Apenas comenzaba a decir algo cuando El Líder le golpeó el pecho con una caja de herramientas. Sobresaltado la tomó firmemente.

-Algo obstruye la cinta caminadora -Espetó El Líder-, ve y repáralo.

El joven se quedó inmóvil, no estaba preparado para eso, pensó en las mil maneras que podía informárselo a El Líder pero se retractó, no perdería aquella misión tan fácilmente.

- ¿Y bien? -Preguntó firmemente El Líder-, No te quedes parado como idiota.

Dio media vuelta con el sudor en la frente, le temblaban las costillas y sentía mariposas, no podía defraudarlo. Volteó hacia la pantalla ubicada frente al Teclado Número Dos sin resultados de líneas, códigos o similar. Regresó la mirada hacia la enorme caja y salió disparado en esa dirección.

Dio un salto hacia la cinta paralizada, tragó saliva y subió la diminuta rampa hacia el interior de la enorme caja. El gas chocó en su rostro, haciéndolo toser un poco... no le dio importancia. Avanzó entre los reflejos grisáceos, los muros metálicos y las nubes de gas hasta que sintió algo frente a sus pies. Se frenó de golpe muerto de miedo. Ni siquiera sabía lo que había en el interior. Podía haber un león, una rata gigante o una simple máquina pesada. Tomó aire, inhalando el gas del interior y se acuclilló. Sacudió la palma de la mano en el aire para desaparecer el gas que le obstruía la vista y abrió los ojos como platos cuando vio lo que era. Turbado, cayó de nalgas con las manos detrás suyo. La caja de herramientas cayó estrepitosamente en el metal e hizo un sonido que le atravesó los tímpanos al chico. Abrió la boca para gritar pero ningún sonido salió, estaba aterrado. Olvidó la caja de herramientas y comenzó a retroceder deslizándose en el suelo. Por un segundo, su cabeza se tambaleó y sus ojos le pesaron. Apretó los dientes, se puso de rodillas preparado para huir y escuchó un golpe seco a sus espaldas. Se giró de golpe sólo para ver cómo las compuertas vibraban y se acercaban entre sí. Fue presa del pánico. Estiró sus rodillas para levantarse por completo hasta que una de ellas no cedió y lo hizo caer. Se golpeó la barbilla y su vista se nubló. Estaba mareado. Levantó su cabeza para observar las compuertas cerrarse de golpe. Estaba atónito. Apretó puños y dientes, tomó aire y se llenó de energía. Volvió a doblar las rodillas y se levantó. Cojeó rápida y audazmente hacia las compuertas. Con cada paso que daba se sentía más pesado y mareado. Cuando llegó a los cristales reforzados y polarizados se sintió impotente: no había nada que pudiese hacer.

No podía observar hacia afuera, sólo veía una profunda oscuridad. Pero había algo, sentía algo... tenía un presentimiento. Podía sentir cómo alguien lo observaba. Desde el exterior de la enorme caja metálica. Era una sensación extraña, una sensación... ¡El Líder! ¡Lo había olvidado por completo! Abrió la boca una vez más para gritar fuertemente pero, de igual manera, no salió sonido. Se alteró a un punto máximo que comenzó a golpear el cristal. Él creía... él sentía que daba fuertes golpes. Pero no era así... apenas acariciaba.

Escucho gemidos detrás suyo.

Su rostro posó cómicamente aterrado. Sus labios temblaban como gelatina y tiritaba de frío a consecuencia del gas. Se giró lenta y cuidadosamente hasta quedar frente a él, a tan solo unos metros. El chico estaba seguro de que en su contrato se aseguraba infinitamente que los experimentos no se realizarían en seres humanos... El Líder lo juraba por su propia vida. Y todo era mentira. Uno estaba ahí. Despertando.

-Arghh... -Gruñó su compañero.

Sus ojos se cristalizaron y abrió la boca instintivamente. Estaba en verdad aterrado. Dio un paso retrocediendo sin dejar de observar al chico que se encontraba tirado. Entonces, sin previo aviso, se levantó con los ojos abiertos como platos y miró a las cuatro paredes que lo rodeaban. Y fue ahí cuando cayó en la cuenta de que en realidad, era una chica. Cabello corto, sucio. Mirada salvaje y la espalda encorvada. Se levantó poco a poco hasta que miró los ojos del chico. Éste ya ni siquiera podía abrir los ojos de pánico, estaba atontado. Finalmente, la chica se levantó sin dejar de mirarlo fijamente. Tenía un atuendo común, como si se hubiese arreglado para aquél experimento: blusa, jeans cortos y maquillaje de colores suaves. El chico estaba seguro de que había sido secuestrada. ¿Qué pensaba hacerle El Líder? ¿Qué pensaba... hacerle a él? Todo era confuso. Pero no tenía la posibilidad de pensar más a fondo.

La chica avanzó meticulosamente hacia él y con cada paso que daba él perdía un poco el temor. Segundos después, los movimientos de la chica se multiplicaron. Esta vez observaba a dos chicas, luego la imagen se cruzaba y volvía a ser una sola.

Cuando se encontraba a tan solo un metro de él, sus rodillas dejaron de funcionar nuevamente y calló de espaldas pegado a las compuertas.

Ya no tenía miedo.

La chica se detuvo frente al joven y estiró el cuello con la espalda encorvada hacia él, lo quería observar. Entrecerró los ojos y separó diminutamente los labios a punto de decir algo.

Pero el chico no soportaba más... el gas lo había noqueado. Su cuerpo se relajó y sus músculos se destensaron. La vista se convirtió en una mezcla de colores borrosos y su oído dejó de escuchar, era como si estuviese en el fondo del agua.

Vio entre las mezclas de colores la boca de la chica decir algo y sus oídos sólo escucharon murmuros inentendibles.

Fue ahí cuando distinguió la alarma de la caja retumbar en las paredes metálicas.

Fue ahí cuando distinguió el gas salir de las paredes y la chica agitándose como loca.

Fue ahí, cuando todo se oscureció y se perdió en la penumbra.


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