POV Emma
Los Alcázar son amigos de mis padres desde hace tiempo, tienen mucho dinero y mi padre está involucrado en varios negocios con el padre de Pablo, Gregorio Alcázar. Pablo y yo nos conocimos cuando mis padres invitaron a los Alcázar por primera vez a cenar a casa. Él mostró interés en mí, y mi madre mostró interés en que yo saliera con él. Estuvimos saliendo unos pocos meses antes de que él decidiera mudarse a Nueva York, queriendo traerme con él, idea que mis padres apoyaron.
Así que tengo una idea de por qué me está llamando mi madre. Sé que no llama para saber cómo estoy ni para preocuparse por su hija, ella nunca hace eso. Ella se preocupa de lo que los demás puedan pensar. De lo que los Alcázar puedan pensar, y de lo que eso pueda influir en los negocios de mi padre.
Me encierro en la habitación de Jennifer antes de coger el teléfono.
-Dime, mamá.
-¿Se puede saber qué se te ha pasado por la cabeza para irte de casa así, sin más? - Empieza, con un tono de voz más que elevado y amenazante - Pablo me ha llamado muy preocupado. Me ha dicho que se ha levantado esta mañana y no estabas, y que ni siquiera le respondes las llamadas.
-¿Algún día me llamarás para saber cómo estoy? - digo, pero la voz se me quiebra por las ganas de llorar. -
-No te pongas así, Emma. Es el colmo que tenga que llamarte yo porque no le coges las llamadas a tu novio como si fueras una adolescente rebelde.
-No tengo que responder ante nadie, ya no soy una adolescente y tengo el derecho de tomar decisiones.
Me pongo nerviosa, me tiembla la voz y me siento pequeña. Trago saliva, y decido sacarlo todo a luz.
-¿También te ha dicho Pablo, cuando te ha llamado supuestamente tan preocupado, que ayer llegó a las tantas de la madrugada borracho?
-No puedes tomarte las cosas así, es normal que...- Sigue con su tono neutral, defendiendo a quien sea menos a su propia hija. Le corto otra vez, volviéndome un poco valiente.
-¿Es normal que me golpeara también, mamá? - Suelto, y por primera vez mi madre se calla durante unos segundos, unos largos segundos en los que parece dudar, en los que aparentemente resurge un destello de instinto maternal en ella, antes de volver a la normalidad y continuar defendiendo lo indefendible.
-Pablo es un buen chico, él no haría...- le vuelvo a cortar a media frase, las lágrimas formándose en mis ojos.
-No es la primera vez. - digo, con un hilo de voz.
Se hace un silencio largo y denso, sé que mi madre no va a defenderme, pero también sé que no tiene la sangre tan fría como para no afectarle lo que le acabo de decir.
Después de una eternidad de silencio, mi madre vuelve a hablar.
-Tienes que volver y solucionarlo con él. Todas las parejas tienen problemas...
Hoy estoy aquí por una serie de decisiones que he tomado (en realidad, por una serie de decisiones que dejé que se tomaran por mí), pero dejar que Jennifer me sacara de aquella suite es la mejor decisión que he tomado en mucho tiempo. Las cosas tienen que cambiar, quiero que cambien. Quiero ser dueña de mí misma, y tomar mis propias decisiones, sin dejar que nadie las tome por mí.
-Adiós, mamá. - Le digo, y cuelgo sin decir nada más.
Y entonces rompo a llorar. Siento una fuerza invisible oprimiendo mi garganta, haciéndome más y más difícil respirar. Las lágrimas salen de mis ojos resbalándose por mis mejillas, y siento el peso de todo sobre mí. No recuerdo la última vez que me permití a mi misma llorar, así que siento cómo sale todo en cada sollozo. Me permito llorar el rechazo de mi madre que llevo recibiendo desde que salí del armario; me permito sentir la frustración que me he estado guardando todo este tiempo por no poder ser dueña de mí. Lloro por los golpes de Pablo -físicos y psicológicos-, porque desde que me fui de aquél pueblo hace tantos años no he vuelto a ser realmente yo.
Todo se junta, tantos sentimientos guardados por tanto tiempo hacen presencia, y mi respiración se vuelve cada vez más irregular. Las lágrimas no se detienen, y me siento en el borde de un ataque de ansiedad.
De repente se abre la puerta y aparece Jennifer, con un rostro lleno de preocupación. Me mira, y sus ojos se agrandan durante un momento antes de acercarse a mí y sentarse a mi lado en la cama.
-Eh, ¿qué ocurre? - Me pasa un brazo por encima de mis hombros, pero yo mantengo la mirada baja. Me avergüenza que me vea así, tan vulnerable. - Hey, pequeña. - Dice cariñosamente, levantando mi barbilla con suavidad para que le mire a los ojos. Obedezco, y al mirar directamente a esos ojos oscuros me derrumbo totalmente y hundo la cabeza en su cuello, buscando algún tipo de consuelo.
-Ya está... - Me abraza fuerte durante un buen rato, permitiéndome llorar, acariciando mi espalda suavemente. - Ya ha pasado, preciosa - Dice, susurrándome al oído del modo más reconfortante que puede haber. - Estoy aquí.
Jennifer se acuesta hacia atrás sin deshacerse del abrazo, y acabamos las dos acostadas en la cama, ella sobre la almohada y yo sobre su pecho. Rodeo su cintura con mi brazo, aún sollozando en su cuello, y ella gira la cabeza levemente para dejar un beso tierno en mi frente.
-Lo...- Lo siento - Digo entre sollozos, sintiéndome culpable de haberle causado tantos problemas.
-Shhh... - Dice simplemente, abrazándome más fuerte y dejando otro beso, esta vez en mi sien.
Nos quedamos así durante no sé cuánto tiempo, yo sollozando débilmente y ella consolándome, susurrando cosas en mi oído para que me tranquilice. Finalmente consigo dejar de llorar y me quedo en silencio ahí, envuelta en sus brazos. Ninguna de las dos quiere romper el abrazo, así que levanto un poco la cabeza para mirarle finalmente a los ojos. Sus ojos oscuros me transmiten seguridad y cariño, como siempre han hecho, y en este momento más que nunca.
-Dios, eres preciosa incluso cuando tienes los ojos hinchados de llorar. - Susurra, y me hace sonreír un poco. Ahí, rodeada de sus brazos y del olor a vainilla que no ha cambiado después de tanto tiempo, perdiéndome en la mirada de sus ojos oscuros, siento que es el sitio donde quiero estar siempre.
Bajo la mirada a sus labios durante un momento antes de volver a dirigirla a sus ojos y mi corazón se acelera mientras me doy cuenta de una verdad que nunca se llegó a esfumar del todo. Sus ojos me traspasan como si conociera cada parte de mí, como si hacerlo fuera parte de su naturaleza, y entonces lo digo.
-Nunca dejé de quererte.
_________________________
Hola chic@s, primero decir que siento la espera, como dije he tenido una época de exámenes y todo mi tiempo libre se iba a estudiar. Segundo, decir que la época de exámenes ya ha acabado y que ahora voy a escribir más a menudo (yaaaaaay, Jemma bitches).
Agradezco mucho los comentarios que hacéis sobre la historia, sobre qué os llama la atención o qué os gusta, solo quería hacer mención a la gente que solo comenta para pedir que actualice o que estoy tardando mucho... De verdad, entiendo lo que es ser lectora de wattpad y que no actualicen, y sé que esos comentarios están porque os gusta la historia y la apreciáis, pero a mí me desmotivan bastante.
De todos modos, muchas gracias a tod@s por leer la historia, de verdad, cuando la empecé nunca pensé que llegaría a ser leída por tanta gente. Es un placer poder expresarme a través de esto, y más si aprecian ese trabajo.
Con mucho amor,
Laia.
ESTÁS LEYENDO
The way I'm feeling again (Parte 3)
Teen FictionHan pasado ocho años. Jennifer acaba de cumplir veintiséis años, y las cosas han cambiado mucho para ella. Consiguió sacarse la licenciatura de medicina, y ahora trabaja en un prestigioso hospital en Nueva York, dejando atrás su pueblo y lengua nata...