5. SOBREVIVIR

112 14 0
                                    

El silencio gobernó el sótano.

Esperaron pacientemente hasta que la cegadora luz del fuego se apagó de golpe, como si le hubiese llegado una poderosa ráfaga de viento. Se miraron incrédulos, ¿Cómo era aquello posible? Algo en verdad raro estaba ocurriendo ahí y todos lo pensaban. Creaban teorías en su cabeza y formulaban a sus enemigos al igual que sus formas de escape, pero había un problema: nadie había visto una sola puerta de salida. Nadie dijo una sola palabra, simplemente tomaron el suceso como otra idiotez más. Pero estaban seguros de algo: si seguían ahí podían terminar igual que Amairany, la desconfianza era un hábito inevitable.

Y fue así como, absortos en sus pensamientos, una voz los distrajo a sus espaldas.

—¿Quién era esa? —Preguntó.

Marco dio un respingo y Marijo dio media vuelta de golpe cómicamente con las lágrimas en las mejillas. Exaltados, vieron al que podría ser el nuevo integrante de aquél mezcla de sucesos sin explicación. Era un hombre alto, robusto, de piel color canela y con el cabello en revoltijos. La garganta de los chicos estaba seca, nadie dijo palabra alguna por nueva ocasión, estaban impresionados. ¿En qué momento aparecían todos? Y mucho peor, ¿De dónde? ¿Era acaso que se generaban en el interior de las habitaciones con el paso del tiempo? ¿O ya se encontraban ahí dentro pero inconscientes? Nadie tenía la respuesta. Karlos tragó saliva y dio una bocanada de aire. Intentó decir algo pero se detuvo, no tenía caso. Le quitó la importancia, dio media vuelta, le echó un vistazo al incinerador y gruñó, luego dejó libre de sus brazos a Wendy y caminó velozmente hacia las escaleras, golpeando el hombro del nuevo. Después de unos segundos, desapareció.

—Y... ¿Quién era ese? —Preguntó confundido el nuevo.

—Nadie sabe nada... —Comenzó la chica del cabello castaño claro.

—¿De dónde vienes? —Interrumpió Sin Nombre.

—Los he estado observando los últimos cuarenta minutos —Respondió el nuevo—. Desperté en una habitación con paredes anaranjadas y una puerta de madera. Fue muy extraño cuando leí el nombre en la tarjeta y recordé muchas cosas al mismo tiempo.

—¿Y cuál es tu nombre? —Preguntó la agresiva.

—Oliver —Respondió—. Oliver Mesarina.

Guardaron silencio. Algo dentro de la agresiva la hizo entristecerse. Ella no recordaba su nombre, aunque... Entonces se dio cuenta. Todos habían recordado su nombre al leer la tarjeta de sus habitaciones. Ella había despertado en medio del pasillo. Después encontró a Marijo, Wendy y la chica del cabello castaño claro. Debía buscar su habitación. Debía buscar su nombre.

—Pues bienvenido al Grupo, compañero —Dijo Sin Nombre rompiendo el silencio.

—¿"El Grupo"? —Preguntó Wendy desde atrás.

La agresiva se rio a carcajadas aun estando delante de un aparato crematorio infestado de cenizas. "El Grupo". Qué nombre más estúpido. El chico comenzaba a acostumbrarse a aquél lugar... había creado un apodo.

—Como sea, hay que pensar en nuestro siguiente movimiento —Dijo Marijo.

—"Movimiento" —Repitió la agresiva aumentando sus carcajadas.

Todos la miraron cautelosamente, ¿Qué tenía en la cabeza? Pasaron algunos minutos cuando su risa se detuvo. Observó a su alrededor: nadie más reía. Se puso seria.

—No sé ustedes, hijos de puta —Dijo fuertemente—. Pero yo saldré de este lugar aunque tenga que matar a alguien.

Pasó empujando entre los cuerpos, recorrió el pasillo y subió las escaleras.

El GrupoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora