Todos nos quedamos en silencio después de escuchar las palabras de la bruja; no podíamos creer su nivel de egoísmo. Les juro que estaba emputecida; llamarse amiga de una persona y al mismo tiempo estar dispuesta a ponerla en riesgo sin el menor reparo sólo para cobrar venganza, ¿cómo es que no se le caía la cara de vergüenza?
-No va a venir- dije para sorpresa de todos- Prefiero quedarme con ustedes antes que matar a más gente
Y con esas últimas palabras, regresé a casa de Claudio, gracias a la copia que él mismo me había dado de su casa, y me eché en el sillón frente a la tele, rogando encontrar otra solución que no pusiera en peligro a nadie.
Horas después llegó mi amigo en silencio. No pude evitar recordar la primera vez en que había llegado a ese departamento, entre la bulla de tres gatos colgando del pellejo. Me dio risa pensar en eso.
-Oye- empezó, sobando su cuello- Hable con Doña Eugenia... No vendrá con nosotros, no te preocupes
-Ya sé, Claudio- respondí, jugando con una mecha de mi pelo que ya me parecía demasiado largo- Sólo me preocupa no encontrar otra solución y tener que acostumbrarme a esta vida, ¿cachas?... Ya no quiero nada con brujas, demonios o hueones raros- concluí con la cara hundida en mis manos; ni fuerzas ni ganas me quedaban para llorar, estaba realmente cansada
Claudio se quedó en silencio un rato, se aclaró la garganta y se dirigió a la cocina, de donde no salió por al menos una media hora. Mientras tanto, prendí la tele y me quedé viendo al vacío dentro de las noticias de Japón, intentando sacar por lógica lo que decían... Y no, no entendí una mierda. En cuanto escuché los platos sonar contra el mesón de la cocina, caminé hasta ahí y clavé la mirada sobre la comida. Estaba tan distraída que ni siquiera recuerdo lo que era; de haberme servido greda, me lo habría tragado. Comimos en silencio, ninguno estaba de humor para conversar... Incluso ahora que me pongo a pensar en esos momentos, se me quitan las ganas de continuar con la historia. Si les soy sincera, hice algo muy hueon, muy arriesgado, algo que podría habernos matado a todos... Oh, esperen, perdón, eemm... Uf, ok, continuaré con todo desde esa cena, ¿vale?, es que si me adelanto, no tendrá sentido.
Bien, estábamos comiendo en silencio y Claudio parecía más nervioso que desanimado y eso, por supuesto, era evidente en él, y no tardó en hablar sobre lo que lo tenía así.
Según sus propias palabras, y por favor recuérdenlo, había conseguido dos milagros en un día; Doña Eugenia se iba a mantener al margen de todo mi asunto y María había aceptado acompañarnos al bosque del suicidio. Se imaginarán la cara que puse al escucharlo decir tanta tontera junta. Es decir, conociendo a las dos brujas, conociendo su legendaria porfía, ¿habrían creído esas hueas? Yo no, en serio no, fue tanta mi incredulidad que le pedí pruebas y por supuesto que me las dio. Si No ni cagando hubiéramos ido.
Partimos a casa de Doña Eugenia, me fui corriendo muy por delante de mi amigo y azoté la puerta con mi puño cerrado. Una mujer morena con las tetas más grandes que mi cabeza abrió la puerta, envuelta en una especie de bata que dejaba bastante poco a la imaginación y luego de mirarme de pies a cabeza dijo casi con pena que era muy bonita, pero que no estaban aceptando gente nueva. En eso llegó Claudio, rojo como un tomate, pidiéndonos disculpas e intentando obligar a la mujer a cerrar la puerta.
-¡Claudio, querido!- dijo antes de plantarle un beso que casi le revienta un cachete- Muchas gracias por llevarte a esos gatos roñosos, eres un amor
Entre risitas nerviosas y maniobras torpes para zafarse de ese abrazo en el que estaba atrapado, agradeció la ayuda de la mujer, se disculpó por tener que irse y cerró la puerta en la cara de ella, luego de lo cual se apuró en soplar la lámpara roja que colgaba de la puerta.
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Detrás de esa Puerta
FantasíaEn 2015, mientras miraba historias de otros autores fracasados como yo, encontré un cuento mal redactado de una niña de 16 años que decía haber desaparecido un año entero durante el cual sufrió las experiencias más increíbles, sobrecogedoras y trau...