Capítulo Cinco

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Releyó el tweet una vez más. Estaba sentada en el sofá, con el móvil en la mano, nunca había estado tan nerviosa. Iba a contestarle cuando la llamaban. Estaba segura de que él tenía la solución a su problema, pero antes tenía que contarle lo ocurrido con su padre.

— ¡Alec! — Gritó con alegría a través del audífono — Tengo que contarte dos cosas, y primero quiero que sepas la mala.

— Hmm. Vale. ¿Qué es? — Contestó él.

— Mi padre nos encontró y vino a casa — Dijo Sheila con cierta tristeza. Él enfureció y apretó los puños.

— ¡¿Volvió a abusar de tí?! — Sheila asintió silenciosamente, y sin ver como asentía, Alec sabía que había dado en el clavo — Como lo encuentre le voy a...

— Alec, ya. Ya está. Le denunciamos, ya no se puede hacer nada más — Él suspiró. Daban igual las multas que le pusieran. Ese hombre jamás se rendía.

— ¿Y la buena? — Preguntó Alec curioso.

— Sonia me ha mandado un mensaje directo, por twiter. ¿Qué hago? ¿Qué le respondo?

Alec sonrió y le explicó que, le contestara lo que le contestara, fuera ella misma, no una fan loca. Sheila rió ante su comentario.

Terminó los deberes, que le habían quedado el viernes, lo más rápido posible y leyó, de nuevo, el mensaje de Sonia.

"Hola, enana. ¿Tu eres la chica de la firma verdad?"

Por tercera vez quedó estupefacta. La había llamado 'enana' y se acordaba de ella. Tecleó rápidamente la respuesta.

"Hola Soni! Supongo que sí soy yo. Jaja"

Esperó su repuesta, pero a medida de que pasaban las horas, Sheila se fue durmiendo poco a poco. Despertó a media noche, llamaban a la puerta del piso, ruidosamente. Salió de su habitación temerosa. Miró por la mirilla y su sorpresa fue mayor que cualquier otra. Abrió rápido la puerta y Sheila le abrazó.

Le dejó pasar a el humilde piso que ahora era su hogar. Alec le dio dos besos a la madre de Sheila, que estaba sentada en el sofá como una adolescente más. Tampoco era tan mayor. Debería tener unos cuarenta y dos años, y era delgada, baja y rubia. Aquella noche, Alec se instaló en la habitación que quedaba libre al lado de la cocina.

Se tumbaron los dos juntos en la cama abrazados, él le dio un suave beso en la cabeza. «Ahora nadie podrá dañarte, pequeña hermanita», pensó Alec.

Entró por la puerta sonriendo, de la mano de Alec. Todos los miraban, susurrando cosas. Pero ninguno sabía que ella no era como las demás. Charlotte corrió hacia ellos, y Sheila los presentó. Alec sintió algo que nunca había sentido y se quedó embobado mirando sus ojos grises.

Al salir del instituto, se dirigieron al metro. Mientras andaban el móvil de Sheila sonó. Miró.

"Perdón por no poder haber respondido, peque, trabajo. Ya sabes. Te reconocí porque tienes la foto de perfil, jaja."

«¡Dios, es verdad! Que vergüenza», pensó Sheila. Sonrió y guardó el móvil. Comieron en un bar que estaba al lado del portal. Luego subieron al piso, y ella se encerró en su habitación. En el baño del instituto, aquél día, las chicas la habían insultado y empujado. Le habían echo un morado en el hombro. Pero ella no le había dicho nada a ninguno de sus dos amigos.

Se sentó en la cama de piernas cruzadas, con el móvil entre las manos. Solo quería tenerla a ella. No tenía ánimos para hacer los deberes.

"Fue el mejor día de mi vida. Gracias por tanto. Estoy deseando poder veros otra vez. ¡Tal vez en el WonderTour!"

La respuesta de Sonia fue instantánea. Solo tuvo que esperar a que ella escribiera, pero lo hizo tan rápido que ni le había dado tiempo a salir del chat.

"¿Que pasaría si pudieras verme antes de lo que piensas?"

"¿Antes de lo que pienso? ¿Porqué?"

"La siguiente firma es dentro de una semana, tengo tiempo. Además es posible que ya me encuentre en Barcelona."

Ambas sonrieron. Pero la de Sheila se ensanchó y dejó ir un pequeño grito. Alec corrió a su habitación. Pero allí solo encontró a una Sheila feliz. Como jamás la había visto.

"Mañana, en arco de triunfo a las seis, enana. Quiero conocerte más."

Sheila no se lo creía aún. Iba a quedar con Sonia, pero lo haría con Alec, por precaución, él era su ángel de la guarda. En cambio, Sonia, sonrió. A aquella chica de la firma le había cogido un especial cariño.

Cuándo Estás Junto A Mí [Sonia Gómez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora