Suerte

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Pasadas unas horas, logré ponerme en pie y distinguir mi alrededor; estaba en la casa de Doña Eugenia, frente a la chimenea y tirada como un muerto. Me sentía muy mal y sabía que tenía que moverme rápido o que si no moriría. Estaba perdiendo demasiada sangre (no me había dado cuenta de cuánto daño me habían hecho con todo el susto que tenía antes) y estaba hedionda a mierda. No tenía la fuerza suficiente como para gritar, pero si lograba mantenerme parada el tiempo suficiente, seguro que encontraría ese libro con tapa de pájaros que me habían dicho antes de mandarme ahí.

-*Claudio seguro*- pensé

Al final, lo único que ví con pájaros en la "tapa" fue un libro al que, de hecho, le faltaba la portada y que en la primera página tenía garabateados unos pájaros negros volando. Me pasé a la página 6 y busqué el nombre que me había quedado grabado de antes, pero se me hizo imposible porque mi visión me empezó a fallar; estaba super mareada. Al final, ya rendida por la desesperación, me pegué con el libro con la fuerza suficiente como para haberme impreso las letras en la frente, rogando llegar a donde debía. Obviamente no fue así, si seguí mal las instrucciones. Estaba para el hoyo, no me juzguen

Cuando abrí los ojos, estaba rodeada de pasto , pero de muchos colores, como si lo hubieran pintado con témperas. Parecía vómito de payaso. Olía a zumagado y la nuca se me hundía agradablemente en algo como barro. Pensé que moriría tranquilamente (y la verdad es que estaba tan para la caga que me sentía contenta con eso) hasta que una voz gritó mi nombre a lo lejos antes de que apagara tele.

Al tiempo desperté, bañada de las orejas a los pies de barro.

-*Eugh... al menos el olor a mierda y el dolor se fueron*- pensé mientras me sacaba la mugre de encima y examinaba mi alrededor. Un pórtico muy a lo "casa de campo norteamericana hollywoodense" ensuciado por mi sangre y la suciedad sobre mí; además de lindos Lluvia de oro que rodeaban la casa y maceteros colgantes con plantas de todo tipo, habiendo entre ellas una flor que se me hizo familiar. Me acerqué titubeando a los pétalos de esa plantita rosada, acariciando con la yema de los dedos sus hojas. Me puse de puntitas y sentí el olor de la flor, golpeándome con su recuerdo.

-¿Rododendro?

-Hola Julieta- dijo María apareciendo sorpresivamente detrás de mí. Me hizo saltar del susto

-¡María!- corrí a abrazarla, olvidando todo lo que me hacía temerle y sentirme incómoda en su presencia; comenzé a llorar a moco tendido mientras lo sucedido salía inentendible por mi boca

-Ya, ya, cálmate, por favor- respondió a mis balbuceos, acariciando mi pelo tieso por el barro seco- Necesito que respires y pienses en lo que vas diciendo, ¿vale?- yo asentí y ella sonrió- Ya pasó

-Estaba...- comenzé entre sorbeteos y gemidos-... Estábamos curando mi espalda... con Jerónimo, cuando...- volví a llorar más fuerte, por lo que María comenzó a chistar esperando que eso me hiciese entrar en razón-... Volvieron a buscarme- apreté los labios para dejar de gemir

-¿Quiénes?

-No sé, no sé qué son, ellos... vinieron a vengarse por la bruja que agarramos en Nueva Vizcaya... me llevaron a la alcantarilla, y a Jerónimo...- me volví a desesperar, dándome cuenta de que por mi culpa había vuelto a quitar una vida inocente

-Julieta, cálmate y dime qué le hicieron a Jerónimo- yo seguía llorando y me dejé caer al suelo, rendida al fin por la culpa y el miedo. Ella me tomó la cara algo brusca e intentó hacerme reaccionar- Julieta, si no me dices qué pasó, no podré ayudarte; NECESITO que me expliques

-¡Está muerto!- grité desesperada- No sé qué pasó con él... no lo vi de nuevo... lo siento tanto

Continué desahogando mi culpa, hecha bolita en el suelo del pórtico como una oruga, llorando a mares, mientras María se ponía en pie, incrédula de lo que acababa de escuchar.

Detrás de esa PuertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora