CAPITULO 24

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Espero hayan visto el booktrailer que lo deje en el capítulo anterior y que les haya gustado. Aquí otro capítulo que casi no lo subo por desobedecer a mis padres... Les enoja que pase solo en la tablet escribiendo y haciendo cosas para el fic, y además leer. Pero bueno quién entiende a nuestros padres, primero té dicen que leas y cuando lo haces, te dicen que pasas mucho tiempo leyendo...
Aquí les dejo otro capítulo disfrútenlo.

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El dueño de esa voz ronca, seductora, la que con solo escucharla en un pasado hacía que mis bragas se mojaran, estaba justo frente a mi. Con su traje pulcramente y a la medida, que se pega a su cuerpo, atrapando deliciosamente cada músculo.
Estaba petrificada ante su presencia, esto parecía ser irreal... ¿Como me localizó? Mi mano sujeta fuertemente el pomo, como si esta fuera mi tabla de salvación. No podía mover ni un músculo de mi cuerpo, mis cuerdas vocales se negaban a emitir sonido alguno. ¿Cómo puedo aún portarme tan sumisa frente a él?

— ¿Qué...qué haces aquí?— mi voz es casi inaudible.— ¿Co...Cómo me encontraste?— tartamudeo.
— Pequeña...— con el torso de su mano acaricia mi cara— Cuando uno quiere algo, hace lo imposible por tenerlo a su lado y ese algo, eres tú...— agarra una de mis manos sueltas y la besa.
— Ándate... ¡ÁNDATE!
— Yo vine y te busque, para llevarte.— dice con voz fría y seca.— ¿No recuerdas? Eres mía, solo mía y si regrese fue para que vuelvas a mi lado.— agarra fuertemente mi brazo.
— No, me quiero ir contigo— lágrimas salen de mis ojos desconsoladamente— Yo no te quiero, tú ya no me amas...— su agarre cada vez se hace más fuerte.
— Tú crees,— se empieza a reír.— tú crees que vine porque te amo,— se limpia una lagrima inexistente— Yo no te quiero como amante...— agarra mi brazo más duro.— te quiero de vuelta, ¡como mi sumisa!
— Su...suéltame...— sollozo.— me...me duele...

Me acerca tanto a su cara que puedo sentir su aliento

— Tu regresas conmigo— dice con la mandíbula apretada recalcando cada palabra.— recoge tus cosas.

Dice eso y me lanza con tanta brusquedad al suelo que mi cabeza se golpea con ella, el golpe cimbra en todo mi cerebro haciendo que pierda un poco la visión.

— Yo...— hipeo— no...traje nada...
— Mucho mejor, vámonos.

Me levanta agarrándome otra vez del brazo, empieza a zarandearme haciendo que mi cabeza, mi brazo y todo mi cuerpo duela. Ahora lo único que me preocupa son mis bebes, la caída en el suelo fue muy brusca, temo que eso les haya hecho daño. Aún me falta mucho para terminar el primer trimestre que es muy riesgoso.
Me sube en la parte trasera del auto en donde Elena nos está esperando, mientras ella me sostiene, Jacob ata mis manos cual maestro en el bondage, me vuelve a sacar del auto haciendo que quede frente a él, con sus dientes agarra de mi labio inferior mordiéndolo de una manera dolorosa; las lágrimas no dejan aún de salir, me vuelve a lanzar bruscamente al asiento del auto; por suerte esto es más cómodo que el suelo, agarra mis piernas, las estira y con ellas hace lo mismo que con las manos.
Ahora me encuentro atada de manos y piernas, por más que quiera no me puedo mover.

— Jacob cariño, ¿le puedo poner ya la mordaza?— pregunta la zorra.— me cansa escuchar sus sollozos.
— Claro preciosa, lo que tú desees.

Dicho eso, Elena agarra muy fuerte de mi cabeza haciendo que la mire. Sus cursilerías estúpidas me provocan nauseas.

— No me mires a los ojos,— me abofetea— eres una simple sumisa, ¿acaso no recuerdas las reglas?— me abofetea de nuevo. Yo solo sollozo y cierro mis ojos pensando que esto es solo una maldita pesadilla.— No debes mirar— sostiene mi boca, a un punto en el que duele.— a tus amos a la cara.
— ¿Qué?...— es lo único que debo decir.
— Amordaza ya a esa perra.— dice Jacob bruscamente.

Phoebe Grey: El Origen de sus Sombras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora