El resto del día pasa volando, el trabajo en el hospital me encanta, y soy muy feliz ayudando a las personas. La verdad es que todo me va genial, tengo el trabajo que más me gusta, las mejores amigas que podría pedir, y en cuanto al amor... bueno, no diría que me estoy enamorando, porque la verdad es que llevo enamorada desde aquel primer beso en mi casa. El amor que siento por Emma no es una llamarada fuerte y fugaz, es una llama que consume a fuego lento, pero llega hasta el fondo. Es un amor que siempre ha estado ahí, y aunque haya llevado una temporada dormido sigue estando ahí. Es el tipo de amor que quiero tener siempre. Quiero sentirme así siempre. Dios, es el amor de mi vida. Siempre lo ha sido, e independientemente de cómo surjan las cosas, sé que siempre va a serlo.
Salgo del hospital y está lloviendo a cántaros y, aunque tengo el coche aparcado cerca, cuando entro estoy empapada de arriba abajo. Por alguna razón me viene a la cabeza una escena que tuve con Emma años atrás, recuerdo que estaba tan empapada como ahora, o incluso más.
Después de meses sin hacerme caso alguno, Emma acaba de decirme que me quiere en la pizzería, con nuestros novios dentro. Sigo sin procesar. Le he hecho llorar, diciéndole que no estoy segura de si ella sigue siendo la misma persona de la que me enamoré, y se ha ido. En el mismo momento me he arrepentido de no decirle que yo también siento lo mismo por ella, y que podemos intentarlo de nuevo, pero supongo que mi orgullo ha aparecido cuando menos debía.
Por eso estoy corriendo calle arriba, bajo la lluvia incesante hacia su casa. Porque no puede acabar así. Porque lo que tenemos, lo que sentimos, no puede terminar aquí. Finalmente llego a su casa y llamo a la puerta.
Respiro hondo y aprieto la mandíbula mientras el corazón me va a mil. No quiero fastidiarlo todo. Abre la puerta y me mira sorprendida. Tiene los ojos hinchados y el pelo mojado y revuelto de la lluvia, pero está preciosa.
-Yo también te quiero. Digo, antes de guiarme por mis impulsos y juntar mis labios con los suyos, dejándole más sorprendida aún.
Sonrío recordando aquél momento mientras arranco el motor del coche y me pongo en marcha hacia casa. Qué sencillo era todo en ese entonces, sólo éramos dos adolescentes que se querían con locura y no sabían verlo con claridad.
Aunque, tampoco es que haya cambiado mucho la situación. Aquí estoy yo ahora, después de tanto tiempo, disponiéndome a llegar a casa para hablar con Emma por teléfono y dormirme con una sonrisa en los labios. Si lo pienso, nada ha cambiado, la misma historia en otro escenario, los mismos sentimientos en otro momento.
Conducir a estas horas con todo el tráfico es complicado, y si llueve ya es casi imposible llegar a casa a la hora habitual. Estoy en un atasco, y los coches no dejan de pitarse unos a otros irritablemente, porque todos quieren llegar a sus hogares. Suspiro con resignación y saco el móvil para avisar a Emma de que voy a llegar tarde. Espero que no se vaya a dormir sin mi... llevo todo el día esperando el momento en el que me deje caer sobre la cama y pueda escuchar su voz.
Jennifer: Estoy en un atasco, no podré estar a la hora de siempre en casa ): ¿Me esperas?
Pasan unos minutos y avanzo un poco más con el coche, ya estoy bastante cerca de casa. Se ilumina la pantalla de mi móvil, revelando su respuesta.
Emma: Siempre.
Sonrío como una tonta ante su respuesta mientras el corazón se me acelera. No puedo dejar de leerlo y releerlo, hasta que el coche de detrás me pita y vuelvo mi atención a la carretera.
Ha dicho siempre. ¿Eso qué quiere decir realmente? Sea lo que sea, me tiene como una tonta enamorada.
Sí, enamorada. De Emma.
ESTÁS LEYENDO
The way I'm feeling again (Parte 3)
Teen FictionHan pasado ocho años. Jennifer acaba de cumplir veintiséis años, y las cosas han cambiado mucho para ella. Consiguió sacarse la licenciatura de medicina, y ahora trabaja en un prestigioso hospital en Nueva York, dejando atrás su pueblo y lengua nata...