Cuzo las puertas de vidrio de Eggers Company y me detengo en seco debajo de la lluvia. Necesito sacar toda esa agonía que oprime mi pecho, necesito respirar. No tengo oxigeno nuevo en los pulmones desde que esa mujer empezó a hablar. Me siento como una completa estúpida, ¿Cómo pude creer en él? ¿Cómo pude enamorarme de él? ¿Por qué mierda tuve que ser tan débil? Siempre jugó conmigo, con mis sentimientos, con las palabras, siempre fue un juego. Detrás de toda la farsa de nuestro matrimonio había una farsa y una mentira aún mayor.
Me miro a mi misma mientras que la lluvia se encarga de mojarme por completo. No puedo evitar soltar una risita irónica. Soy patética, siempre lo he sido y siempre lo seré.
Traicionada, con el corazón roto, humillada y, además de eso, mojada. Debe de ser una broma.
Miro hacia atrás y veo a todos dentro del edificio, intentan disimular su curiosidad. Tal vez todo el mundo sepa lo que acaba de suceder en esa sala de juntas. Puedo sentir sus miradas de lástima y de compasión a kilómetros de distancia, pero no necesito eso. No necesito nada más. Con todo lo que he oído, tengo más que suficiente.
Me dirijo hacia el coche, abro la puerta y suelto un sollozo cuando veo mí reflejo en el espejo retrovisor. Ahí está esa mirada fría y calculadora de nuevo. Algo en mí se rompió, algo en mi cambió. No me siento como antes. Esa Gea infeliz y despreciable ha vuelto, vuelvo a sentirme como la misma mierda de antes y él es el culpable, solo él.
—Vas a arrepentirte por todo lo que has hecho. — Aseguro limpiando el rímel de mis mejillas de manera frenética. —Juro por mi hijo que vas a arrepentirte, Adrien Eggers.
Me sonrío a mí misma con lástima y luego enciendo le motor del coche. No sé a dónde mis propios pensamientos e insultos me llevarán, pero estoy dispuesta a averiguarlo.
Mientras que conduzco en dirección a la mansión Eggers, miles de recuerdos invaden mi mente. Me siento tan extraña, fuerte, pero al mismo tiempo, rota. Es indescriptible. Nunca he sentido algo así.
Llego a la mansión, bajo rápidamente del coche y corro en dirección a la puerta. Estoy furiosa, necesito descargar mi rabia, mi enfado, mi enojo o lo que mierda sea. Él merece el peor de los castigos. ¿Cómo pude ser capaz de hacerme eso? ¡Me enamoré de él! ¡Soy una estúpida!
— ¿Señora Eggers? —Pregunta una mis mucamas apareciendo desde la cocina rápidamente. Parece confundida y algo perturbada. — ¿Quiere algo para secarse?
La miro con todo el odio del que soy capaz. No necesito de esto ahora.
— ¡Quiero estar sola! ¡No fastidies! —Exclamo señalando con un dedo la puerta de la cocina para que se largue. No quiero ver a nadie, no quiero hablar con nadie. Odio a todos y a cada uno de los que se cruzan en mi camino, lo odio a él.
— ¡Te odio, Adrien! —Grito tomando un jarrón que nos obsequiaron para nuestra boda. Lo lanzo con todas mis fuerzas en dirección al piso y hago que se rompa en mil pedazos. El estruendo es desorbitarte, pero no ayuda a liberarme.
Suelto otro sollozo y dejo que un par de lágrimas se escapen de mis ojos. Puedo llorar, ahora que nadie está viéndome, puedo hacerlo. Él no se merece mis lágrimas, no se merece nada de lo que tiene, pero tengo que hacerlo, debo llorar para intentar no sentirme tan miserable. Elevo mi mirada hacia las escaleras, subo lentamente, mientras que sollozo como una completa imbécil. Camino por el pasillo y me detengo cuando llego a la puerta de nuestra habitación.
<< ¡Hice el amor con él, mil veces, y en la misma cama, donde ambos se revolcaban! ¡En la misma cama, cariño!>>
Recuerdo esas palabras y mis ojos se llenan de lágrimas, pero mi cuerpo de furia. Entro a la habitación y observo esa inmensa cama perfectamente arreglada. Ahí me hizo el amor una y otra vez, ahí me folló todas las veces que quiso. Esta habitación es testigo de todo lo que ocurrió entre nosotros, pero también, guarda los recuerdos de esa mujer, ella estuvo desnuda en sus brazos en esa misma cama ¡En donde yo dormía con él! ¿Cómo pudo hacerlo?
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PERFECTA 2. Dime que me amas © Deborah Hirt
RomantizmSinopsis: Lo inevitable sucedió. Ambos nos enamoramos perdidamente. Con él no necesito fingir ser alguien que no soy, pero el pasado resurgirá en cualquier momento y tendré que decirle la verdad, antes que decida dar el gran paso que puede cambiar...