21. Otra vez

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Adrien estaciona el coche en la entrada. Solo tiene que bajar y tocar ese timbre para que me lance a sus brazos.

Suelto un suspiro. Miro mi vestido y lo aliso de manera frenética. Quiero estar perfecta, quiero que todo salga más que bien. Quiero que me vea completamente hermosa.

—Tranquilízate. —Me dice mi madre mientras que bebe una taza de té desde el sillón de la sala de estar. Estoy frente a la puerta y me muevo de un lado al otro con impaciencia.

¿Por qué está demorando tanto?

El timbre suena estruendosamente en el interior del recibidor. Doy un pequeño brinco y corro hacia la puerta. Me detengo por unos segundos y luego suelto un gran suspiro intentando que los nervios no se apoderen de mí. Miro mi vestido, aliso la falda una y otra vez, paso mi mano por mi pelo, por si acaso, muevo mis hombros y finalmente abro la puerta.

Me encuentro con sus ojos, esos hermosos y dulces ojos que hacen que me sienta la única mujer en todo el universo. Está completamente perdido en mí. Soy su centro de atención. Su mirada me recorre lentamente, como si estuviese viendo cada pequeño detalle, como si estuviese buscando algún defecto y sus ojos no lograran percibir nada. Soy completamente perfecta para este hombre.

Mis labios se curvan en una media sonrisa. No aparto mis ojos de él y no me importa si llevamos más de un minuto viéndonos el uno al otro sin decir nada. Podría quedarme así, viéndolo toda mi vida y no me cansaría de hacerlo.

Se ve radiante, se ve nervioso, emocionado y sobre todas las cosas se ve feliz. Yo también lo estoy. Debo de sentirme igual que él. No hay palabras, no hay motivos para interrumpir este precioso momento en el que estamos completamente conectados.

—Gea... —Dice finalmente cuando sus ojos terminan de mirarme por completo. Suelta el aire que había guardado durante todo ese tiempo y da un paso al frente acortando la mínima distancia que ya existía entre los dos. —Me faltarían todas las palabras del mundo para describir lo hermosa que te ves esta noche. —Dice posando su boca sobre la comisura de mis labios. Tengo que cerrar los ojos para poder contenerme. Tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no cometer una locura en este preciso instante.

—Bésame. —Le pido en un leve murmuro que solo los dos podemos escuchar. Él sonríe ampliamente, luego mueve una de sus manos a mi cara y la otra sobre el contorno de mi cintura. Me apega a su torso y une sus labios a los míos. Siento esas miles de sensaciones, esas miles de mariposas que se liberan de las redes, siento a pequeño ángel rebotando de alegría de un lado al otro... Me siento fantástica, me siento única, somos únicos. Nadie más existe alrededor.

—Te amo. —Dice tomando mi rostro con ambas manos. No estamos haciéndolo bien. Se supone que es una cita que ni siquiera ha comenzado y ya he dejado que me bese. Muero por hacerlo sufrir solo un poquito.

Sonrío levemente y con malicia. Luego muerdo su labio inferior y él se ve obligado a que nos separemos. Me mira directo a los ojos y me interroga con la mirada y el ceño fruncido.

— ¿A que ha venido eso? —Cuestiona.

—Es una cita, no puedes besarme así sin más. —Le digo a modo de regaño. Mueve sus manos hacia mi cintura y apega su cuerpo al mío de un tirón, tomándome nuevamente por sorpresa.

—Creo que tú lo has pedido. —Me dice ladeando la cabeza. —Me gusta complacer tus deseos.

—Esa era mi otra Gea. —Le digo a modo de excusa. —Era la Gea que quiere que la desnudes y la beses durante toda una noche, pero ahora no estás delante de ella.

Adrien frunce el ceño, parece reamente desconcertado y muero por reírme en su cara, pero no tengo que hacerlo.

—Es una pena. —Dice con una mueca torcida. —Me hubiese encantado desnudar y besar a esa Gea durante toda una noche. —Dice cambiando su tono de voz a uno cargado de sensualidad. Está intentando seducirme y lo peor de todo es que estoy dejando que lo haga. Me vuelvo débil de nuevo. Trago el nudo en mi garganta e intento no sentirme apabullada. Esas palabras y esas sugerencias han dejado que mi cerebro divague por miles de lugares que, por el momento, son demasiado prohibidos. Tengo que ir de acuerdo al plan.

PERFECTA 2. Dime que me amas © Deborah HirtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora