17. Negro

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Oigo el timbre y corro rápidamente en dirección a la entrada. Es el cuarto día sin Adrien. Las cosas siguen igual que siempre. He ignorado sus llamadas, sus mensajes e incluso los tres ramos de flores que ha enviado en las ultimas cuarenta y ocho horas, al igual que he ignorado a Daphne, Tania, Stefan, Amie e incluso Damien.

No quiero hablar con ellos, no quiero hacerlo y tampoco lo haré. No estoy lista para intentar dar explicaciones, no me siento fuerte para poder decirle el motivo de nuestra separación. Apenas puedo soportar esos recuerdos y esas palabras. He llorado demasiado, pero mis padres no lo saben. Creo que ellos piensan que estoy superándolo bien, pero no es así. Lo extraño, lo amo... Mierda, ¿Cómo puedo amarlo así? Necesito verlo, necesito besarlo, pero cada vez que imagino esos momentos, recuerdo todo lo que sucedió y mis ganas de tenerlo conmigo se esfuman.

— ¡Ya voy! —Grito desesperadamente. Llego a la puerta y al abrirla veo a Damien. Mi pecho se alivia rápidamente. Al fin, al fin está aquí. Lo necesito más que nunca.

Me lanzo en sus brazos y siento como me abraza de manera dulce y protectora. No le he dicho todo lo que sucedió con detalle, pero contestar a su llamada esta mañana, fue más que un alivio.

—Lo siento, nena. —Me dice besando mi pelo. Cierro los ojos con fuerza y hundo mi cara en su pecho. Sigue vistiéndose tan desalineado y adolescente como siempre, pero me hace bien tenerlo aquí. No me siento tan sola. Sé que él me comprenderá, él me ayudará y me dará su opinión sobre todo esto.

—Damien... —Musito con la voz entrecortada. En menos de dos segundos, recordé todo lo que sucedió días atrás. De un segundo al otro mis ojos se llenan de lágrimas y comienzo a llorar como una completa estúpida. ¿A quién quiero engañar? No soy fuerte, no superaré esto de un día para el otro, no podré ser tan fuerte como creí que lo sería... Adrien es mi debilidad y debo admitirlo aunque me cueste. Mi peor debilidad me volvió aún más débil, ¿Cómo puedo explicar eso?

—Tranquila. —Me dice acariciando mi cabello. —Te prometo que todo se solucionará. Tu eres fuerte, eres muy fuerte, nena. —Me dice a modo de consuelo.

Minutos más tarde dejo de llorar. No sé cuánto tiempo llevamos aquí en mi habitación, pero le conté todo lo que sucedió con Adrien y no obvié ni un solo detalle. Fue más difícil tener que admitir que me casé con el por su dinero y, lo peor de todo, fue confesarle que me enamoré de él como una completa estúpida.

Él no me dijo nada, sé que tiene deseos de hacerlo, pero no se atreve por miedo a decirme algo que me duela y, sinceramente, en estos momentos no quiero irlo, solo deseo que me escuche a mí. Necesito liberar todo este enojo, todo este dolor, para poder sentirme mejor conmigo misma. Sé que me entiende...

—Todo se solucionará, nena. —Me asegura acariciando mi cabello de nuevo. Me aparto de él y dejo que limpie mis lágrimas con su pulgar. —Él no se merece tus lágrimas, Gea. Tienes que hacerlo sufrir un poco.

—Lo sé. —Respondo entre lloriqueos. —Pero lo necesito tanto, Damien. —Chillo como toda una niñita y vuelvo a lanzarme a sus brazos. Me hace sentir bien, me siento segura y protegida. No son los de Adrien, quiero que sean los de Adrien, pero al mismo tiempo sé que no debo de permitirlo. Merece sufrir un poco.

—Deja de llorar. —Me pide dulcemente. —Podemos hacer un montón de cosas para que te olvides de él por un momento. No tolero verte así. Te acompañaré a ver algún vestido para esa cita que tienes con ese tipo, si tú quieres.

Sonrío levemente y acaricio su mano que descansa encima de la mía.

— ¿Harías eso por mí?

—Haría cualquier cosa por ti, Gea...

Un golpe en la puerta interrumpe nuestro abrazo. Flora entra a mi habitación y me da una de sus mejores sonrisas a modo de disculpas. Le devuelvo el gesto y rápidamente seco las lágrimas de mis mejillas. Sé que sabe que estoy llorando, pero intentaré no verme tan patética.

PERFECTA 2. Dime que me amas © Deborah HirtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora