1. PASILLOS

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Estaba aterrada.

Caminó tambaleante por los fríos pasillos con los pies descalzos sin ninguna dirección. Izquierda, derecha, izquierda, izquierda. El lugar parecía ser infinito. Las paredes celestes y el suelo de madera le daban un toque peculiar. Localizó unas escaleras de madera al fondo del pasillo. Algo nuevo. Decidió acercarse cuidadosamente con la curiosidad al máximo. Se detuvo en el primer escalón. Inclinó su cabeza para observar la parte superior de aquél lugar. Había dos pisos más. Se cubrió la boca instintivamente, cautivada ante la perfección visual de aquél lugar. Cada cuadro, cada lámpara, cada separación de madera en el suelo... Todo estaba exacto y simétrico. El único problema era el silencio. Podía jurar que escuchaba los latidos de su corazón.

Inclinó su cuerpo y continuó el ascenso. En el segundo piso había menos pasillos y más habitaciones. Cada una con una tarjeta a un lado de la fina puerta de madera con un nombre escrito en ella. La curiosidad la cautivó nuevamente. Avanzó paulatinamente observando los nombres escritos con una letra perfecta.

ALEJANDRA

Una media sonrisa se posó en su rostro: ese nombre era bellísimo. Le hacía recordar las adorables niñas que corrían en el patio de su... casa. Su expresión cambió lentamente, con cada movimiento facial se podía observar un recuerdo en su memoria. La sonrisa desapareció. Una lágrima corrió por su mejilla. No tenía idea de dónde se encontraba y, aunque pareciese extraño, apenas podía recordar. Tenía borrosas imágenes sobre su vida y sobre cómo había llegado ahí, por eso se inmutaba. Literalmente, recordaba estar en el hospital, recordaba haberse lastimado, recordaba...

ANDREA

Agitó la cabeza para olvidar los recuerdos. Levantó tímidamente la cabeza con una mirada tierna. Desapareció la lágrima con la punta del dedo índice, tomó aire y continuó leyendo los nombres.

ARACELI

El nombre le daba la apariencia de una chica carismática, sublime y tierna, una chica en la que se podía confiar...

Sus pensamientos fueron interrumpidos con un golpe seco proveniente del primero piso. Se giró de golpe con los ojos abiertos como platos y avanzó osadamente.

Primero asomó su cabeza desde la orilla de las escaleras, esperando que sucediese algo. El silencio volvía a gobernar el lugar. Esperó unos segundos para comenzar a descender. Cada paso que daba se deslizaba suavemente en el suelo, los pies descalzos ayudaban el silencio. Jamás dejó de observar hacia el primer piso desde la orilla. Bajó apenas la mitad cuando distinguió un movimiento. Sobresaltada, exhaló fuertemente y se cubrió la boca para no provocar sonidos que expusieran su ubicación.

Inclinó un poco su cabeza pero los movimientos habían desaparecido.

—¿Hola? —Preguntó alguien desde abajo— ¿Dónde estoy?

Los ojos de la chica se abrieron nuevamente, impactados ante lo que acababa de escuchar. Estuvo a punto de responder pero decidió guardar silencio. Bajó otro escalón más. Por primera vez despegó la mirada del primer piso y observó las finas paredes pintadas de un color celeste con cuadros de... Entrecerró los ojos. En realidad solamente eran marcos que colgaban de la pared: no tenían imágenes ni pinturas en su interior. ¿Por qué estaría sucediendo todo aquello? ¿Por qué...?

—¿Quién eres? —Preguntó la misma voz desde abajo.

—¿Quién eres tú? —Respondió otra voz, lo cual impactó a la chica.

Regresó la mirada al piso inferior y logró observar a dos chicas hablando entre sí. Estaba segura de bajar y hacer algo. Bajó dos escalones más cuando una voz a sus espaldas la detuvo.

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