Capítulo 19

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"Con la esperanza del amanecer y la llegada de un nuevo día me pregunté: ¿qué será más grave? ¿La discapacidad para caminar o la incapacidad de amar? ¿Cuantas veces aquellos que se ven obligados a sortear una mayor cantidad de obstáculos llegan más lejos que aquellos que siempre tuvieron el camino llano?"

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Roberta Pardo:

— Ay, mira, un cochecito. — Finge ternura y saca un coche de juguete de la bolsa. — Es de tracción, ¿verdad? — Sonríe con hipocresía y se coloca de cuclillas sobre sus pies. Coloca el coche en el suelo y comienza a jugar con él. — Ay, no es de tracción. — Hace un extraño sonido con su boca parecido al de un coche.

Luján y yo nos miramos por varios segundos y llevé un dedo a mi sien en plan: este tipo está totalmente chiflado.

— ¿No te parece, Roberta, que... sus compañeros están muy grandecitos para jugar con esto. — Levanta la mirada y me muestra el coche.

— Pues sí, obvio que si. Pero pues, explíquecelo a mi mamá porque ella como se baja los años se los baja a toda la gente. — Dije con naturalidad y él y Luján ríen. El director se puso de pie nuevamente y los tres reímos.

— Como chiste no fue malo, ¿verdad? — Dice entre risas. — Pero tu mamá no es una retrasada mental, Roberta. — La sonrisa se borra de su rostro. — Por favor, no me tomes por un idiota. — Me fulmina con la mirada.

— ¿Yo? — Abrí grandes mis ojos señalándome a mi misma. — Por favor, ¿a usted? — Fruncí levemente el ceño. — O sea, usted es súper inteligente. Mire, hagamos una cosa: déjeme ir, yo le devuelvo las cosas a mi mamá... y ya.

— ¿Ah, sí? — Vuelve a sonreír con esa sonrisa estúpida e insoportable. — No. Fíjate que no. — Guarda las cosas en la bolsa nuevamente. — No creo que sea necesario.

— No, sí, de verdad. Así usted se queda tranquilo y se termina de dar cuenta que esas cosas no son para ningún niño inventado por Diego Bustamante. — Lo miro fijamente llena de seguridad. Él me mira vacilante. — ¿Me deja ir? — Se cruza de brazos y sonríe. — ¿Y?

Espero que este idiota me deje ir, porque sino, estoy frita.

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Diego Bustamante:

— No, no, no. Es que no puede ser. O sea, no entiendo como pudo fallar mi plan, si... Bueno, igual y si... Y si finjo como que ya no me interesa igual y Mia se interesa, ¿no? — Dice Giovanni parado en el centro del cuarto con una foto de él en su mano, entremedio de las camas. Yo me encontraba recostado sobre la mía con un cigarro entre mis dedos y Tomás estaba sentado sobre la de él.

— Ay, güey, ¿por qué no paras de echar tanto choro? O sea, mira güey, la neta yo no voy a ir.

— ¿Qué? — Junté mis cejas. — No, no. — Apagué el cigarro y me puse de pié. — Tomás, pero si yo  contaba contigo, brother. — Me acerqué a él pasando por enfrente de Giovanni quien mantiene su vista en su foto.

Bro, hubiera estado mejor que me dijeras desde antes, ¿no? — Se pone de pié. — ¿Para qué me quieres? — Relamí mis labios acomodando las mangas de mi camisa llevándolas hasta mis codos y me senté al borde de la cama de Giovanni y Tomás se sienta a mi lado apoyando sus manos sobre sus rodillas.

— Es la oportunidad. — Me señalé a mi mismo. — Para demostrarle a mi papá que yo puedo sólo con Roberta.

— Okay. — Entrecierra los ojos mirándome fijamente con sus manos entrelazadas. — ¿Y yo de qué la hago?

Rebelde [1° Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora