9. SOSPECHAS

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—El que la ayude a salir será castigado —Dijo Alejandro.

—Ni loca la dejo libre —Murmuró Wendy—, nos matará a todos.

—No es momento para bromas —Dijo Alejandro acomodando el vendaje en su hombro—. ¿Estás bien?

—Supongo... —Respondió Sin Nombre apretando los dientes— Deberíamos olvidar todo esto.

—Es una buena idea —Dijo Alejandro mirando a los chicos en la sala.

—¿Y cómo piensas que olvidaré todo? —Respondió Marijo— Tan sólo mira este desastre.

—Pues... —Dijo Alejandro— Declaro la investigación de La Casa inaugurada.

***

—¡Sepárenlas! —Gritó Ariadna a todo pulmón.

—¡Eres una puta asquerosa! —Gritó Irene— ¡Muere de una vez!

Ariadna y Oliver bajaron rápidamente las escaleras desde el segundo piso viendo el desastre. A mitad de las escaleras se encontraba Marco, inmóvil ante la situación. En la sala había un mar de cuerpos, golpes y gritos. Uno de los sofás estaba tendido de lado en el suelo con una enorme mancha de sangre al igual que dos muebles más. Apenas reconoció los rostros el característico sonido de la quebradura de un cristal invadió las paredes seguido de un potente grito. Fueron tan solo unos segundos de inmovilidad cuando Oliver pasó junto a ella a toda velocidad golpeando su hombro y regresándola a la realidad.

Jéssica se encontraba en el suelo aterrorizada apretando los dientes para resistir el dolor e Irene permanecía de rodillas sobre el vientre de ésta estrujando ferozmente y con los pulgares los ojos de la chica. Sin Nombre se había colocado detrás de la agresiva para atraerla desde la espalda, lamentablemente, a un lado se encontraba un jarrón partido por la mitad que había caído de uno de los muebles e Irene lo tomó, giró su cintura y lo estrelló con toda la fuerza que logró reunir en el pecho del chico. Éste dio unos pasos hacia atrás antes de desplomarse en el suelo.

—¡Ella no te ha hecho nada! —Gritaba Wendy alejada de la batalla.

Alejandro levantó la mirada desde el suelo y vislumbró un cuchillo en la mesa de la cocina. Se levantó a toda prisa y corrió con todo lo que pudo.

—¡Dejen de joder! —Grito Irene— ¡Métanse en sus asuntos!

Tomó la otra mitad del jarrón y lo lanzó hacia Alejandro. Se estrelló gloriosamente en el hombro del chico y se hizo añicos -El otro no lo había hecho-. Éste dio un grito infernal y cayó de frente al suelo, justo en la entrada a la cocina. Marijo se encontraba de rodillas intentando despertar a Karlos y todo se había vuelto un caos, la agresiva gobernaba el lugar.

Pero ya era demasiado.

Jéssica dejó de hacer esfuerzo pensando que moriría, ya que la chica era extremadamente fuerte. Tragó saliva cuando el peso desapareció y todo se volvió ligero.

Irene no lo vio venir. Escuchó unos fuertes pasos atravesar la sala hasta ella y, cuando levantó la vista, vio a Oliver, potente y robusto como una montaña. Permaneció inquieta cuando éste la tomó por los hombros y la cargó con una fuerza impresionante. No pudo decir palabra alguna por unos segundos hasta que vio su intención: la cargó a través del pasillo y se acercó a la puerta que daba al sótano. Fue ahí cuando comenzó a forcejear y dar patadas, pero el chico era muy fuerte. Cuando sintió menos fuerza le dio un golpe con la rodilla en su entrepierna, creyó que lo había logrado cuando Oliver le dio la bofetada más grande que había recibido en su vida. El dolor invadió todo su rostro y quedó impactada, abrió los ojos como platos con el cabello hecho revoltijos y las lágrimas brotaron, ya no tenía caso: permitió que el chico bajara las escaleras y atravesara el pasillo con ella en sus brazos hasta la mesa, apretara el botón y la lanzara ferozmente al interior de la fría celda.

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