Capítulo Veinte

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Se despertó por un ligero zarandeo que venía del conductor. Abrió los ojos un poco. Estaban en un aparcamiento de vete a saber qué y donde. Todas estaban dormidas, como ella. El rubio le dijo a Sheila que despertara a Laura, y él despertaría a Alexia.

Salieron del coche y Daniel las llevó a un bar. Sheila no conocía la zona, pero habían pasado cuatro horas, con suerte estarían entre Aragón y Castilla la mancha. Aún les quedaban unas horas de viaje, pero debían parar en algún momento. Pidieron una mesa para los cuatro y cenaron un poco. El rubio salió a fumar y Alexia salió detrás de él. Por primera vez, Laura y Sheila vieron sonreír al chico. Aún que, según la morena de gafas él no solía sonreír.

Volvieron al coche, Sheila se volvió a poner delante, junto al rubio. Este estaba serio, le pesaban los ojos. No podría conducir por mucho rato más. Así que Sheila se lo quedó mirando y empezó a hablar. Al principio el chico no tenía idea de porqué, pero luego entendió su táctica, y sacó una media sonrisa. Pero al cabo del rato Sheila empezó a cerrar los ojos. No podía aguantar más, apoyó la cabeza en la ventana y cerró los ojos. Daniel, la miró de reojo y volvió a sonreír, se puso su música algo floja para no molestar a las tres chicas que iban durmiendo.

Tardaron dos horas y media más en entrar a la comunidad autónoma de Madrid, lo que significaba que aún les quedaban una hora más o menos para llegar a casa de Daniel, pero no sabía si aguantaría más, aún así siguió la carretera durante media hora, donde vivía uno de sus compañeros de grupo, Álvaro. La peliazul, notó como el coche se paraba y abrió los ojos de golpe. Miró a su lado, al del conductor, y vio al componente de Auryn salir del coche. Daniel corrió hasta el telefonillo y le dio al piso de su amigo.

— ¿Sí? — Contestó como si aún no se hubiera ido a dormir

— Hey, Álv. Baja, tengo a dos bellas durmientes en el coche, baja, anda.

El moreno se quedó mirando la pared con cara incrédula. «¿Dos bellas durmientes? Qué coño...», pensó Álvaro poniéndose una chaqueta y bajando por las escaleras a toda velocidad. Cuándo salió a la calle vio a Dani hablar con una chica de pelo azul que estaba sentada en el asiento del copiloto. El rubio le indicó que cogiera a la medio rubia, que él subiría a la morena. Sheila miró el espectáculo desde el portal, con la puerta abierta de par en par y riendo flojo para no despertar a los vecinos.

Colocaron a Laura en el sofá de la sala de estar, a Alexia en la cama en la que probablemente dormiría el rubio, y como no quedaban más lugares disponibles, tan solo un hueco en la cama de Álv, la peliazul decidió no dormir. Pero el sueño la venció y como pudo imaginar el chico, que aún no dormía, le había dejado un rincón y una camiseta encima del colchón. Se cambió en el baño de la habitación, se tumbó al lado del chico.

Alexia se levantó junto a los rayos del sol, abrió los ojos lentamente y notó que estaba en una cama. Pero ella recordaba haberse dormido en el coche de su rubio. Al abrir completamente los ojos se dio cuenta de que no era su habitación, así que no había sido un sueño. Puso sus pies lentamente en el suelo, era moqueta, era suave y mullida. Miró hacia atrás, y vio que había alguien durmiendo a su lado. Ando en silencio hasta el otro lado de la cama y observó su cara de ángel. Ahogó un grito. Había dormido en el coche de su ídolo y junto a él en una cama, aún desconocida.

Salió al pasillo, se acercó a las escaleras, oyó unas risas, eran Laura y un chico, aún que reconocía su voz, no era capaz de ponerle cara. Pisó el primer escalón, y para su mala suerte, chirrió. Las voces se apagaron en oír que un segundo chirrido, más fuerte salía de la escalera. El chico, asomó la cabeza por una rendija de la barandilla. La chica morena no se dio cuenta, porqué no llevaba las gafas puestas. Entonces él se asomó del todo por el hueco de la escalera, fue cuándo ella se dio cuenta de quién era y, de la emoción casi se cae por las escaleras.

— ¡Álv! — Gritó medio dormida la chica antes de que la cogiera. — Gracias, Álv — Replicó Alexia, muy roja, antes de correr a darle un abrazo a Laura.

Dani y Sheila se despertaron por el ruido del follón que montaron en el salón. Se encontraron en el pasillo, bajaron por las escaleras con cuidado, parecía que Álvaro les hubiera puesto cera a propósito. Alexia y Laura ya estaban vestidas, así que la peliazul y el rubio cogieron sus cosas. Dani se vistió como el día anterior, pero Sheila se puso solo los jeans y las deportivas. Al chico moreno no le importó. Cogieron de nuevo la autopista, rumbo al centro de Madrid.

La Peliazul estaba sentada en el bar de debajo de su piso, junto a Alba. Se empezaba a poner nerviosa. Rezaba por que no le hubiera pasado nada, hacía más de doce horas que no recibía ningún mensaje de ella. Al rato vio un coche rojo aparcar en la acera de delante y de él salió una chica con cabello azul, corrió hacia ellas. Sonia se levantó en seguida cuándo la reconoció. Sheila saltó encima de su novia y luego la besó.

Dani rodó los ojos. Subió al coche de nuevo y volvió a su casa, dejando a las chicas con las dos integrantes de Sweet California. Alexia miró el coche alejarse, con lágrimas en los ojos, estaba triste claramente. Sus dos amigas le pusieron una mano, cada una, en un hombro. Se giró y la abrazaron.

— Estoy segura de que volverás a verle — Aseguró Sheila, en un susurro.

Le sonó el teléfono y se apartó de Alexia, dió dos pasos y contestó. Era su hermana, esa semana la tenía libre, así que pasaría por el piso. Si con ver a Sonia otra vez estaba emocionada, ver a su hermana, que hacía un año y medio que no la veía, la emocionaba el doble.

Cuándo Estás Junto A Mí [Sonia Gómez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora