9. Signos

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Nuestro vuelo apenas acaba de aterrizar. No me importan ni las maletas, ni nada de lo que me pertenece. De verdad estoy asustada. Ya pasaron más de cuatro horas desde que recibimos la llamada y lo primero que se nos vino a la mente fue tomar el primer vuelo a Londres. Adrien ha estado demasiado nervioso y aún no ha dicho nada. Lin está en el hospital, no sé bien que le sucede, tampoco tuve tiempo de preguntar, pero ni siquiera trajimos las maletas. Todo fue sorpresivo y el pánico nos invadió por completo.

Adrien corre por el aeropuerto mientras que me arrastra con él, trato de seguir sus pasos sin decir nada, pero no lo hago del todo bien. Me tiemblan las manos y las piernas, mis ojos están repletos de lágrimas y hay un sentimiento pesado y frío que se hace presente en mi pecho constantemente. Tengo miedo, tengo mucho miedo. Es solo una niña, no tiene que sucederle esto. Solo tiene cinco años.

Bajamos por las escaleras mecánicas rápidamente. Apartamos a todos del camino y, cuando por fin conseguimos salir hacia las afueras del lugar, chillo por un fuerte cambio climático. Solo tengo un sweater liviano y el viento sopla de un lado al otro, mientras que la leve lluvia provoca que se me erice la piel. Adrien me rodea con sus brazos en silencio y nos subimos a un taxi apresuradamente.

—Todo estará bien, cariño. —Murmuro acariciando su mejilla. —Lo prometo.

Él no me mira, ni siquiera está prestándome atención, pero puedo entenderlo y no me molesta que se comporte de esa manera. Yo también me siento muy extraña. No dejo de pensar en la niña ni un solo segundo. ¿Cómo deben de estar Amie y Stefan? ¿Qué le sucede a Lin? No dejo de hacer preguntas, pero no soy capaz de tomar mi teléfono y hacer una llamada para estar más informada, casi no puedo pensar en nada más. Solo espero que ella esté bien, que no sea nada grave. Ahora no me importa si cancelé mi luna de miel, no me importa si no conoceré Turquía o Eslovenia, tampoco me importa si he dejado todo en Alemania, solo quiero que ella esté bien.

Llegamos al hospital y subimos por el ascensor en menos de tres minutos. No nos toma demasiado tiempo. Siento que voy a vomitar si sigo corriendo de la manera que lo hago, pero no pienso demasiado en eso. Al doblar por el pasillo vemos a todos esperando a alguien. Adrien suelta mi mano y corre hacia ellos. Todos están aquí. Mi suegra, Amie, Stefan, Tania y Damien. Son demasiadas, personas, pero debe de ser algo grave. Tengo demasiado miedo y un escalofrío me recorre la columna vertebral.

Amie abraza a su hermano y los demás se voltean a mirarme. Tengo lágrimas en los ojos y me dejo vencer por el qué dirán. No es momento de ser fuerte ahora, no es momento de tener que utilizar una máscara. No tengo que ocultar lo que siento. Quiero a esa niña por mas fastidiosa que sea a veces, es solo una niñita y si yo estuviese en una situación así... oh, mi Dios. No puedo ni siquiera pensar con claridad. Stefan se acerca a mí rápidamente al igual que Tania y Damien. Daphne sigue en su mismo lugar y limpia su nariz con un fino pañuelo de tela. Stefan me abraza fuertemente y lo oigo sollozar. Abro los ojos y Tania está delante de mí intentando controlar la situación.

—No creí que vendrían. —Me dice en un sollozo cargado de agonía. —Gracia, gracias de verdad.

Stefan se aparta y Tania me rodea con sus brazos rápidamente. Damien frota mi hombro una y otra vez y logra sonreír a medias, pero puedo ver que está asustado y confundido, tanto como yo.

— ¿Qué le sucedió? —Pregunto mirando a Stefan. Amie aún sigue llorando en brazos de Adrien y Daphne continua mirando un punto fijo en la pared. — ¿Por qué estamos todos aquí? Adrien no me ha dicho nada y estoy desesperada. —Sollozo intentando encontrar una respuesta rápidamente.

—Es el apéndice. La están operando justo ahora, Gea. —Me informa con cautela, pero siento como un balde de agua helada se derrama sobre mí.

PERFECTA 2. Dime que me amas © Deborah HirtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora