Gabriel.
Me encuentro en una fábrica abandona, llena de polvo y ratas. Es jodidamente asqueroso. Rafael no podría elegir otro sitio para reunirse conmigo.
Llevo unos minutos esperando al arcángel y ya me quiero ir, es extraño que quiera contactar conmigo mi hermano. Después de lo que hice fue el que más comprensión mostró ante mi problema, pero no pudo hacer nada para que no cayese. Sin embargo, la ultima vez que le vi fue hace dos siglos, creo. ¿Por qué me querrá ver después de tanto tiempo?
Comienzo a impacientarse porque el maldita no aparece por ningún lado. Estiro las alas para intentar tranquilizarme.
-Parece que tienes la misma paciencia que siempre.
Me giro rápidamente por instinto, aunque haya reconocido la voz. La voz de Rafael.
Le veo con sus alas blancas extendidas, todo vestido de negro, es de misma altura, con el pelo del mismo color que el mio pero más corto y los ojos verdes, con unos rasgos faciales marcado. Esta igual que hace dos siglos.
-Si sabes que odio esperar, ¿por qué llegas tarde? - le recrimino.
Sonríe ante mi comentario sabiendo que sigo siendo el mismo a pesar de todo.
-Bueno, ¿para que querías verme? - pregunto curioso, no me ha llamado para comprobar si sigo teniendo el mismo humor de perros que siempre.
-Es sobre los Hijos de los Dioses. - contesta tranquilo.
-¿No los podéis dejar en paz de una jodida vez o que os pasa? - pregunto algo furioso, si no les hubiesen molestado ahora mismo seguirían siendo adolescentes normales que solo se preocuparían de la ropa que se ponen o los estudios.
-No es eso Gabriel, joder. - responde molesto. - Miguel y Lucifer se han estado reunión y no para tomar el té que digamos.
Le miro incrédulo. Sabia perfectamente que la proposición del Rey del Infierno iba con segundas, sabía que había gato encerrado pero me parecía obvio que el nos ayudase para deshacerse de Hades.
- Cuenta de una vez, la intriga me va a matar. - sonríe ante mi comentario, arcángel idiota.
- Lucifer le advirtió a Miguel que lo mejor que podía hacer era unirse a los Hijos de los Dioses para deshacerse de Zeus, pero claramente se negó. La segunda vez que quedaron Miguel quería que el Rey del Infierno, cuando los Hijos de los Dioses acabasen con los dioses, bloquease sus memorias sobre todo esto o los matase. - suspira. - Un bloqueo demoníaco.
Al escuchar las ultimas palabras se me queda la boca seca y me toca tragar saliva. Con un bloqueo demoniaco pueden pasar tres cosas: que funcione pero con pesadillas, que funcione pero la persona se vuelva loca o que dicha persona sufra un dolor verdaderamente atroz y consiga de nuevo sus recuerdos.
Si bloquean los recuerdos de Skyler no sabrá de mi.
-¿Como puedo detener eso? - pregunto así desesperado.
-Venia a avisarte, no lo puedes detener. - responde apenado Rafael.
-Rafael, ¿tu sabes que les puede pasar? ¿Lo que me puede pasar a mi Skyler? - pregunto algo furioso.
- Si, lo se... - contesta dubitativo. - Quiero que vayamos a hablar con las Moiras, por eso he venido exactamente.
Las Moiras griegas se las representaba comúnmente como a tres mujeres hieráticas, de aspecto severo y vestidas con túnicas: Cloto, portando una rueca; Láquesis, con una vara, una pluma o un globo del mundo; y Átropos, con unas tijeras o una balanza. Son la personificación del destino.

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Guerra de Dioses
FantasyContinuación de Hijos de los Dioses. Quien tiene que ser amigo, es enemigo. Quien tiene que ser enemigo, es amigo. Después de poner el mundo de Skyler patas arriba tiene que enfrentarse a los Dioses que le quieren matar a ella y a sus amigos. No so...