El viaje en coche transcurre en silencio. Ella tiene los ojos perdidos en el asfalto que se abre por delante de nosotras, la mirada ausente. Yo trato de relajarme, aunque no sabría decir si estoy más nerviosa ahora o lo estaba antes de tener a Emma a menos de un metro de distancia.
La carretera está bastante despejada, considerando las horas que son. Menos mal que mañana libro en el hospital, y puedo recuperar un poco el sueño, además de pasar tiempo con la chica que tengo al lado, ahora que se me ha presentado la oportunidad. Nos detenemos en un semáforo y miro a mi derecha. Parece tan frágil, que me da miedo que se derrumbe en cualquier momento.
Aparco el coche en la calle, ya hemos llegado. Saco las llaves y desenchufo el motor en un ligero movimiento. Vuelvo la cabeza hacia la derecha otra vez, esta vez encontrándome con unos ojos marrones mirándome. No sé cómo actuar, no quiero pasar ninguna raya ni hacer algo que pueda molestarle. Me limito a mirarle con ternura, y levantar ligeramente las comisuras de mis labios.
-¿Estás bien? - Rompo el silencio susurrando, y me doy cuenta de que lleva sólo el pijama. Ella simplemente asiente, en silencio, respondiendo a mi pregunta.
Salgo del coche y lo rodeo para abrirle la puerta, cosa que, al juzgar por su cara, le pilla de sorpresa. Le dedico una media sonrisa prepotente, y le ofrezco mi mano para que la coja. Ella lo hace, pero esta vez la que se sorprende soy yo cuando ella entrelaza nuestros dedos antes de salir del coche.
Dios, y yo pensaba que ya habían terminado los latidos acelerados de mi corazón.
Noto su mano fría contra la mía, así que me apresuro a llegar a mi apartamento, en silencio, de la mano de la chica que me vuelve loca. Cuando entramos por la puerta, ella habla por primera vez en un largo rato.
-¿Vives aquí? - Dice, y yo asiento.
-Sí, no es muy grande, pero es acogedor... - digo, con nerviosismo - ¿Quieres que haga café? - Me dirijo a la cocina, haciendo amago de soltarle la mano, pero ella se queda parada, sin soltar mi mano. Me vuelvo hacia ella con preocupación, y ella me mira de forma muy intensa, directamente a los ojos. Se acerca más a mi cara, sin romper el contacto visual, y mi corazón se dispara. Está muy cerca, y me estoy volviendo loca.
-Gracias, Jenn- susurra, mientras baja la mirada a mis labios y la vuelve a levantar hacia mis ojos -. Por todo. - Le devuelvo la mirada, y el ambiente entre nosotras da un cambio: Más pesado, más intenso. No quiero hacer nada que pueda confundirle más, así que decido controlar lo que hago.
-No podría soportar si te volviera a tratar mal otra vez - digo, y tenso la mandíbula, recordando lo ocurrido. Mis ojos vagan por su rostro, y se detienen en el cardenal de su pómulo. - Ven, vamos a ponerte algo frío ahí.
Esta vez cede, y me deja soltarme de su mano. Me dirijo hacia la cocina y abro la puerta del congelador, buscando la bolsa de gel que tengo guardada para los golpes. La encuentro, y la enrollo suavemente en un paño para que no le sea demasiado fría.
-Siéntate, estás en tu casa - digo, y nada más salen las palabras de mi boca, destinadas en un principio a ser una simple frase cordial, me doy cuenta de lo mucho que me gustaría que fueran literalmente ciertas y se me vuelve a acelerar el corazón. Ella no se da cuenta, o simplemente finge que no se da cuenta, y se sienta en el sillón que tengo en el salón.
Me siento en la mesa de café que hay justo delante de donde ella está sentada, y quedo a su misma altura. Llevo la bolsa de gel envuelta en el paño a su pómulo, haciendo poca pero suficiente presión con mi mano. Sus ojos están clavados en los míos, y hace una mueca al sentir el frío. Levanta su mano lentamente hasta que la pone sobre la mía, sujetando la bolsa de gel en su cara, y la tensión que hay entre nosotras se puede palpar. Sus ojos me miran de la forma más intensa, y yo simplemente le devuelvo la mirada, sintiendo el calor de su mano contra la mía.
-Esto de tú curándome se está convirtiendo en costumbre - dice ella, soltando una ligera carcajada, bajando la mirada y retirando su mano de encima de la mía. Por su lenguaje corporal, no tan desconocido para mí, sé que se avergüenza de toda la situación. Pero yo no dejo de mirarle intensamente, y permanezco seria.
-Nunca más - murmuro, y ella vuelve a levantar la mirada, dubitativa. Me mira a los ojos, y yo bajo la mirada a sus labios, dejando ver qué es lo que más quiero ahora mismo. Cuando vuelvo a mirarle a los ojos, su mirada es indescifrable, y hace que me cueste respirar y que me recorra esa electricidad por toda la columna.
-Te... - Empiezo a decir, pero me detengo y me muerdo la lengua cuando me doy cuenta de la locura que iba a decir. Ella me mira, y abre un poco más los ojos, en una mezcla de confusión y de sorpresa.
Jennifer, contrólate. No es momento de hacer uno de tus movimientos impulsivos -me digo a mi misma- ¿Tienes idea de la noche que ha pasado? Su novio - SÍ, NOVIO - le ha pegado hace menos de tres horas. No está la situación para que te declares.
Retiro el paño con la bolsa de gel de su cara, terminando con esa tensión y arrastrándonos a las dos de vuelta a la realidad. Ella vuelve a hacer una mueca, esta vez no estoy tan segura de si ha sido por el paño.
-¿Te duele? - Pregunto, fingiendo que era eso lo que quería decir en un primer momento, con voz más distante, más como su médico que como su... Jennifer, o lo que sea que yo sea para ella. Dios, me estoy rayando.
-Menos que antes, muchas gracias. - Dice, más como mi paciente que como Emma, distante. También se aparta un poco.
-Deja de darme las gracias. Lo haría mil veces más. - Digo, dedicándole una sonrisa, y ella también me sonríe. -¿Tienes hambre? ¿Quieres comer algo? Puedo hacer café si quieres.
-No - niega con la cabeza mientras sonríe, aparentemente divertida por mi insistencia - Sólo estoy cansada. Puedo dormir en el sofá, si qui...
-Ni de broma - le interrumpo, y ella frunce el ceño - Tú duermes en la cama, que yo tengo mucho papeleo del hospital - miento - y no voy a acostarme.
-Siento haberte quitado las horas de sueño - dice, con tristeza en los ojos.
-Tranquila, es rutina para mí no dormir. - digo, intentando tranquilizarle y quitar esa mirada triste de sus ojos - Además, ahora me tomo un par de cafés y estoy como nueva. Ven, te enseño dónde está mi habitación y te pones cómoda. - Me levanto de delante de ella, y me dirijo hacia el dormitorio, haciéndole una seña para que me siga - Puedes darte una ducha para relajarte si quieres, yo te puedo dejar ropa. Mañana no trabajo, así que estaré por aquí cuando te despiertes.
Llegamos a mi habitación, y ella se para en el umbral de la puerta, mirándome.
-Esta es mi habitación - digo, girándome hacia ella y sonriendo - y ése es Riley - señalo a mi gato dormilón que está en la esquina de la cama, durmiendo. Ella sonríe cálidamente, como una niña pequeña, y se acerca para acariciar a Riley - Probablemente duerma a tu lado y ocupe más trozo de cama que tú - digo, soltando una carcajada, y ella simplemente sonríe mientras acaricia la cabeza de Riley.
-Me encanta. -Dice, y le deja un beso suave en la cabeza a Riley. Puto gato, qué suerte.
-Ahí está el baño, puedes darte una ducha si te apetece. - Recuerdo nuestra conversación anterior sobre las duchas en compañía, y me pongo roja. Ella levanta la mirada, también un poco roja, y deja de acariciar a Riley.
Se acerca en un par de pasos hacia mí, dejando a penas dos centímetros de distancia entre nuestras caras. Trago saliva, se me acelera otra vez el corazón y esa electricidad me vuelve a recorrer todo el cuerpo.
-Gracias - susurra, y vuelve la cabeza para dejar un beso en mi mejilla, antes de desaparecer detrás de la puerta del baño.
Y yo me quedo ahí, parada, asimilando todas las sensaciones que he sentido en los últimos treinta segundos, y los estragos que ha causado ese beso tan inocente en mi sistema nervioso.
Dios, es preciosa, y me encanta.
Gracias por seguir la historia! He intentado actualizar lo antes posible, ya que pronto empezaré otra vez con exámenes y tardaré más en actualizar.
Comentad qué os parece y qué pensáis de Jemma ahora mismo, me encanta leer vuestras opiniones.
Con mucho amor,
-Desorden Mental
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The way I'm feeling again (Parte 3)
Teen FictionHan pasado ocho años. Jennifer acaba de cumplir veintiséis años, y las cosas han cambiado mucho para ella. Consiguió sacarse la licenciatura de medicina, y ahora trabaja en un prestigioso hospital en Nueva York, dejando atrás su pueblo y lengua nata...