Capítulo 5

26 2 0
                                    

Intenté levantarme desesperadamente, después de varios intentos logré ponerme en pie. No sabía de cuánto tiempo disponía, por lo que intenté darme prisa. Pasé mis manos atadas por debajo de mis piernas hasta conseguir tener ambas manos delante, y fue ahí cuando lo vi, el teléfono de Jace, sin pensármelo dos veces, lo cogí y marqué el número de la policía, cuando un oficial contestó, se escuchó el sonido de la puerta abriéndose.

-¡¿Qué estás haciendo con ese teléfono?!- gritó el supuesto jefe-¿No me has oído, puta?-volvió a preguntar y de golpe me volví a ver en el suelo, no dejaba de recibir golpes, uno y otro y otro, y así hasta que ya no aguanté más y me desmayé.

Desperté con un horrible dolor en todo el cuerpo, fui abriendo los ojos poco a poco. Estaba en una habitación diferente a la anterior, no había estado nunca en esta sala, por lo que supuse que no estaba en el internado.

-Al fin despiertas, chica...-dijo una voz proveniente de no sé donde, era una voz nueva, desconocida; grave y profunda, me ponía los pelos de punta, giré poco a poco la cara para ver al dueño de esa voz. Era un hombre alto, pelo negro como el carbón y ojos verdes muy luminosos, ¿por qué no pasamontañas? ¿No debería evitar que le viera la cara para así no reconocerle?

-Nos han dicho que ya no era necesario usar las máscaras, al no estar en el internado, no hay peligro de ser descubiertos por alguna cámara o cualquier cosa por el estilo.-dijo tranquilamente como si me hubiera leído los pensamientos.

-¿Cuántas horas llevo durmiendo?- pregunté nerviosa, por miedo a su reacción

-¿Horas?-dijo riéndose-Llevas cuatro días durmiendo.

¡¿CUATRO DÍAS?!

-¿Dónde está el hombre que me vigilaba antes?-al pensar en él se me pusieron los pelos de punta.

-A Jace le cambiaron la guardia, teniendo los problemas de autocontrol como los suyos, no estabas "a salvo" que digamos, si fuera por él ya estarías muertas, rubia.- dijo con el semblante serio- Pero claro, ahora le entiendo, deberías darte cuenta de dónde estás, no puedes ir por ahí hablando como si nada, mira a tu alrededor, mira dónde estás.

En ese momento el miedo volvió a aparecer, por lo que como pude me volví a estirar en el colchón en dónde estaba, no era gran cosa, pero por lo menos no estaba tirada en el suelo.

Esta habitación no era demasiado grande, era como una caja, es decir, no había ventanas, solo una puerta de un material que desconocía en estos momentos, lo único que alumbraba el cuarto, era una lámpara de techo que daba luz blanca.

No sabía qué hacer o en que pensar, hasta que se me cruzó una imagen de Kathy, ¿cómo estará ella ahora? ¿Se habrán enterado ya de lo sucedido? ¿Qué pensaría la abuela? Ojalá todos estén bien.

Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

-Soy yo, Peter- volvió a aparecer esa voz, la voz del hombre que por poco me mata.
El chico, del que desconocía su nombre, fue a abrir.

-¿Qué?

-Deberías ser un poco más amable conmigo, ¿no crees, Blake?

-Vete a la mierda, Peter-contestó el supuesto Blake.

Peter no volvió a mirar a Blake, si no que me dirigió su mirada hacia mí. El corazón comenzó a latirme velozmente.

-Déjala tranquila, ya bastante daño le has hecho, no seas más hijo de puta de lo que eres, Peter.

-Ay Blake, queridísimo Blake, no me vengas con esas mariconadas, ambos sabemos que tú eres igual o más hijo de puta que yo. Además ¿Qué coño te importa a esta pequeña zorra? Por su culpa casi nos descubren, rastrearon la llamada- esto último lo dijo mirándome fijamente, ya no llevaba pasamontañas.

Peter tenía el pelo castaño, no pude apreciar el color de sus ojos a causa de la distancia que nos separaba. Tenía el semblante serio, con una mirada amenazante que nos dirigió a ambos, a lo que Blake no replicó.

-Rubia- dirigiéndose a mí- levántate, nos vamos.

DIAMONDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora