CAPÍTULO VIII

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Estacioné el coche en el aparcamiento de vecindario. Todo lo que quedaba del camino Ruby no paraba acariciar mi muslo, gracias a lo cual no me dejaba conducir con tranquilidad.

-Hemos llegado- dije aun con las manos en el volante.

-¿No me vas a invitar a entrar?- preguntó ella quitando la mano de mi cuerpo. La miré confundida.

-¿Quieres pasar?- reaccioné preguntándole aun sin saber si era buena idea o no.

-Claro, te ayudo con las bolsas- dijo ella, y luego salió del coche. Dejé ir el aire de mis pulmones y salí del coche seguido ella. Abrí el maletero y cogí unas cuantas bolsas de compra, las otras las cogió Ruby.

Subimos en silencio en el ascensor, podía sentir su mirada sobre mi mientras que la mía estaba fija en las puertas del ascensor. Después de unos segundos, por fin se abrieron y fui la primera en salir.

Abrí la puerta de mi apartamento y pasé diciéndole a Ruby que cierre la puerta detrás suyo.

-Lo recordaba diferente- dijo Ruby dejando bolsas en la cocina.

-¿El qué?- pregunté.

-El apartamento, antes él estaba más anticuado- dijo ella dirigiéndose al sofá.

-¿Quieres tomar algo?- pregunté acercándome a la nevera para ver lo que tenía.

-Si, a ti- dijo ella con mirada seria, giré mi cabeza rápido y fije mis ojos en ella, sentí como mi cara empezaba a ponerse roja-. Es broma, una coca-cola- dijo ella esbozando una sonrisa. Asentí rápido y cogí de la nevera dos últimas latas de coca-cola y me dirigí al sofá.

-Cuéntame, ¿Qué has hecho esta semana?- preguntó ella acomodándose. Estaba apunto de decirle que pasé toda la semana pensando en ella, pero luego paré y pensé que no era la mejor idea.

-Nada, estaba ocupada con la mudanza- dije dándole un sorbo a la coca-cola.

-¿No has quedado con nadie?- preguntó sorprendida ella.

-No, no tuve tiempo- contesté con sinceridad.

-¿Quieres salir hoy?

-No lo sé, tampoco tengo muchas ganas- dije. Ella solo se me quedo mirando un momento directo a los ojos, se podía decir que se quedo embobada y luego esbozó una sonrisa volviendo a la realidad.

-¿Puedo fumar aquí?- preguntó ella.

-Claro, pero no tengo cenicero.

-No pasa nada, podemos salir a la terraza si quieres- dijo ella sacando una caga de tabaco y un mechero de su bolsillo.

-Claro, vamos- dije levantándome.

Nos dirigimos a la puerta del balcón y salimos. Las vistas des de mi terraza eras estupendas y por suerte Phill dejo una mesa y dos sillas. Ruby se acercó a la barandilla y sacó dos cigarrillos.

-¿Quieres uno?- ofreció ella.

-Si, gracias- dije después de unos segundos. Ella encendió el suyo y luego el mío.

-¿Qué planes tienes para esta noche?- preguntó ella soltando el humo, me apoyé en la barandilla a su lado.

-No lo sé, una noche de películas supongo- dije mirando a la tranquila ciudad.

-Las vistas son preciosas- dijo ella en un tono suave.

-Son hermosas- añadí. Por un momento cerré los ojos procesando el momento. Sentía como el ligero viento despeinaba mi cabello. Oía como niños jugaban en la calle y el ruido de los lejanos coches. Creé la imagen del paisaje, realmente me encantaba sentirme libre. También me encantaba como se sentía cuando estaba con Ruby. Ya no es la cuestión del sexo, mujer u hombre, sino de personalidad, y era eso lo que me encantaba de ella. Me encanta su manera de ver las cosas, me encanta su manera de hablar. Su mirada y su sonrisa era la única cosa que me podía matar y a la vez resucitar. Aunque no seremos nada más que amigas, con esto ya me basta, no quiero perderla de mi vida.

DANGEROUS LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora