3. CONFUSIÓN

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Apretó los ojos, estaba desesperada.

Ellas de un lado, ellos del otro. El arma en el aire. La muerte en el suelo.

—HABLEN —Gritó profundamente.

—Y-yo... —Tartamudeó el chico— N-no pude... yo...

Wendy apuntaba fijamente al chico con el arma. Jamás había utilizado una, pero sabía que simplemente debía de presionar el gatillo. Con los nervios de punta y el sudor en la frente, arrugó la nariz temblorosa y tragó saliva.

—¿Quiénes son ustedes? —Preguntó lo más firmemente que pudo.

—No lo sabemos —Respondió el mayor con gafas—. Despertamos aquí.

Wendy se quedó inmóvil. Sus ojos se abrieron como platos y sus labios temblaron. Cambió la mirada hacia Marijo. Ella permanecía vacía, con los ojos fijos en ningún lugar. Pensativa. Cuando el chico cambió su mirada hacia Marijo, ésta reaccionó de golpe. Todo era demasiado confuso.

—Baja el arma... por favor —Pidió el chico con gafas.

Con el arma en el aire no se resolvería nada. La bajó.

—Levántense con cuidado —Ordenó Marijo.

La chica agresiva había estado callada todo el tiempo. Wendy llegó a creer que eso era algo imposible. La otra chica más, la del cabello castaño claro desafiante de la agresiva al comienzo, sólo observaba al igual que Marijo.

Los chicos se levantaron poco a poco y Wendy logró mirar su estatura. El de gafas seguía siendo el más grande tanto por estatura como por edad, según creía ella. Alzó la barbilla y éste volteó cuidadosamente. Su rostro se confundió.

—¿Cuál es tu nombre? —Preguntó Wendy.

—Alejandro —Respondió de golpe el chico sin mirarla a ella. Sólo tenía vista para la chica del cabello castaño claro. Wendy decidió ignorarlo.

—¿Y ahora qué? —Preguntó.

—Movamos el cadáver —Respondió Marijo.

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