[әɔәɹʇ]

122 18 21
                                    

Narra Harry:

Caminé a paso acelerado y decidido por el corredor en el que anteriormente Elena me había dejado allí plantado, tragándome cualquier otra queja de frustación y rabia que amenazara con salir al exterior. No dudaba que en aquel momento mi rostro debía de ser un completo cuadro. Me sentía tan frustrado que todos mis músculos estaban contraídos, reteniendo ganas de pegar un puñetazo contra la pared. En aquel momento deseaba estar en el gimnasio para descargar toda la energía retenida en un saco de boxeo.

La había subestimado; había infravalorado su capacidad de engaño y no tardé en pagarlo. Si había algo que me alterara más que ocultarme cosas, era tragarme mentiras como un idiota. Yo no solía cometer ese fallo, y menos con ella.

Estaba demasiado concentrado en actuar de manera normal y relajada ante ella, como si aquel pijama veraniego de encaje no alterara en lo más mínimo a todo mi sistema nervioso. Estaba tan absorto en aquello que varias veces me quedaba en blanco, perdiendo completamente el hilo de la conversación y olvidando durante instantes la razón por la que estaba allí. Me costó un serio trabajo comportarme serenamente, pero lo conseguí. Sin embargo, la razón por la que había ido hasta allí prácticamente corriendo seguía siendo un misterio para mí. Había caído como un completo idiota en su mentira, y consiguió manipularme con una facilidad y naturalidad sorprendentemente hábiles.

Había jugado mis mismas cartas justo en el momento preciso en el que me encontraba más desprotegido y débil mentalmente, devolviéndome mi propia jugarreta en mis narices sin siquiera percatarme; quedando yo en aquella ocasión como el niño bobo e ingenuo. Y tristemente, sabía que eso no era lo peor de todo el asunto; lo peor era que dudaba en si aquello me había enfurecido o excitado.

Me había preocupado por ella y había ido a su propia casa para asegurarme que ningún enfermo mental tuviera su móvil o alguna otra información personal suya, ¿y para qué? Para nada. Solo quería que viera que también era capaz de preocuparme por ella. Quería que conociera otra parte de mí más allá de la que veía en las fiestas y del que tanto se quejaba. Intenté ser amable y atento, ¿y para qué? Para nada.

Si Elena no quiere al Harry atento, Elena tendrá al Harry que a mí me salga de las narices, pensé. Ella se lo ha buscado.

Mi mente me advertía que me alejara de aquel ser humano tan incomprensible para mí; pero al mismo tiempo me ordenaba que no perdiera de vista a aquella mujer capaz de hacerme dudar de mi propia cordura.

Condenada mujer bipolar, refunfuñé llegando al portal de aquel piso. Me va a volver loco.

Estaba a punto de abrir la puerta para marcharme de allí; pero justo antes de hacerlo, vi por el rabillo del ojo los buzones de los residentes de aquel edificio. Curioso, me acerqué a ellos y empecé a buscar uno a uno cual pertenecía a Elena. No me fue muy difícil encontrar el suyo.

Elena... ¿Martín?, pensé extrañado. ¿De dónde es ese apellido?

Sabía que no era un apellido inglés como el mío; ese llevaba acento, por lo que me puse a pensar de dónde podría ser. Mientras mi cerebro se puso a pensar en ello, se me ocurrió una idea. Cogí una revista que había por los alrededores para después arrancar un pedazo de papel. Metí mi mano en el bolsillo de la americana que llevaba puesta y me saqué un pequeño bolígrafo. Era extraño en mí que llevara americanas y mucho menos un bolígrafo encima, pero en aquel momento lo agradecí.

"No debisteis hacer eso. Atente a las consecuencias", escribí.

Después de leerlo varias veces, vi que el mensaje quedaba demasiado amenazador; por lo que decidí añadirle al final "All the love xx. H". Realmente no sabía ni yo qué consecuencias eran; sólo quería meterla un poco de presión y que se arrepintiera en cierto modo de lo que me había hecho.

El amigo de mi mejor amigo- Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora