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Todos los niños ya estaban sentados en sus pupitres y se estaban presentando.

-Yo soy Amadeo West, tengo cinco años y me gusta correr- dijo el niño sentado al lado de Ignacio- te toca- le dijo y se acomodó en su asiento.

-Soy Ignacio Milman, tengo seis años y me gusta andar en bici.

-Yo soy Julie Smith, tengo seis años y me gusta comer.

Los niños soltaron unas risitas y continuaron con las presentaciones, pero Ignacio no les prestó atención. Estaba demasiado ocupado admirando a la pequeña rubia de ojos celestes que no hacía más que sonreír y escuchar.

Cuando sonó el timbre, la profesora, los hizo formarse en una fila y luego en orden los dejó salir al recreo.

-Hola, Julie- la saludó Ignacio y la niña lo miró sonriendo.

-Ignacio ¿no?

El castaño asintió con la cabeza repetidas veces y luego sonrió al darse cuenta de que ella recordaba su nombre. Pudo haberlo escuchado hace unos segundos, pero no lo había olvidado y eso de alguna forma lo hacía sentirse feliz.

-¿Querés jugar con nosotros?- le preguntó.

-¿A qué juegan?

-A la mancha pared.

Julie se quedó unos instantes pensando, pero luego de volver a brindarle una de sus deslumbrantes sonrisas asintió con la cabeza.

Ignacio, Julie y Amadeo junto a otro grupo de niños se quedaron correteando por todo el patio mientras se abalanzaban precipitadamente hacia las paredes y corrían desaforadamente.

Cuando el castaño fue recogido por su madre para volver a casa a la salida del colegio, lo primero que le dijo fue:

-Mami, conocí a una nena.

Y esas palabras pusieron celosa a Aura.

IgnacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora