CAPÍTULO XI

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Me levanté de un salto al escuchar unos golpes en la ventana. Abrí con dificultad los ojos. Me dolía demasiado la cabeza.

Miré por la ventana y vi a un hombre en azul. Tardé unos segundos en entender que este hombre es un policía.

Bajé la ventanilla y me di cuenta que no sabía dónde estaba.

-Señorita, este sitio es para inválidos, aquí no se puede aparcar- dijo él sacando una libreta. Oh no, una multa no. Quería hablar pero no me salía ni una palabra-. ¿Me oye? Lo siento pero os tendré que poner una multa- continuó él mientras que apuntaba algo en su libreta.

Miré a mi alrededor y no reconocí el sitio. Estoy más que segura de que ayer no me moví a ningún lado, y estoy segura de que aparqué en el centro ¿Qué cojones ha pasado?

-¿No lo podemos solucionar de otra manera?- pregunté con dificultades.

-¿Habéis conducido borracha?- preguntó él elevando una ceja. Al principió no sabía como él lo sabía hasta que yo mismo me di cuenta de que a kilómetros olía a alcohol.

-No, no he conducido...- no pude acabar la frase porqué una voz muy familiar me había interrumpido.

-Buenos días, lo siento por aparcar aquí, es que no la quería dejar sola y no habían sitios libres, pero ahora ya nos vamos- dijo la voz femenina. Me daba mucha rabia no saber quién es. Por la culpa de sol que me daba en los ojos, no podía mirar arriba y por el dolor insoportable de la cabeza, no podía pensar en quien tenía esta voz.

-La multa igualmente la pondré- dijo el policía.

-No hace falta, no es necesario- dijo la chica. De reojo vi como la mano tatuada le pasaba dinero al policía, y por la mano supe quien era. Es Ruby, mi Ruby. ¿Pero que hace aquí? ¿Cómo entró al coche? ¿A dónde me lleva? Demasiadas preguntas y pocas respuestas.

-Que os vaya bien en el camino- dijo el policía y se largó. La puerta del conductor se abrió y Ruby se sentó en el asiento.

-Buenos días borracha, ¿estás bien?- preguntó ella con una de sus sonrisas que te hacían mojar las bragas.

-¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?- pregunté.

-Te compré un café, agua, y unos cruasanes. En el camino te cuento todo- dijo ella y me pasó la comida.

-¿Tienes ibuprofeno?

-En la bolsa de la comida hay una caja- dijo ella sin apartar sus ojos de la carretera.

Abrí la bolsa y saque un ibuprofeno y agua.

Comí todo muy rápido por dos motivos; primer motivo es que tenía mucha hambre y el segundo, quería hablar con Ruby.

Mientras que estábamos paradas en el semáforo, me subí al asiento de copiloto.

-¿Qué haces?- preguntó ella observándome.

-Quiero ir delante- dije atando el cinturón de seguridad-, y además quiero preguntarte cosas- dije recogiendo el pelo en una moño.

-Vale, pero yo seré primera en preguntar- dijo ella seria. ¿Qué le pasa? Hace unos segundos estaba sonriendo y estaba feliz de la vida, ¿Qué mosca le ha picado ahora?

-¿Qué pasa?

-¿Ayer saliste de fiesta?- preguntó ella apretando el volante.

-Sí, ¿por qué?

-¿Estuviste con alguien?

-No- dije segura de mi misma.

-Ya claro, y este chupetón te lo hiciste con la aspiradora- dijo ella en un tono enfadado.

DANGEROUS LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora