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-Deberíamos decirles a tus padres sobre Ignacio- le reprochó Aura a Noah mientras se recostaba en la cama a su lado.

-No lo creo- Noah giró su cuerpo hasta estar boca arriba.

Aura miró fijamente a Noah y se sentó sobre su regazo, sintiéndose demasiado separada de su novio por su ahora enorme pansa de siete meses.

Ella entendía a Noah, sus padres lo habían hecho sufrir mucho los dieciocho años en los que él vivió con ellos, ya que por algún inexplicable motivo no estaban orgullosos de su hijo y se lo restregaban en la cara todo el tiempo.

-No lo haré- volvió a negar Noah acomodándose mejor.

-De acuerdo... no voy a insistir- suspiró Aura y acarició la mejilla de Noah.

-Gracias- susurró y abrazó a su novia obligándola a acomodarse sobre él a horcajadas. Aura comenzó a sentir unas leves contracciones e hizo una mueca de disgusto.

-Creo que tendremos un bebé muy inquieto- dijo Aura sonriendo porque luego de las contracciones sintió las pataditas de su bebé- toca- agarró la mano de Noah y la dirigió a su panza.

A Noah le brillaron los ojos y sintió las leves pataditas que su hijo le daba a la panza de Aura. Una, dos, tres pataditas. Noah no dejaba de sonreír y Aura recostó su cabeza sobre el hombro de Noah cerrando los ojos.

-Será un inquieto y hermoso bebé- dijo Noah besando el pancita redondita de Aura.

-Así es- afirmó- igual que vos, pero más chiquito- Noah rió.

-Ojalá tenga tus ojos- murmuró Noah y besó los párpados de su novia- esos hermosos ojos marrones.

-Son normales- Aura arrugó su fina nariz- tus ojos son más lindos- sonrió y analizó los ojos celestes de Noah- son como el cielo.



IgnacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora