Lo único que siento es el sonido de mi propio corazón palpitar fuertemente en mi pecho, mientras conduzco a través de la ciudad de Nueva York probablemente a una velocidad más alta de lo legalmente permitido.¿A quién le importa?
La última media hora ha sido un poco borrosa en general. Los gritos de ese hijo de puta, la previa conversación con Emma, tan dulce. El pánico que ha venido después de que la llamada terminara. Los latidos de mi corazón, que, al juzgar por la rapidez, probablemente esté sufriendo una taquicardia.
Pero, ¿a quién le importa? Porque a mí me da igual. Me dan igual las altas probabilidades de llevarme una multa esta noche, y me dan igual los latidos de mi corazón. Me dan igual los pitidos que recibo de los otros coches cuando cruzo varios semáforos en rojo, y me da igual la voz del interlocutor de radio hablando de cualquier tema irrelevante. Sólo quiero... ¿Qué quiero?
Emma. Está en peligro, y me niego a quedarme en casa esperando oír noticias de ella, así que me limito a seguir conduciendo, mis manos tan apretadas al volante que tengo los nudillos blancos. No tengo su dirección, pero sé dónde la puedo conseguir. Giro el coche para entrar en el aparcamiento del hospital en el que trabajo, y en el que Emma ingresó hace unas semanas. En el hospital que se supone que tienen que estar sus datos, junto a la dirección de ese hijo de puta.
Bajo del coche y respiro hondo, masajeándome las sienes mientras ando a paso apresurado hacia la entrada del hospital. Tengo que relajarme, probablemente mi cara dé miedo ahora mismo. Subo por las escaleras para ir más rápido hasta que llego a mi departamento. Me choco con alguien, pero me da igual, y sigo andando.
Aún tengo los puños apretados, y me estoy clavando las uñas en la palma de mi mano. Oigo los latidos de mi corazón, y tengo la vista nublada. De repente alguien me agarra del brazo por detrás, probablemente la persona con la que me haya chocado. Me giro y me encuentro con el rostro preocupado de Ami, que debe de estar haciendo su guardia nocturna.
-Eh, Jenn, te he estado llamando por el pasillo. - dice, con preocupación tanto en la voz como en las facciones de su cara. Se ve que no es muy difícil adivinar que algo va mal.
-No te he oído. Perdona. - Digo, y empiezo a andar otra vez hacia mi departamento.
-¿Va todo bien? - Me dice, y yo respiro hondo mientras busco desesperadamente la ficha de Emma por la mesa - ¿Tienes guardia?
-No. - Murmuro, frustrada de no poder encontrar los papeles que justo esta mañana he visto. Levanto la mirada y miro a mi amiga directamente a los ojos, y me doy cuenta de que estoy al borde de derrumbarme. Trago el nudo que hay en mi garganta y que me impide respirar. - Necesito la dirección del sitio donde vive Emma. ¿Sabes dónde están sus papeles?
-Deben de estar por aquí - Dice, y sin preguntar nada más, se pone a ayudarme a buscarlos.
Finalmente doy con los papeles, los abro y busco con la mirada la dirección, que, por suerte, se encuentra en ellos. Un hotel de cinco estrellas no muy lejos de aquí. Se me vuelve a acelerar el corazón, cierro la carpeta y vuelvo a dejar los papeles en su sitio.
-Tengo que irme. - Digo, con voz neutral y murmurando. -Gracias.
-Eh, Jenn. - Me dice Ami, y le miro a los ojos durante un segundo para luego darme la vuelta para salir del hospital - No sé en qué andas, pero ten cuidado. - Oigo por detrás de mí, y en ese momento me siento afortunada de tener a Ami de amiga.
El camino al hospital era insoportable, el camino hacia su casa es una puta locura. Siento que se me van a dormir las manos por la falta de circulación y mi respiración agitada es lo único que se oye a parte del motor del coche. Son las tres de la madrugada y no tengo ni idea de qué voy a hacer a continuación.
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The way I'm feeling again (Parte 3)
TeenfikceHan pasado ocho años. Jennifer acaba de cumplir veintiséis años, y las cosas han cambiado mucho para ella. Consiguió sacarse la licenciatura de medicina, y ahora trabaja en un prestigioso hospital en Nueva York, dejando atrás su pueblo y lengua nata...