Luz

66 1 0
                                    

Aunque no tengo claro lo que pasó entre ese día y el en que desperté, tengo un par de recuerdos locos, como el sonido de palas, un hombre puteando, la sensación de frío, el dolor de los raspones que me hicieron al arrastrarme, cosas así. Ese día en que desperté pensé que había soñado todo lo de la salida con mis compañeros, lo de la señora que comía tierra rosada y el hueón que intentó asfixiarme, pero lamentablemente no estaba ni cerca de eso. Me desperté entre murmullos incomprensibles que con las horas se fueron haciendo más claros y más confusos. Reconocía el inglés porque teníamos clases en el colegio, pero jamás se me han dado bien los idiomas, así que era más o menos lo mismo que estar inconsciente; puro ruido blanco sin sentido.

Cuando al fin reconocía palabras noté que había un hombre y una mujer hablando, uno a cada lado de mi cama. Parecía que alguno de los dos, creo que la mujer, me hacía cariño en la cara mientras conversaban, pero sentía el cuerpo anestesiado y era difícil estar segura. De pronto hubo silencio, pasos de aquí para allá y de la nada, una nueva charla entre dos señoras en perfecto español. Los ojos me pesaban un montón y no podía abrirlos, pero conseguí reconocer a la mujer de antes hablar; María. La otra, en cambio, sonaba muy anciana, pero enojada:

-¡Eres una estúpida, deberías haber corrido y dejarla como carne de cañón! Ni siquiera es tu responsabilidad

-Lo sé, pero ella salió de la puerta y ya no podíamos pasar... además nos salvó, Marco me había golpeado demasiado, apenas podía pararme- contestaba desdichada. Sonaba cansada y como si estuviera lamentándose

-Pff... bueno, bueno, da igual ahora... tenemos que asegurarnos de que no sea una amenaza

Mi corazón pegó un salto al escucharla hablar así; ¿yo, una amenaza? Apenas y sabía defenderme y además el hombre al que me había enfrentado casi me mata, no podía entender que siquiera pensaran en que fuese peligrosa. Además ¿quién cresta habla así? Amenaza, jamás había escuchado a alguien llamar a otra persona "amenaza".

-No, no creo que lo sea. La verdad creo que cruzó por accidente. Quizá sea una Solitaria, como mucho...

-Una muy tonta al parecer- contestó la anciana que al fin conseguía distinguir. Sentía los párpados pesados, pero incluso entreabiertos como los tenía podía verla. Estaba a la derecha de mi cama; una señora añosa con una joroba sutil, cara simpática y pelo gris. Era liso como un paño y casi tan bello como su vestido azul marino y su sombrerito de flores moradas. Era muy loco, se veían tan frescas que podrían haber sido recién sacadas de un macetero, ni siquiera parecían ser de tela o de plástico- Ponerse a discutir en esa situaci... Oh, pero miren quién cambió de parecer en el último minuto- dijo de pronto, mirándome con una sonrisa burlona

Intenté responderle sin mucho éxito, ya que estaba muerta de sed y la cabeza me latía con mucha fuerza.

-Tómate esto, niña- respondió la viejita, pasándome un vaso con una especie de jugo con olor a naranja que sabía a tierra con un kilo de ají. Apenas lo probé tuve que escupirlo, pero la señora en un parpadeo ya me tenía con la nariz tapada y el vaso metido casi en la garganta.

-Trágatelo, es un remedio- decía mientras empujaba más adentro de mi boca el vaso

Al final hice el esfuerzo, entre arcadas, y me tomé el dichoso juguito de mierda. La verdad no me arrepiento, me hizo genial; toda esa pesadez y dolor que sentía se me pasaron de un golpe y podía sentir cómo el calor me subía desde la punta de los pies hasta la cara.

-¡WOW, ESTO SÍ ES FUERTE! ¿QUé Es?- traté de preguntar sin gritar

-Oh, sólo una infusión de mi familia- respondió la señora mientras me retiraba el vaso y se iba con él- pero supongo que no lo habías probado antes ¿verdad?

Detrás de esa PuertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora