Viernes 15 de Enero.
"¿Recuerdas ese día cuando yo regresaba a casa?, ¿recuerdas nuestra despedida esa misma tarde? Porque yo no la olvidaré, jamás.
Estaba tan nerviosa al saber que te vería, mis manos no dejaban de sudar cuando me encontraba en camino para verte, mis rodillas temblaban tanto como lo hacía mi corazón. Débil y torpe corazón, debo decirlo. Pero completamente tuyo, así como cada parte de mí.
Entré apresurada al lugar, había demasiada gente yendo y viniendo.
Corrí como pude, aún sabiendo que me afectaría, pero eso no me impediría llegar hasta donde tú estabas.
Y entonces te vi ahí, esperándome con esa sonrisa que me atrapó desde el primer día. Me recibiste con un abrazo que me hizo sentir tan bien, creí que mi pulso se aceleraba incluso más que unos momentos antes de verte, pero en realidad se reguló. Admito que me sentía ansiosa, pero al estar entre tus brazos me sentí completamente relajada, me sentía bien.
Al estar hablando contigo, noté pequeños detalles en ti: como la manera en la que tus ojitos se achican al sonreír y cómo apenas se asoman tus dientes cuando lo haces, cómo mueves tus manos al hablar, cómo cambia el sonido de tu voz cuando hablas con seriedad, cómo se arruga tu nariz de un modo tan adorable cuando algo no te parece, cómo te detienes por un momento al hablar y relames tus labios para después seguir, cómo tocas tu nariz en ocasiones cuando estás nervioso.
Suelo ser bastante distraída, pero ese día no dejé pasar por alto ni un sólo detalle y aunque no pareciera, mis cinco sentidos estaban puestos en ti.. Y bueno, también admito que no podía dejar de mirarte. Aunque había momentos donde tenía que apartar la vista para poder permanecer cuerda, porque juro que pude haberme vuelto loca tratando de descifrar cómo es que alguien tan precioso como tú podría estar conmigo en ese instante.
Y entonces llegó el momento que tanto había esperado e imaginado: nuestro primer beso.
Tus labios, ansiaba el sabor que sólo tu boca podía ofrecerme y al poder probarlo, sentí cada centímetro de mi cuerpo temblando ante ese tacto tan suave, tan único.
Al besarte, me di cuenta que eras hecho para mí, cada pieza de ti encajaba perfectamente.
Cuando sujetaste mi rostro al besarme, agradecí eso en mis adentros, porque sentí que en cualquier momento me desvanecería ante ti.
Cada beso se quedó grabado en mí, fue como si me estuvieran besando por primera vez. En cada uno de tus besos descubrí sabores nuevos, emociones nuevas, sensaciones que conocí tras cada roce entre tus labios y los míos.
Y fue en ese, nuestro primer beso, cuando realmente supe que te amaba.
Pude sentirlo en cada rincón de mi ser, eras tú la persona a quien pertenezco y con quien deseaba compartir mi vida.
Ese rato que estuvimos juntos fue inigualable, me hubiese gustado que durara más tiempo del que pudimos tener, pero todo lo bueno tiene que llegar a su final.
Y la hora de nuestra despedida había llegado.
Porque todo llega a su fin.
Todo."
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Treinta cartas.
Genç KurguTreinta días en el infierno. Treinta cartas llenas de emociones. Treinta noches necesitando de ti.