27. P ALEXIS

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Abrió los ojos quejándose ligeramente por el dolor que habitaba su hombro. Mientras dormía, sus pensamientos le decían que el sufrimiento era parte de un sueño, que al despertar desaparecerían. Pero no fue así, le ardía... y mucho. Tragó saliva e intentó moverlo con cuidado, generando un dolor más agudo e insoportable. Debería dejarlo reposar durante al menos un buen tiempo. Lo único que esperaba era que no fuese la clavícula o algún hueso en específico. Inhaló y exhaló profundamente justo cuando se enteraba de dónde estaba. Estaba seguro de que ahí mismo había recibido el disparo horas atrás; había dos colchones, uno a cada lado del suyo. De su lado izquierdo se encontraba el famoso chico al que todos conocían como Navaja desde hacía poco tiempo aunque su verdadero nombre fuese Armando. Sonrió al verlo dormir. Del lado derecho se encontraba el joven Marco, varios más le decían Itt. Ni siquiera había tenido la oportunidad de interactuar con nadie cuando ya estaba a medio morir en el pasillo. Afortunadamente, se encontraba tranquilo, relajado; su mente vacía le permitía disfrutar el silencio del momento, los murmullos del otro lado de la puerta y la persona que tenía a un lado. Cerró los ojos nuevamente para aprovechar todo tal cual era cuando la puerta se abrió con parsimonia y emergió Anto, su primera amiga, con una sonrisa.

—Oí que te dispararon —Dijo la chica sentándose al pie de la cama—. Creí que era mentira, tú no te metes con nadie.

—Exacto, yo no me meto con nadie —Respondió el chico, Anto creyó que estaba molesto pero aquella era la forma habitual de hablar de Alexis—. Además, fue una especie de accidente, como si de entre un millón de gotas de agua bajo la lluvia te cayese exactamente la más pequeña de todas.

Anto sonrió con dulzura y le dio un pequeño golpe en el pie.

—Lo bueno es que estás bien —Dijo sonriendo—. Además, mira con quién estás.

Y soltó una carcajada mientras se daba media vuelta. Alexis dibujó media sonrisa en su rostro y se ruborizó un poco mientras veía a Anto salir por la puerta luego de su visita exprés... es decir, ni siquiera había saludado o despedido.

Volvió la mirada nuevamente hacia su lado izquierdo y luego se recostó cuidadosamente apretando los dientes para no gritar de dolor. Al cabo de un rato, se quedó dormido.

***

Estaba dormido cuando una voz se introdujo en sus sueños hasta despertarlo.

—Vamos, Arm... —Decía JuanMa— Debes levantarte, moverte, estirarte un poco.

Navaja sólo gimió un poco. Alexis se encontraba dándole la espalda a la conversación y decidió mantenerse así, escuchando a escondidas. Sí, a veces llegaba a ser un poco fisgón pero jamás lo admitía... y mucho menos en un momento como aquél.

—Me gustas, Arm... en verdad me gustas —Decía el chico—. Lo que no me gusta es verte así. Necesito que te levantes para poder abrazarte.

Navaja gimió una vez más y se acomodó aún más al fondo de las cobijas.

—Entiendo —Dijo JuanMa—. Pero si no haces aunque sea un movimiento no te daré lo que me pediste que buscase en el ático.

—¿Humm...? —Murmuró Navaja, Alexis sintió que el chico se movía un poco— ¿En verdad trajiste la Mota?

—¿Es en serio? —Preguntó JuanMa— ¿Sólo así te levantaste?

Se escuchó un movimiento rápido de plástico y Alexis pudo deducir que le había arrebatado aquello de lo que hablaban de la mano.

—¡Hey! —Exclamó JuanMa— ¡Al menos debes darme una recompensa por eso!

Alexis sintió un diminuto vacío en el estómago cuando el sonido de un rápido beso inundó la habitación. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que Marco se encontraba despierto de igual forma y lo observaba espiar a los dos chicos. Sus miradas se cruzaron furtivamente y no le quedó más que tragar saliva y cerrar los ojos.

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