Capítulo 27

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"Vivir es como viajar en una carreta. La pasión son los caballos que tiran del coche, la razón es el fichero que guía los caballos; una pasión equivocada es como un carro con los caballos a todo galope pero sin un cochero que los guíe."

*Joaquín Mascaró en multimedia*

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Miguel Arango:

— Miguel, por favor dime que no es cierto. — Me dijo entre llantos mirándome fijamente con sus ojos tristes mientras me suplicaba.

— Lo siento mucho.

— Dime que no es cierto, por favor, porque si es cierto, te lo juro que me mato. — Dijo muy segura y eso llegó a asustarme puesto a que ella se encontraba muy mal en estos momentos y tal vez sea capaz de cualquier cosa estando tan obsesionada. Yo no quería que ella hiciera eso, no quería que cometiera alguna locura y menos por mi pero esto es lo mejor. Yo ya no aguanto esto, no es justo para ella ni para mi. — Miguel, ya te lo dije, si me dejas me suicido. — Me dijo amenazante y aunque sé que es sólo un chantaje no quiero arriesgarme. Se puso de pié para irse llorando.

— No, no, Celina, por favor. — Me puse de pié frente a ella para detenerla. — Por favor no digas tonterías. Primero escúchame, ¿si? — Pensé en la manera de decirle, de dejarle claro que no quiero nada con ella, que no podemos seguir así. Solté un suspiro llevando ambas manos a mi rostro. ,— Mira, lo que pasa es que... lo único que estoy haciendo... — Ella mira hacia un lado y luego posa su vista en mi. — ¡es que te estoy dañando y ya no quiero hacerlo! — Dije exasperado.

— Le dices a Nico que por poquito caigo. — Me quedé callado sin comprender de qué estaba hablando. — Pero me di cuenta de algo: te amo. — Dijo para luego irse dejándome confuso y con las palabras en la boca.

Cerré los ojos y solté un suspiro apretando los puños para luego llevar mi vista a Nico quien estaba sentado en una mesa un tanto apartada a mi lado.

¿Por qué es tan difícil hacerle comprender a una persona que ya no quieres nada con ella?

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Roberta Pardo:

Ya había caído la noche y Luján y yo llegamos a nuestro cuarto riendo y platicando de cosas. Llevé una mano a mis labios indicándo que se calle al ver a Lupe recostada sobre su cama escribiendo en un cuaderno.

— Lupe está haciendo la tarea. — Ella posa su vista en nosotras y ríe.

— No, no, no. — Se sienta sobre la cama y ambas nos acercamos a ella. — Le estoy escribiendo una carta a Dulce. — Luján y yo nos sentamos al borde de mi cama frente a ella. — Lo que pasa es que mi tía Mayra luego se las lee y todo. — Bostecé algo cansada. — ¿Pero qué creen? Le estoy contando lo de el ejercicio que hicimos con Madariaga. — Ríe cruzando sus piernas como indio y también reí.

— Oye, — Habló Luján. — ¿y le contaste que Teo casi se muere del susto cuando le puse un solo dedo encima? — Dijo burlona.

— ¿Del susto o del gusto? — Crucé mis piernas. — Ay, yo la neta si me quedé con ganas de reconocer a más de uno. — Dije coqueta mientras me saboreaba y ellas rieron.

El ejercicio que hicimos si estuvo chido.

— La verdad es que estuvo bien padre. — Dijo Lupe. — Pero no sé, de repente como que yo me empecé a sentir como medio rara, no sé. — Veo como debate algo en su cabeza.

— ¿Como medio triste? — Preguntó Luján.

— Pues... — Dejó las palabras en el aire y luego asintió.

Rebelde [1° Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora